De «Todas las canciones hablan de mí» hasta «Volveréis», ambas de Jonas Trueba, son una crónica de la evolución, siempre en movimiento de cómo ser mujer y ser varón, para vivir y amar mejor. En la imagen: El actor Vito Sanz e Itsaso Arana, la pareja protagonista de «Volveréis» y además firman el guión con el director Jonás Trueba
Por Luis Muñoz Díez
El 18 de diciembre de 2024 se hizo pública la nominación de Vito Sanz a los premios Goya, como mejor actor protagonista y la de Miguel Ángel Rebollo en la categoría de mejor dirección de arte por su trabajo en Volveréis, de Jonás Trueba.
La casualidad quiso que, precisamente ese 18 de diciembre, se cumplieran 14 años de la publicación de la entrevista que le hice a Jonás para la campaña de promoción de Todas las canciones hablan de mí.
Quedé tan gratamente sorprendido Jonás que, en febrero de 2011, cuando la película iba sobre ruedas en taquilla, lo volví a entrevistar para que me contara cómo le gustaba ver el cine, en un momento en que las salas comenzaban a no ser el único medio para disfrutar de esta experiencia.
En el photocall, la juventud del director, que debutaba con 30 años, sorprendía a todos. Yo aclaraba a quienes tenía cerca que su padre era aún más joven cuando presentó Ópera prima, con apenas 25 años. Aquella película llegó al público en el momento justo, porque los espectadores se reconocían en los personajes. Madrid podía ser París si estabas enamorado, y los lugares frecuentados se identificaban fácilmente, quedando la película como un retrato de toda una generación.
Fernando Trueba continuó con una carrera sólida, reconocida y multipremiada, abarcando con maestría diferentes estilos. Sin embargo, Violeta (Paula Molina), Matías (Óscar Ladoire) y León, el chico de la moto (Antonio Resines), y sus maneras de relacionarse entre ellos, han quedado atrás en el tiempo.
En 2010 rodaba León de Aranoa, Alex de la Iglesia, Paco Cabezas o Villaronga, con unas películas de vigorosa denuncia, y la aparición de Jonás, presentando una película sobre un chico, que iba a los bares de moda. Leído, con dudas existenciales que despejaba con letras de canciones frases literarias e incluso, pensamientos filosóficos, chocaba, y la crítica no fue benevolente, pero el público acudía a la sala a verla, él, tenía derecho a echar su cuarto a espadas, hablar de lo que vivía, y sí, había personas a las que les interesaba.
Catorce años después volví a leer la entrevista con Jonás, y en ella reconocí la continuidad de su estilo costumbrista apacible acomodado, que retrata a una generación de una clase social que tiene la posibilidad de elegir. Un cine quizás algo cercano a Woody Allen, en el que las vocaciones artísticas se desarrollan de manera natural. Con Madrid como protagonista, Jonás indagaba en las relaciones amorosas y personales de una generación que ha evolucionado junto con él, adaptándose a los cambios constantes.
Es curioso lo claro que tenía desde el principio lo que quería decir en su cine, porque sigue trabajando en ello con acierto. En Todas las canciones hablan de mí, Ramiro (Oriol Vila) vive un momento de desconcierto personal y sentimental con Andrea (Bárbara Lennie). Cuando el director hablaba de Ramiro, destacaba como el logro de la película un hecho importante:
“Ramiro consigue formular un discurso… y no es tan importante lo que dice, sino el hecho de hablar, de expresarse. Quizás de una manera torpe, pero se expresa, y eso cierra la película de alguna forma”.
Con esto, apuntaba una idea imprescindible para derribar el hermetismo al que históricamente se ha obligado al varón, impidiendo que muestre vulnerabilidad alguna. La mujer siempre ha ido por delante, trabajando para imponer su espacio de igualdad. Esto desconcertó en un principio al genero masculino, cuyo objeto de amor ya no era como su madre. Sin embargo, con el tiempo, el hombre ha aprendido a seguir su instinto, ampliando el catálogo de maneras de ser varón, y ahora es más libre.
De Ramiro de (Todas las canciones hablan de mí) a Álex (Vito Sanz ) en Volveréis, en su relación con Ale, interpretada maravillosamente por Itsaso Arana, hay todo un camino recorrido. Ambos actores y el director firman el guion.
En Volveréis toma como pretexto la decisión de Ale, quien propone a Álex organizar una fiesta para celebrar su separación. La idea, que Ale guarda como un legado a cumplir, proviene de un comentario de su padre:
“Las parejas deberían celebrar su separación, porque esta es la consecuencia de una parte de la vida que se cierra, con mejor o peor saldo. No hacerlo en un acto tan peregrino como una boda, donde no hay más que un puñado de buenas intenciones para emprender un camino incierto”.
Ale adopta esta frase lapidaria como una verdad inamovible, aunque no se plantea si el comentario fue fruto de una reflexión profunda o algo espontáneo. Sin embargo, al comunicárselo a su padre, este no recordaba ni haberlo dicho.
La fiesta es el pretexto para mostrar cómo Ale y Álex reaccionan ante su decisión, así como la reacción de amigos y familiares al enterarse de la separación, y de la celebración. Lo que antes era un murmullo compartido en la intimidad de la pareja, ahora toma otro sentido al verbalizarse y compartirse a la luz del día.
En este proceso, y ante las reacciones que ven reflejadas en el espejo de sus caras, familiares y amigos sin necesidad de utilizan un lenguaje oral. Aunque pasada la perplejidad nadie contradice la decisión, por llevar al límite esa “elegancia máxima” de vivir y dejar vivir, el silencio y las sutilezas son más reveladores que las palabras.
En paralelo, Ale está finalizando la película que acaba de dirigir. Convoca a amigos para un pase privado del primer montaje, otorgando una importancia casi obsesiva a palabras muchas veces improvisadas, en busca de una valoración inteligente. Esta indecisión pesa en Ale como una revelación incuestionable, igual que le ocurrió con las palabras de su padre.
Ponderando que el valor de la palabra es relativo, dado que el que habla y el que escucha, no tiene porque estar interesados en el mismo nivel, y lo que para uno es importante como en el caso de Ale su película, para los demás puede ser ajeno.
A lo largo de los día, la pareja se rodea de amigos que los acompañan mientras cenan o comparten momentos cotidianos, como cuando Álex acompaña a un amigo al parque con su hijo. Estos personajes están interpretados por actores cercanos al cine de Trueba, como Jon Viar, Fernando Trueba (como el padre de Ale), Sigfrid Monleón, Irene Escolar, Andrés Gertrúdix, Ana Risueño, Isabelle Stoffel y Francesco Carril, actor fetiche del director. Todo ello está acompañado por la música de Iman Amar, Ana Valladares y Guillermo Briales, y por la fotografía de Santiago Racaj.
El resultado es tan amable como sugerente, para los más críticos un mundo imaginario. Los personajes, que se mueven en el ambiente cinematográfico, reaccionan con naturalidad ante lo cotidiano. Esto, que parece simple, es lo que más entretiene y estimula nuestra parte pensante. La frescura de Jonás permanece intacta, y el trabajo de Vito Sanz es impecable, al igual que el de Itsaso, como el reparto coral que los acompaña.
Jonás apuntó con su primera película que verbalizar es imprescindible, y cuando se hace, salvando los malos entendidos, se vive y se ama mejor.
La película cuenta con el Premio a mejor película europea en la Quincena de Cineastas, de Cannes, y ahora su actor protagonista y su director artístico están nominados a los Goyas que se entregaran en Granada. Sin embargo, el verdadero premio para el cineasta, es la continuidad de un trabajo ascendente. Jonás Trueba, cuenta con una sensibilidad propia, filma historias que, de no ser por él, probablemente nunca existirían.
“Volveréis” está disponible en la plataforma Filmin
Se trata de una Coproducción España-Francia; Los Ilusos Films, Les Films du Worso, arte Francia Cinéma, RTVE