Wagner y los veranos de mi adolescencia

Wagner y los veranos de mi adolescencia

Los veranos de mi adolescencia sonaban a la música de las óperas de Wagner que emitía Radio Clásica desde Bayreuth, el teatro que le construyó Luis II de Baviera, el «Rey Loco», a orillas del río Meno, en el Este de Alemania. A cierta edad todos queríamos ser primos de «Sissi» y tener un águila y un cisne escondido en un rincón de nuestro cuarto.

Como la cobertura en aquel valle dominado por la Sierra de Gredos no era buena, tenía que subir a una pequeña montaña cercana a mi casa para sintonizar bien la radio. Las hormigas y otros bichos se metían por mis sandalias y me hacían cosquillas. Yo los miraba con curiosidad y les dejaba que hicieran de las suyas.

Era el momento de prestar atención a la música romántica de «Rienzi», «El holandés errante», «Tannhauser» y «Lohengrin». De dejarse llevar por el mundo mítico de «El anillo de los nibelungos», el poema de amor y muerte que representa «Tristán e Isolda» (con el que se acaba de inaugurar la temporada 2015), la gracia contrapuntística de «Los maestros cantores» y el misticismo de «Parsifal» y sus caballeros. Wagner había creado algunas de las alegorías más hermosas y a la vez terribles de la historia del arte y, por tanto, de la humanidad, aunque en esa época todavía no me había apercibido de ello.

Con el tiempo pude escuchar a la orquesta del Metropolitan Opera House de Nueva York interpretando la Tetralogía, bajo la dirección de James Levine, y constatar una vez más que ese oro robado a las hijas del Rin es una prodigiosa metáfora de la actualidad. El mundo se lo disputan los dioses y los Nibelungos, personificados en Wotan y Alberich. El primero desea construir una fortaleza donde vivir con su mujer y el resto de dioses, y necesita dinero para pagarla (se la encarga a dos gigantes), mientras que el segundo se empeña en seducir a las ninfas que viven en el río guardando el tesoro. El pobre no comprende que es muy feo, y ellas se burlan de él. ¿Qué es lo que hace para vengarse? Algo típico de los seres humanos cuando se sienten atacados en su amor propio, renunciar al amor y robar el oro. Del oro saldrá el famoso anillo gracias al trabajo de otro nibelungo, Mime. Poco después Wotan robará el oro para pagar su fortaleza, pero la maldición estará echada por parte del enano Alberich, ya que quien lleve el anillo acabará muriendo.

Esto le ocurrirá al primer gigante, Fasolt, que será asesinado por su propio hermano, Fafner, para quedarse con el oro. Después Fafner se convertirá en dragón y guardará el anillo en una cueva, hasta que llegue el héroe, Sigfrido, y le atraviese con su espada. El propio héroe morirá a manos de Hagen, el hijo de Alberich, y, por último, la protagonista de este drama, Brunilda, deberá inmolarse con el anillo para que el oro vuelva al Rin. Si me descuidaba, escuchando las dos frases bellísimas del final y el redundante leitmotiv de Sigfrido, las hormigas se deslizaban por mi piel como si estuvieran en la montaña rusa de un parque de atracciones, y también lo hacía todo un bestiario de insectos extraños a los que mi sangre debía de resultarles muy apetecible.

En sucesivos artículos escribiré sobre las óperas de la Tetralogía. Este lo envío a la revista mientras escucho el final de «Tristán e Isolda». El amor eterno todavía es posible.

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Wagner 2 para Tarantula

 

Autor

Justo Sotelo
Novelista y catedrático de Política Económica, es profesor en los prestigiosos ICADE (Universidad Pontificia de Comillas) y CUNEF (Universidad Complutense de Madrid). Licenciado y doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y máster en Estudios Literarios y en Literatura Española. Ha escrito varios libros de economía y decenas de artículos, así como cinco novelas (La muerte lenta”, 1995, “Vivir es ver pasar”, 1997, “La paz de febrero”, 2006, “Entrevías mon amour”, 2009 y “Las mentiras inexactas”, 2012), sendos ensayos sobre los escritores Manuel Rico, 2012, y Haruki Murakami, 2013, y un libro de microrrelatos, los "Cuentos de los viernes", 2015. En la actualidad está escribiendo un segundo libro de microrrelatos: "Cuentos de los otros" y una nueva novela.

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