Por NACHO CABANA.
La caída en los ejercicios acrobáticos suele significar el fracaso (total o parcial) del número, la constatación de su riesgo, la solidaridad final del público con el esfuerzo de los artistas. El riesgo de caída es omnipresente en esta especialidad circense amortiguado por la presencia ocasional de redes o colchonetas bajo el acróbata; su superación, prueba de la destreza y entrenamiento del ejecutante.
En The pulse, espectáculo de Gravity & Other Myths con el que se ha abierto el Grec 2023, incorpora el desmoronamiento a la coreografía que la compañía australiana presenta acompañado del Cor de Noies de l’Orfeó Català. Torres humanas de cuatro personas caen o son empujadas como colofón o parte importante de alguno de los números por lo que el “sense of wonder” inherente a la actividad circense queda incorporado a lo que de danza contemporánea hay en el show.
Danza y circo se mezclan, por tanto, en The pulse con las privilegiadas voces de 36 mujeres dirigidas por Buia Reixach que asume un papel protagónico en alguno de los números, huyendo del estatismo propio de las corales y moviéndose de un lado al otro del escenario totalmente acompasadas con los equilibristas. Uniformadas de negro, las catalanas; en combinaciones de camisetas, tops y shorts grises y blancos, los australianos.
Especialmente destacable resulta la suavidad con que los integrantes de Gravity & Other Myths ejecutan sus movimientos, tanto si los hacen solos (el fragmento en el que, tras contonearse en el suelo y de pie como si no tuviera huesos, uno de los miembros acaba acorralado por el resto de actores) como si forman parte del conjunto (la escalera que se convierte en pirámide). Literalmente, parece que se están pasando pañuelos unos a otros en lugar de personas.
Son igualmente sobrecogedores los dos momentos en que una de las mujeres se queda sujeta únicamente por la cabeza a tres personas de altura sobre el vacío.
No hay más escenografía que unas cuerdas que se tienden y conforman durante el espectáculo (y que alguno pensaba iban a servir para algún funambulismo) ni más hilo argumental que las ventajas de trabajar en colaboración, ayudándose los unos a los otros. Y la referencia en subtexto a los castellers y su dinámica. O la broma de las panzas de alguno de los artistas convertidos en teclado humano.
Tuve la suerte de asistir a la representación el viernes, después de que la lluvia obligara a la suspensión de The pulse el jueves y decir que el crescendo hacia el clímax (oportunamente subrayado por la introducción de música electrónica) convirtió la frustración de la víspera en entusiasmo, reconocimiento y aplauso.
De acuerdo, es un poco El circo del sol, pero con un toque elitista que le viene muy bien al conjunto.
