Con Vataria´77, basada en «El castigo sin venganza» de Lope de Vega, Elena Guevara como dramaturga y Miguel de Miguel como responsable del montaje, pintan una acuarela turbia como la condición de la culpa.
Por Luis Muñoz Díez
Vataria´77 es una versión libre de la obra «El castigo sin venganza» de Lope de Vega, la versión la firma como dramaturga Elena Guevara, dirigida por Miguel de Miguel. La trama del clásico es un laberinto de pasiones donde el maduro Duque de Vataria se casa de nuevo, con una hermosa joven llamada Casandra.
Una boda que viene a romper la armonía familiar del guerrero, porque el amor, siempre caprichoso, hace que Federico hijo del Duque, caiga rendido ante los encantos de su madrastra, y esta, ante el desinterés que demuestra el Duque por su bello y ardiente cuerpo, cae rendida en los brazos de su hijastro Federico, más próximo en ardores y edad.
El argumento de un hombre entrado en años y con éxito que, se case con una mujer joven, es muy propio del género, y da mucho juego teatral por el componente de engañar a un hombre con su hijo, y a un padre con su mujer. Lo que conlleva luchas internas por contradecir lo que dicta el ejercicio de nobleza, y la prohibición religiosa, dando pie a hermosos versos, que únicamente que son fruto de los amores imposible, pero aún existiendo contienda interior en el noble joven, es la pulsión sexual quien inclina la balanza.
Miguel de Miguel -como director-, nos presenta al Duque como un mendigo que vive en un vertedero de basura, acompañado por su Pepito grillo particular, que es su leal criado Feste, que será su compañía fiel, y quien nos indique el hilo de la historia.
Si el espacio escénico creado por el propio director e iluminado por Carlos Alzueta, donde el señor Duque rememora su vida es el propio infierno o lugar atemporal, queda a discreción de quien lo valore. El drama se centra en el sentimiento de culpa que sufre el Duque, por el fin dio a su joven esposa y a su propio hijo. Una culpa que también anida en sus vástago por momentos, como es de esperar de un hijo bien nacido.
El verdadero drama del desdichado noble es su impotencia por no poder variar su trágico pasado, y ante su obstinado deseo de tener un salvoconducto para viajar en el tiempo, y modificar los hechos, la respuesta es que los hechos se repetirán una y otra vez en su imaginario hasta después de muerto, lo que se asemeja a lo que se llama infierno, en el que las almas de los que pecadores arden sin consumirse durante toda la eternidad.
Guevara articula la función con cinco personajes: El criado narrador, el señor Duque, la joven Duquesa, Federico el hijo del primero, y un quinto personaje que es Aurora la prima del joven, y su amor desde niños, llamada a ser su esposa, hasta que el destino puso por medio a la bella madrastra.
En Vataria ´77 nadie decide, y todos asumen un destino dictado desde el exterior como es el hecho de que el Duque tome esposa cuando no la necesita, a su joven esposa y su hijo los controla la pulsión sexual. Excepto Feste, criado y guía, nadie controla su destino, ni la prima que no es capaz de salir de ese circulo para casarse con el marqués que la pretende, y hacer borrón y cuenta nueva.
Precisamente en esa imposibilidad de olvidar, y decidir por ellos mismos se basa la tragedia, certificando que nosotros mismos, somos nuestro peor enemigo.
El actor Álvaro Moreno, compone un buen duque de Vataria, duro en la batalla y tierno para los afectos, dándole al personaje un toque de incredulidad ante todo lo que le ha pasado. Condenado al eterno tormento de revivir su tragedia. A su joven esposa la interpreta la actriz Irene Maquieira, quizá el personaje menos atormentado del triángulo amoroso, y es natural, porque su traición la comete con un marido que no ejerce como tal, y sus alegrías sexuales se las proporciona con un joven que no es nada suyo, contando con que el amor siempre es redentor para justificar los excesos carnales. Al objeto de su deseo lo interpreta el actor José F. Ramos, que recrea a un desdichado Federico, imprimiéndole oscuridad, porque como hijo, caballero y cristiano viejo, no encuentra escusa para sus actos.
Feste -criado y guía- y la prima Aurora, son dos satélites del triángulo. La primera porque no es suyo el temblor del triángulo amoroso. Algo que dada su condición de criado es común en los clásicos, que los pobres nacieron para servir, y no sufren esos arrebatos que atormentan a sus señores, a este Feste criado y custodio lo encarna con con eficacia la actriz Noelia Márnez. Aurora –la prima-, si que los sufre como la joven dama que es, pero nadie le pone plato en ninguna de sus mesa, Elena Guevara se hace cargo de encarnar a la dama despechada en sus penares y dudas.
De alguna manera en la versión del Lope que nos presentan Elena Guevara y Miguel de Miguel, se evidencia a la merced del destino que están sus personajes, por la reflexión hace Federico -que cito de forma no textual, pero que demuestra que al caballero se le mueven el suelo- He perdido a Dios, te he perdido a ti, y me he perdido a mi mismo, quizá porque la mayor dificultad que entraña el vivir, es ser dueño soberano de uno mismo, y todo lo que se pierde es porque no es tuyo.
La obra Vataria´77 ha estado programada dentro de IX Festival de Teatro Experimental Clásico, que organiza la Sala Nave73 de Madrid, conocido como ClasicOFF.
Vataria ´77 es una versión libre de El castigo sin venganza de Lope de Vega Dramaturgia: Elena Guevara Dirección: Miguel de Miguel Reparto: José F. Ramos, Elena Guevara, Irene Maquieira, Noelia Márnez y Alvaro Moreno Espacio escénico y vestuario: Miguel de Miguel Diseño de luces: Carlos Alzueta Espacio sonoro Irene Maquieira VIDEOESCENA Rubén Casteiva Diseño gráfico: Carlos Payá Brioso Vídeo Lorena Producción ejecutiva: José Manuel Rodríguez para Vataяïa teatro