En la imagen los actores Fran Vélez y Alberto Barahona El Mar inundará nuestro país (Eduardo II), de Víctor Barahona (sobre la obra El problemático reinado y la lamentable muerte de Eduardo II, rey de Inglaterra, y la trágica caída del orgulloso Mortimer, de Christopher Marlowe)
«Sería más fácil olvidar la comida que nutre mi cuerpo miserablemente, que vuestro nombre, que nutre tanto mi cuerpo como mi alma, llenado una y otra con tanta dulzura que ya no siento cansancio ni miedo a la muerte, mientras la memoria te conserva en mi mente»
Por Luis Muñoz Díez
Eduardo II, de Inglaterra ciñó la corona de rey de Inglaterra durante veinte años de 1307 a 1327. Su reinado no se salía de la norma, todo se dirimía con conspiraciones y asesinatos, sin distingos entre sangre ajena o propia. La razón era siempre del que quedaba vivo, dueño del relato, en que todo quedaba justificado con la palabra “traición”
El rey casado con Isabel, hija el poderoso rey de Francia, y ni aún así guardaba las formas. Tenía como mano derecha a Gaveston, siendo ostentosas las prebendas y parcelas de poder de las que disfrutaba su favorito, aun siendo él, aún un mero heredero, de ahí la media de mandarlo al exilio que dictó su padre el rey Eduardo I, pero fue el escritor Christopher Marlowe (1564-1593), el que en su obra de largo título en la que enumera de todo lo trata como si fuera un indice: El problemático reinado y la lamentable muerte de Eduardo II, rey de Inglaterra, y la trágica caída del orgulloso Mortimer. Marlowe pone nombre al vinculó que unía a los dos hombres, nombrando su relación como una historia de amor pura y dura.
Víctor Barahona, contempla el hecho como forma de visibilidad del amor homosexual. Una demanda oportuna y legítima, pero lo que tiene verdadera enjundia y, para mí va más allá. Es que no nos presenta a los dos enamorados como dos seres plenos de virtudes, muy al contrario nos presenta a un rey tirano, y a un amante caprichoso. Un monarca conocedor de la miseria extrema en que vivía la población sin inmutarse, vengativo, rencoso, y se comportaba como un monstruo con la princesa francesa, Reina y madre de su hijo.
Lo anterior no era vinculante de si su libido se satisfacía con pollas o con vaginas, era la moneda en curso de la época de todo soberano, e igual que el bolero pide al pintor “que pinte angelitos negros, que ellos también van al cielo” en El Mar inundará nuestro país, se reivindica el amor entre varones, sin reparar en su comportamiento, porque la visibilidad es para mostrar lo que hay a quien no quiere ver, sin necesidad alguna de sopesar, cualidades personales.

En la imagen el actor Alberto Barahona, un rey en la ducha «El Mar inundará nuestro país (Eduardo II), de Víctor Barahona
Para poner en antecedentes al público, de la alambicada historia, que figura con versiones contrarias en los textos, y remarcar el propósito de exponer a la luz el amor entre hombre. Víctor director, inicia la función con un solo del actor Fran Vélez, vestido de marinero, en un giño a la antigua Grecia, con un discurso es hermoso en sí, dicho por el actor como una de oración oración, o como una premonición que inexorablemente se va a cumplir.
En su parlamento hará un recuento de los nombres que figuran en el libro de la historia, con mayúsculas, que amaron y fueron amados por hombres, y que con tesón se ha ocultado en aras de defenderlos de cometer el peor de los pecados, hará referencia a la obra de Marlowe, en la sentencia o promesa de amor de Eduardo a su amante, que no duda en asegurarle que El mar inundará nuestro país, antes que permitir su separación.
Al margen de la historia, y es un trabajo difícil mi intención es significar como un logro la pieza bizarra, contundente y efectiva que nos presenta Víctor Barahona, con una puesta en escena, directa, y al grano. La sobriedad seca de la puesta en escena, se resuelve con un atrezo indispensable, y unas cortinas de plástico. Que permiten dividir espacios, y mostrar escenas paralelas.
El reencuentro de los amantes como está previsto se produce, en sus palabras se aprecia que no van a dar tregua a nadie que haya evitado, o esté en contra de su unión. Sin usura a la hora de echar mano de la horca, el cuchillo o el fuego. El rey le promete que, los caprichos de Galveston, serán ley, y su amor legitimará cualquier acto, como ejemplo destituirán al obispo, y se permitirán el desahogo de verter sobre él, sus orines.

Sonia Galán y Aida Mercadal, como reinas o en Cabaret, espléndidas «El Mar inundará nuestro país (Eduardo II), de Víctor Barahona.
Sonia Galán, será la reina Isabel, que apenas puede pronunciar palabra como un animal herido. En el suelo -como un bebe gigante-, añora su dignidad y belleza perdida. Mientras Aida Mercadal como un espejo de la misma reina, e igualmente coronada, vierte vino desde arriba en una copa el licor derramado sin delicadeza. El vino salpica todo su cuerpo, y moja los muslos desnudos de la reina, macha sus mulos desnudos, linderos de su sexo, y su primoroso «coulots» de encaje. Carne, y el encaje manchado de licor, que significó coqueta frivolidad de dulce placer, ahora es algo sucio y pegajoso, que desasosiega.
En un momento dado que se rompe la cuarta pared, y la representación se vuelve ensayo. El actor Alberto Barahona cuestiona si la persecución de la pareja estaba motivada por su orientación sexual o por la tropelía de su reinado. Una buena pregunta, porque ante el comentario de alguien ante la caída de un político, que dijo «pues era un buen político», el que escucha, le rectificó “sería una buena persona, solo se puede considerar buen político al que flota como la mierda, por lo que se puede deducir que el infortunio del rey, fue la consecuencia de la mala gestión de sus despropósitos.
El actor Alberto Barahona es el encargado de interpretar a Eduardo II, componiendo al rey tirano de una pieza, con el orgullo de los monarcas medievales otorgado directamente por los dioses, su talón de Aquiles, y la única causa de sus desdichas, es estar privado de la presencia de su amado Gaveston.
Contando con la iluminación de José Muñoz, la dirección musical y composición de Eider Esnaola, el espacio escénico y sonoro de Ele Jota, y el vestuario de Sonia Galán y Víctor Barahona, que es un valor en sí mismo, aportando datos a la misma dramaturgia, es un valor en sí mismo, que estimula lecturas.
El trabajo de los cuatro interpretes es enorme, y logran la fuerza dramática suficiente para que se mantenga la inclemente crónica de desamor, con consecuencias apocalíptica. De los actores Alberto Barahona y Fran Vélez conocía la calidad de su trabajo, y la labor de las las actrices Sonia Galán y Aida Mercadal, las dos reinas, ha sido una gravísimo descubrimiento
Víctor logra que dentro del drama áspero e inclemente se perciba la vulnerabilidad de la carne lacerada, lo apuntaba antes cuando decía que el licor vertido en los muslos de la reina -como un bebe gigante- dolía, también duele cuando al rey le bajan un slip blanco, para cumplir algo que no vemos como cuenta la leyenda que, le penetraron con un hierro candente.
Espero que la pieza Víctor Barahona, tenga una larga vida en la cartelera, merece ser apreciada por el público.

En la imagen el actor Alberto Barahona, un rey medieval con estética de arte pos Pop homoerótico «El Mar inundará nuestro país (Eduardo II), de Víctor Barahona
El Mar inundará nuestro país (Eduardo II) está programada: domingo 10, lunes 11 y martes 12 de julio de 2022, dentro del clasicOFF, el X Festival Experimental de Teatro Clásico de Nave 73 y en el mes de septiembre de 2022 estará en cartel en DT Espacio Escénico -Madrid- más información AQUÍ.
Autoría y dirección: Víctor Barahona (sobre la obra El problemático reinado y la lamentable muerte de Eduardo II, rey de Inglaterra, y la trágica caída del orgulloso Mortimer, de Christopher Marlowe) Intérpretes Alberto Barahona, Sonia Galán, Aida Mercadal, Fran Vélez
Iluminación: Jose Muñoz Vestuario: Sonia Galán, Víctor Barahona Dirección Musical y Composición: Eider Esnaola Espacio escénico y sonoro: Ele Jota Producción: La Jabonería