BCN FILM FEST 2024: Holland y Franco.
Por Nacho Cabana.
En un mundo donde el presidente de los EE.UU es capaz de aprobar a la vez un paquete de ayudas tanto para las víctimas del genocidio como para el ejecutor de este, donde la UE responde de forma opuesta a las violaciones del derecho internacional según el perpetrador sea amigo o enemigo (y su cercanía territorial) no es de extrañar que los seres humanos se hayan convertido en un elemento desestabilizador susceptible de ser lanzados (como si de residuos tóxicos se trataran) a un lado y otro de la frontera entre Bielorrusia y Polonia.
De esto último habla Green border, la nueva película de Agnieszka Holland vista en el BCN Film Fest 2024, que tiene entre sus logros haber contribuido (quién sabe si decisivamente o no) a que la extrema derecha (siempre tan empática con la familias blancas e intolerante con las que no lo son) pierda el poder en el país natal de Juan Pablo I.
Y se trata de un largometraje impresionante en sus dos primeros tercios, donde retrata (en un blanco y negro que huye de la estilización) la peripecia de varios personajes implicados en esta guerra sucia que usa a los inmigrantes y exiliados políticos como arma arrojadiza: una familia siria, una mujer afgana, una psicóloga polaca, unos activistas polacos, un miembro del cuerpo policial encargado de mantener “limpia” de extranjeros la llamada zona de exclusión entre Polonia y Bielorrusia.
Agnieszka Holland y su guionistas Gabriela Łazarkiewicz-Sieczko y Maciej Pisuk cambian la focalización en cada capítulo de la odisea de sus protagonistas logrando tejer una visión totalizadora y eficaz del drama. Hay secuencias absolutamente desgarradoras sin traspasar (estamos ante una ficción) las líneas rojas que sí cruzaba (con un efecto multiplicador al tratarse de un documental) 20 días en Mariupol.
Green border tiene dos o tres momentos finales en su último tramo donde podría haberse puesto punto final al relato. Pero, lamentablemente, Holland prolonga el tercer acto con la aparente intención de que el espectador se vaya del cine con cierto buen sabor de boca, dando lugar a secuencias que parecen directamente sacadas de otra película (el rap entre los hijos del paciente de la psicóloga y los dos adolescentes de color) para lo que echa mano de trucos de guion que no le habían hecho falta hasta ese momento, traicionando inútilmente el ritmo y la estructura dramática elegidos en un principio.
Una pena, porque podría Green Border se estaba acercado mucho a una obra maestra.
Memory de Michel Franco.
El mexicano Michel Franco es mucho más sutil cuando rueda películas en inglés (Chronic, Sundown, Memoria) que cuando lo hace en español (Nuevo orden, Daniel & Ana, Después de Lucía) tanto en cuanto a explicitud en la exposición de sus temas como en la elección de estos.
En Memory, presentada en este BCN film fest 2024 que llega a su fin, nos habla de cómo los agujeros existentes en la memoria debidos a un trauma, una enfermedad o una adicción, determinan las relaciones y comportamientos de las personas que los sufren cuando el tiempo ya ha pasado y la rutina ha asimilado las disonancias.
Es Memory un excelente largometraje que recuerda en cierta manera a las películas “bergmanianas” de Woody Allen (September, Otra mujer) que se beneficia tanto de las excelentes interpretaciones de Jessica Chastain y Peter Sarsgaard como de un cierto alejamiento de los conflictos al rodar Franco su film en planos tres cuartos bastante abiertos eludiendo tanto el plano general como (en menor medida) los primeros planos.
Y ofrece, además, Franco una visión de esos barrios (ricos o no) de Queens o Brooklyn que raramente salen en el cine comercial y donde vive buena parte de la población neoyorquina que antes hubiera podido permitirse vivir en Manhattan.
Con solo 44 años y una filmografía con solo un resbalón (Las hijas de Abril), Michel Franco se sitúa con esta Memory en la primera línea sucesoria de Cuarón, Iñárritu y Del Toro.