«Superman. La creación de un superhéroe», de David Hernando

«Superman. La creación de un superhéroe», de David Hernando

Hace apenas dos semanas se estrenaba en las salas españolas la última adaptación cinematográfica de Superman (Man of Steel, de Zack Snyder, comentada en Tarántula por Luis Muñoz Díez y Nacho Cabana).

Aproveché entonces para recomendaros un precioso y riguroso volumen (a cargo de Mariano Bayona y Diego Matos) que Dolmen acaba de publicar sobre la historia de este singular personaje: Superman. El primer superhéroe.

Así que se puede decir que estamos en plena resaca superheroica. Los lectores de cómics, sin embargo, no podemos dejar de agradecer todo este esfuerzo por dar protagonismo a un sector que, por unas razones u otras, siempre ha estado bajo sospecha. En este sentido, Alejandro Martínez Viturtia asegura en la «Introducción» del libro de David Hernando que en esta ocasión os invito a leer (un completo tesoro bibliográficoSuperman. La creación de un superhéroe), que

para bien o para mal, en este país el género de los superhéroes está mal visto. Todavía se asocia a un montón de cosas negativas expuestas curiosamente por personas que prácticamente no han leído tebeos de superhéroes.

A pesar del hostil contexto al que en numerosas ocasiones se han tenido que enfrentar, las historietas que narran las aventuras de superhéroes han sobrevivido a lo largo de los últimos ochenta años. Y al parecer, gozan de mejor salud que nunca.

Puede que mucha de la culpa de que esto sea así se la debamos a la industria del cine. Pero no nos engañemos: por un lado, también tenemos que reconocer que se han hecho inolvidables bodrios absolutamente insustanciales (por ejemplo, Daredevil en 2003 o Batman y Robin en 1997, por mencionar sólo dos de los casos más paradigmáticos); por otro lado, de un tiempo a esta parte, con la entrada del nuevo milenio, hemos podido ver cómo la bibliografía que se hace cargo de los superhéroes desde un punto de vista teórico crece a un ritmo frenético. Y me parece que este es un punto decisivo para tomar en serio, desde una perspectiva cultural, la figura de los superhéroes.

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David Hernando, que no sólo es autor de Superman. La creación de un superhéroe (ha escrito asimismo sobre la serie CSI o SpiderMan), sino también director editorial del Departamento de cómics de Planeta, asegura en las primeras páginas del libro que el lector encontrará en este magnífico volumen

tanto la historia de Superman como la de sus creadores, contempla la lucha de Jerry Siegel y Joe Shuster de principio a fin, con sus idas y venidas, con la identificación del estado del personaje con la situación que vivían sus creadores en cada década.

Y es que, a su juicio, a pesar de las obligadas metamorfosis que ha tenido que sufrir el personaje, tras haber sido «esclavo» de centenares de dibujantes y guionistas, el propio Superman ha sabido desembarazarse de tan incómodos inconvenientes coyunturales hasta convertirse «en un símbolo, en un icono, en unos valores que van más allá de sus aventuras de papel o audiovisuales».

Si por algo destaca el libro de Hernando, más allá del titánico esfuerzo por poner de manifiesto el desarrollo histórico de Superman, es por hablar del superhéroe como lo que es: una creación, un producto de la imaginación de dos individuos que pusieron todo su empeño (tras varios intentos tan fallidos como dolorosos) en dar al público un personaje con el que soñar. Y quizás parezca obvia esta distinción, pero no lo es tanto si nos atenemos a los superficiales análisis que sobre el asunto se llevan a cabo en la actualidad: pues casi siempre se habla del mismo modo de los superhéroes (en términos genéricos), sin tener en cuenta que su hábitat natural es el papel. Si por algo está teñida la carne de los superhéroes… es de tinta.

Hoy puede parecer, 75 años después de la primera aparición de Superman en Action Comics, que el cómic está dirigido por un imperio multinacional que sólo persigue pingües beneficios económicos. Y puede que, en la forma, sea esto cierto, pero no así en el fondo (no trataré ahora, y hablo con el conocimiento que me ofrece el hecho de dedicarme profesionalmente a la edición de libros, del gran negocio que supone el mundo de la cultura; esa «cultura» que muchos tienen idolatrada, pero que, siento hundir las ilusiones de tantos, no encierra -a veces- más que sucios y oscuros recovecos en los que la envidia, el dinero y la traición están a la orden del día. Pero dejemos esto para otro momento).

David Hernando no deja pasar este detalle por alto y, en las últimas páginas del libro, se hace eco del periplo editorial en el que DC se embarcó en 2009 (de mano de Diane Nelson, Dan DiDio y -el casi ensalzado a figura divina- Jim Lee), mediante el que relanzaban toda la línea editorial con el objetivo de dar con la fórmula mágica que devolviera a la editorial el éxito de épocas pasadas. Hernando apunta  a este respecto, entre nostálgico e iracundo, que parecía:

imposible desde su mismo anuncio, pero es cierto: el Universo DC deja de existir como tal […]. Todo vale y todo cuenta para llegar al titular, y si una colección única, no ya de la editorial, sino del mundo del cómic por entero ha de caer en el intento, que caiga. Además, se deja claro que en las 52 series nuevas, todas las historias narradas con anterioridad nunca han ocurrido. Todo el pasado y la continuidad establecida durante casi 75 años, esa que ha obtenido auténticas obras maestras durante generaciones, desaparece sin dejar rastro.

Que una empresa de gigantescas dimensiones como DC esté detrás de Superman (y de tantos otros iconos como Batman, Green Lantern, Flash o Wonder Woman) no quita para que el lector de cómics adquiera sus ejemplares semana tras semana, mes a mes, con la ilusión de encontrar en las páginas de sus tebeos las aventuras de sus personajes favoritos. Y esa es la intención con la que Shuster y Siegel crearon a Superman. Sí, tenían que comer, debían vivir de su trabajo (¡como cualquier hijo de vecino!), pero ni ellos podrían haber imaginado (a la vista está, tras los problemas de derechos de autor que tuvieron con DC, y que hoy prosiguen en manos de sus herederos) la repercusión que alcanzaría aquel incipiente dibujo azul y rojo que daba grandes brincos y luchaba contra la injusticia.

Rememorando el verano de 1934, David Hernando nos cuenta que Shuster y Siegel

se encierran todo el día. «Ese fue uno de los días más importantes de nuestras vidas», recuerda el dibujante. «Nos sentamos y comenzamos a trabajar sin descanso, el entusiasmo de Jerry me había cautivado y comencé a dibujar tan rápido como podía. Mi imaginación conectó perfectamente con el concepto que Jerry tenía en mente. Además, sus guiones parecían guiones de cine. La técnica que utilizaba era la de visualizar la historia como en un plató de alguna película, algo que me ayudaba mucho a la hora de dibujar».

Inmediatamente después, en tono casi emocionado, explica el autor:

La historia que crean ese día soleado de 1934 es la de un planeta condenado llamado Krypton que envía a su único hijo superviviente a la Tierra. Allí, gracias a que la gravedad en el planeta azul es inferior a la de su planeta natal, el último Hijo de Krypton desarrolla la capacidad de saltar grandes edificios de un solo impulso. También tiene otros poderes, como el superoído y una fuerza descomunal. Superman tal y como lo conocerá el mundo acaba de nacer.

Seáis o no seguidores o lectores de las aventuras de Superman, lo que sí es cierto es que esta obra de David Hernando resultará atractiva a todo tipo de lector: al especialista en Superman (que dará en este libro con una completa enciclopedia siempre disponible para consultar), al aficionado a sus cómics o películas, o al lego que desea acercarse por primera vez al complicado mundo del Hombre de Acero.

Autor

Licenciado en Filosofía, Máster en Estudios Avanzados en Filosofía y Máster en Psicología del Trabajo y de las Organizaciones. Editor y periodista especializado. Twitter: @Aspirar_al_uno

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