La gramática, escrita y dirigida por Ernesto Caballero, un verdadero todoterreno teatral, es una comedia que gira en torno a un neurocientífico que intenta paliar las secuelas que sufre una limpiadora de la RAE tras un peculiar accidente. Durante su jornada laboral, una avalancha de libros de gramática cae sobre ella, dejándola inconsciente. Al despertar, la limpiadora, antes malhablada, adquiere un conocimiento sólido y exhaustivo que la convierte en una experta en gramática y oratoria, con las normas de Nebrija y la RAE grabadas en su mente.
Sin embargo, este inesperado cambio tiene consecuencias negativas: la mujer sufre un desarraigo social y familiar. No es el conocimiento lo que la separa de los demás, sino su soberbia, que la lleva a adoptar una postura intransigente. Corrige a todos de manera taxativa, acompañada de aspavientos de desprecio, incluidos su marido y sus hijos.
La trama plantea una especie de anti-Pigmalión. Si en la obra de Bernard Shaw un profesor de fonética apuesta que puede transformar a una joven florista de jerga incomprensible en una erudita en poco tiempo, aquí el neurocientífico, con su terapia, busca justo lo contrario: devolver a la limpiadora a su estado anterior, aquel en el que apenas podía hilar cuatro palabras correctamente.
Aunque la obra está concebida para hacer reír, el argumento en ocasiones no pasa de ser una mera anécdota, ya que, en realidad, al público no le importa demasiado si el experimento resulta exitoso o no. Lo que atrapa y divierte es la parodia que María Adánez hace de una inflexible defensora de la corrección lingüística. Las carcajadas surgen cuando el personaje –que se hace llamar “sujeto mujer”– verbaliza con una lenguaje vibrante y explícito acorde a su natural, situaciones cotidianas, como una reunión de comunidad de vecinos o un partido del Atlético de Madrid, equipo del que es ferviente seguidora, en contraste con su jerga original de barrio. La comicidad brota de la hipérbole que Adánez interpreta con todo acierto, haciendo uso de todos los recursos que la comedia le permite.
Por su parte, el actor José Troncoso resulta un apoyo imprescindible para la interpretación de Adánez. La elección de Troncoso es un acierto deErnesto Caballero ya que tiene la capacidad de integrarse en un reparto coral y destacar al mismo tiempo. En el escenario, nunca deja de actuar, y en este caso, su presencia es fundamental al dar vida al neurocientífico que intenta “resetear” al personaje principal para devolverle la frescura y espontaneidad de la chica de barrio que todos apreciaban.
La dirección y puesta en escena funcionan como nos tiene acostumbrados Caballero, que ha contado para el diseño de espacio escénico y video escena con Víctor Longás, Iluminado por Paco Ariza. El diseño de Sonido es del propio Caballero y de Pablo Quijano, un trabajo conjunto con el que también es su ayudante en la dirección, y el vestuarioAnna Tussell
La gramática está programada hasta el 22 de diciembre en la Sala Max Aub de Nave10 Matadero
Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.
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