SITGES 2023: Enclaustrados.
Por NACHO CABANA
El éxito, primero nacional y luego internacional, de Verónica en Netflix ha hecho que la todopoderosa plataforma digital apueste, no por una secuela sino por una suerte de precuela / spin-off / ampliación de su universo cuyo referente más próximo (según su propio director, Paco Plaza) sería lo ocurrido a partir de Expediente Warren / The conjuring.
Hermana muerte ha sido la elegida para inaugurar este edición 2023 del festival de Sitges que nos tendrá con poco sueño y muchas pesadillas hasta el próximo domingo 15 de octubre.
Aunque Plaza admite que Hermana muerte está muy influida por Quién puede matar a un niño y (en menor medida) La residencia (no en vano, su protagonista se llama Narcisa), visualmente se acerca a Ida de Pawel Pawlikowski y a las “nunsexplotation”polacas de los 70.
Rodada en 4:3 y con encuadres que repiten longitud focal para agudizar lo repetitivo de la vida monacal, Hermana muerte se divide en tres capítulos de desigual ritmo; acumulándose la información en el tercero (y tocando un tema de nuestra guerra civil bastante inédito en el cine de la democracia) quedando por ello el acto intermedio demasiado dependiente de las pesadillas de la protagonista, una Aria Bedmar con la que Plaza repite el flechazo que tuvo en su anterior película, La abuela, con Almudena Amor, también presente en esta.
Excelente, el cualquier caso, el prólogo rodado en blanco y negro con cámaras defectuosas de los años 60 y gratificante el epílogo que enlaza esta Hermana muerte con Verónica.
También sufren una suerte de enclaustramiento los protagonistas de Halfway home de Isti Madarász, una comedia húngara incluida en Noves visions que mejor estar en una sesión de avanzada madrugada. La película se inscribe en un subgénero que podríamos denominar “solos en la morgue” y su director quiere darle un ligero toque pop para que entre mejor el componente romántico.
Lo consigue (más o menos) hasta la mitad de su metraje, acumulando a partir de de entonces explicaciones, reglas a su universo sobrenatural y acabando el film por debajo de sus modestas intenciones iniciales.
La familia protagonista de En attendant la nuit de Céline Rouzet, film encargado de abrir la vigésima edición de Noves visions no está enclaustrada entre muros pero sí se aísla a sí misma en una de esas urbanizaciones de barbacoa y piscina con la intención de tener controlado a su hijo adolescente para el que madre roba bolsas de sangre del servicio de donaciones donde trabaja (es un vampiro de nacimiento, cosa bastante insólita ya que los vampiros no se reproducen).
En attendant la nuit es demasiado previsible y acaba siendo una suerte de versión intelectual de Crepúsculo pero sale Élodie Bouchez (¿la recuerdan en La vida soñada de los ángeles?) y eso siempre justifica hora y media de nuestro tiempo.