Claudia Galán es Adela en la en la mirada de Alfredo Sanzol, sobre «La casa de Bernarda Alba», de Federico García Lorca ©BSP
Por Luis Muñoz Díez
La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, es la obra póstuma del poeta asesinado, por lo que no tuvo oportunidad de hacer declaración de intenciones alguna, sobre ella. El texto está basado en principio, en la vida cotidiana de una vecina, y sus hijas, de la casa donde pasaba sus vacaciones.
La pieza ha sido un arcano que todos hemos querido descifrar, con teorías certeras o totalmente peregrinas, a las que no hay que dar más valor que el que tienen, al ser una opinión ajena a la verdadera motivación de don Federico.
El machismo, las madres castrantes, y la moral impuesta sin concesiones, no es patrimonio de la España de los años treinta, ni de la represión católica puesta al servicio del poder. El cineasta sueco Ingmar Bergman da buena cuenta de tales excesos en su auto biografía.
Lo que apunto en el párrafo anterior, vine a cuento por la estética fría, y minimalista que nos presenta Alfredo Sanzol que, con un respeto reverencial al texto de don Federico, varía la mirada sobre el drama, dando un giro más universal a la forma de hacer y expresarse de Bernarda, sus hijas, y las que les sirven, en un espacio escénico de Blanca Añón e iluminado sin sombras, por Pedro Yagüe.
El precioso telón de encaje: Sfumato, nada mas femenino y sugerente, para una obra de mujeres, obligadas a reprimir el deseo ©BSP Pulsar sobre la imagen para ampliarla.
Claudia Galán -Adela- danza con su vestido verde, que tanto significa ©BSP Pulsar sobre la imagen para ampliarla.
La representación arranca al elevarse un precioso Telón de encaje: Sfumato, con un solo de danza de Claudia Galán (Adela), con su precioso traje verde, que tanto significa, a lo largo de la función habrá otras pinceladas de danza, pero en ningún momento se suman al texto, a veces mecido por la música de Fernando Velázquez
Bernarda no es la tirana al uso, seca de carnes, y no se complace en el hecho de infringir amenaza o castigo. Es una mujer redonda y femenina -recreada con acierto por la actriz Ana Wagener-. Una mujer que tiene pánico de lo que pueda pasarles a sus hijas. Un miedo que paraliza, y evita razonar, actuando de una manera impulsiva y violenta.
La relación de Bernarda y Poncia y sus hijas marca una novedad que la diferencia de otros montajes. ©BSP Pulsar sobre la imagen para ampliarla.
Angustias y Bernarda sobrepasadas -Patricia López Arnaiz- y -Ana Wagener-, cansada ©BSP Pulsar sobre la imagen para ampliarla.
La Bernarda de Sanzol se humaniza, cuando discute con Poncia, porque esta, se encara con ella. Un hecho nunca visto en ninguna de las versiones que conozco, y si Poncia lo hace, es porque se le permite la visión del director.
Poncia y la criada, señalan a Magdalena, coma “la hija que más va a llorar la muerte de su padre, porque era la única le quería”, y será Bernarda, quien pida que le bese antes de irse a dormir en un gesto amoroso, y Adela en la actitud de quien lo ha hecho desde niña, se sentará en las rodillas de su madre.
No, la Bernarda de Sanzol, no es la institución rígida a la que como mucho, se le permite besar el anillo, como prueba de sumisión.
En la imagen Sara Robisco (Martirio), Belén Landaluce (Magdalena), Eva Carrera (Amelia), ©BSP Pulsar sobre la imagen para ampliarla.
Sara Robisco (Martirio), Belén Landaluce (Magdalena), Eva Carrera (Amelia), y Claudia Galán (Adela), cuatro mujeres que desean vivir y gozar ©BSP Pulsar sobre la imagen para ampliarla.
A las hijas les ha sacudido esa igualdad gregaria enredando como moscas, en parte con un vestuario actual firmado por Vanessa Actif, la caracterización de Chema Noci, y en su forma de moverse. La amable Amelia luce su melena suelta con orgullo, Martirio se esconde bajo la capucha de su sudadera negra, como cualquier chica de una zona urbana. Angustias es una señorita en forma y fondo, como aún las hay, y Adela, tiene la rebeldía de una poligonera antisistema.
La interpretación de Ana Wagener como Bernarda, y la actriz Ane Gabarain, como Poncia, es rica, fresca y novedosa.
En los repartos corales no es sencillo marcar a cinco actrices jóvenes, en el mismo registro, pero el trabajo de Eva Carrera como Amelia, Claudia Galán como Adela, Belén Landaluce como Magdalena, Patricia López Arnaiz como Angustias, y Sara Robiscon como Martirio, es acorde en su diferencia.
En muchos montajes se ha suprimido, imagino que por economía a la Mendiga –Isabel Rodes-, un personaje corto pero que tiene su valor, y en su relación con la criada – interpretada con primor por Inma Nieto-, y de está, con Poncia, es donde se establece la cadena piramidal de mando, que basta con mantener a raya al inmediato inferior.
La irrupción en escena de María Josefa -la madre loca de Bernarda- Realizando en bufón. Un alegato al placer y a la carne, es la única concesión barroca del director. La actriz Ester Bellver regia, viste encajes blancos, como una novia eterna.
María Josefa -la madre loca de Bernarda- Ester Bellver no renuncia a vivir, ante el desconcierto de su hija, nietas y criadas ©BSP Pulsar sobre la imagen para ampliarla.
Martirio tolera que Angustias se case con Pepe el Romano, porque sabe que él, no la quiere, pero es el detonante del drama porque no consiente que Adela y Pepe, se amen ©BSP Pulsar sobre la imagen para ampliarla.
Completan el reparto las mujeres que asisten al duelo interpretadas por Ana Cerdeiriña, Chupi Llorente, Lola Manzano, Celia Parrilla, e Isabel Rodes, también como Prudencia, y Paula Womez como la Muchacha.
Alfredo Sanzol, como todo artista que se precie ha querido dirigir el clásico. Una decisión que tiene su mérito, quizá no era el momento más oportuno por la cantidad de montajes recientes con una calidad menos que discreta, pero es lógico, y plausible que el director quisiera echar su cuarto a espadas, porque visto en el montaje tenía mucho que decir.
El tiempo dirá como queda su montaje en el recuerdo del público en general, y de los adolescentes que acuden guiados a las funciones de CDN, el día que acudí a ver la representación, disfrutaron de ella, y algunos adultos nostálgicos se veían en ellos, y recordaban que, a ellos también les llevaron a conocer La casa de Bernarda Alba.
Ana Wagener -Bernarda-, cuando el drama culmina no dice “nos ahogaremos en un mar de luto», como el que dicta una sentencia a cumplir, lo dice como una realidad, que a ella misma le sobrepasa.
La casa de Bernarda Alba, en cartel en el teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional -Madrid-, del 3 de febrero al 31 de marzo de 2024
Texto Federico García Lorca Dirección Alfredo Sanzol
Reparto Ester Bellver (María Josefa), Eva Carrera (Amelia), Ana Cerdeiriña (Mujer 2), Ane Gabarain (La Poncia), Claudia Galán (Adela), Belén Landaluce (Magdalena), Patricia López Arnaiz (Angustias), Chupi Llorente (Mujer 1), Lola Manzano (Mujer 3), Inma Nieto (Criada), Celia Parrilla (Mujer 4), Sara Robisco (Martirio), Isabel Rodes (Prudencia/Mendiga), Ana Wagener (Bernarda) y Paula Womez (Muchacha)
Voces actores Elías González, Javier Lago, Jaime López, Daniel Llull, Carlos Serrano y Jaime Soler
Escenografía Blanca Añón Iluminación Pedro Yagüe Vestuario Vanessa Actif Música Fernando Velázquez Sonido Sandra Vicente y Pilar Calvo Movimiento Amaya Galeote Caracterización Chema Noci Ayudante de dirección Beatriz Jaén
Ayudante de escenografía Cristina Hermida Ayudante de iluminación Eduardo Berja Ayudante de vestuario Sandra Espinosa Ayudante de movimiento José Luis Sendarrubia
Ayudante de escenografía Cristina Hermida Ayudante de iluminación Eduardo Berja Ayudante de vestuario Sandra Espinosa Ayudante de movimiento José Luis Sendarrubias
Realización de escenografía Espacio Odeón, Gerriets, VNG led y Moquetas Roldán Telón de encaje: Sfumato
Fotografía y tráiler Bárbara Sánchez Palomero Diseño de cartel Equipo SOPA
Producción Centro Dramático Nacional
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