«Un tranvía llamado deseo» de Tennessee Williams, adaptada y dirigida por David Serrano

«Un tranvía llamado deseo» de Tennessee Williams, adaptada y dirigida por David Serrano

«Un tranvía llamado deseo», de Tennessee Williams, un clásico del teatro americano y universal, nos llega adaptado y dirigido por David Serrano, en la imagen la actriz Nathalie Poza y el actor Pablo Derqui, recreando a Blanche y  Stanley @Elena C. Graiño

 

Por Luis Muñoz Díez

 

Desde que Marlon Brando rugió “¡Stella!” en la versión cinematográfica de 1951Un tranvía llamado deseo se convirtió no solo en una obra clave del teatro estadounidense, sino en un símbolo de lo que el deseo, la clase y la locura pueden representar en escena. Adaptar y representar este clásico supone siempre enfrentarse a sus mitos y a sus sombras. La versión que actualmente dirige David Serrano opta, con acierto, por no competir con el ruido: una puesta sobria, medida, sin alardes visuales, que deposita la fuerza en la palabra, en el ritmo y en los actores. Y funciona. Porque a veces el gesto más valiente en escena es el de la contención.

Blanche: violencia que no golpea, pero hiere. Nathalie Poza interpreta a Blanche DuBois como una figura rota, pero no pasiva. Más allá de su fragilidad emocional, Blanche ejerce una violencia menos evidente pero igual de corrosiva: la del desprecio y la manipulación. Desde su llegada a la casa de su hermana, su actitud hacia Stanley es abiertamente clasista y humillante. “Él actúa como un animal… incluso hace el amor como uno” (Escena 4), dice con tono afectado. No necesita gritar: le basta con deshumanizarlo con palabras suaves y gestos de superioridad. Es una forma de violencia simbólica, más sutil pero constante.

Mitch y Blanche no podrían haber encontrado mejor acomodo que en el actor Jorge Usón, y la actriz Nathalie Poza.

Mitch y Blanche no podrían tener mejor acomodo que en Jorge Usón, y Nathalie Poza. @Elena C. Graiño

El vínculo entre Blanche (Nathalie Poza) y Mitch (Jorge Usón) es uno de los pilares mejor resueltos de esta puesta en escena. Hay química entre ambos actores, pero sobre todo hay verdad: Blanche necesita ser amada, y para eso construye una versión de sí misma que oculta el pasado y embellece el presente. “Me he dicho tantas mentiras que las he terminado creyendo”, confiesa en uno de los momentos más reveladores de la obra.

Mitch (Jorge Usón) y Blanche (Nathalie Poza) un actor y una actriz extraordinarios Mitch (Jorge Usón)

El actor Jorge Usón y la actriz Nathalie Poza, un Mitch y una Blanche extraordinarios @Elena C. Graiño

Usón aporta a Mitch una humanidad palpable, sin ingenuidad forzada. Su evolución —del afecto al rechazo— está llena de matices. Cuando descubre la verdad, su reacción no es teatral ni desproporcionada, sino profundamente humana. El daño que Blanche le provoca —por necesidad, no por crueldad— se convierte en espejo del daño que ella misma ha sufrido.

Stanley: sin la belleza bruta de Brando, pero con otras armas. Pablo Derqui construye un Stanley contenido, tenso, lúcido. Hacerse cargo de este personaje es un reto para cualquier actor. La belleza animal y sensual que identifica a Stanley con Marlon Brando, es un icono poderoso. Derqui maneja con altura otras cartas igual de poderosas: la amenaza controlada, el sarcasmo, la energía que se acumula y estalla cuando debe. No copia al Stanley mítico; lo reinventa.

Pablo Derqui construye un Stanley

El actor Pablo Derqui, no copia al Stanley mítico; lo reinventa. @Elena C. Graiño

Derqui  brilla especialmente en las escenas posteriores a la humillación por parte de Blanche. Cuando descubre la verdad sobre ella, no se lanza al grito ni a la agresión inmediata. Espera. Mide. Controla con precisión cada interacción con su cuñada y con Stella. En su mirada ya no hay resentimiento, sino dominio. “No es ella quien está en posición de leer ninguna lección”, parece decir su cuerpo antes que su voz.

Stella, entre el deseo y la negación, María Vázquez da vida a una Stella atrapada no solo en la violencia estructural, sino también en su propio deseo. Ella sabe quién es Stanley, pero no puede ni quiere dejarlo. Está emocional y físicamente enganchada a él, lo que explica su negación frente al relato de Blanche. La suya es una interpretación contenida, sin excesos melodramáticos, que transmite lo que no se dice con tanta fuerza como lo que se dice.

María Vázquez da vida a una Stella atrapada no solo en la violencia estructural, sino también en su propio deseo, en su vida ya no hay sitio para el imaginario de Blanche

María Vázquez da vida a una Stella atrapada no solo en la violencia estructural, sino también en su propio deseo, en su vida ya no hay sitio para el imaginario de Blanche @Elena C. Graiño

El reparto se completa con Carmen Barrantes (Eunice), Mario Alonso (Steve), una actriz y un actor competentes, presentes como amigos y propietarios de la vivienda que habita la pareja. Rómulo Assereto (Pablo), tiene la oportunidad de ser el receptor de las famosas palabras de Blanche: » yo siempre he confiado en la bondad de los desconocidos» y Carlos Carracedo el joven vendedor, que, confundido recibe el beso de la protagonista. Todos contribuyen a recrear ese mundo opresivo en el que la nostalgia, el deseo y el silencio van tejiendo el derrumbe de Blanche. La escena con el joven, donde Blanche lo detiene para besarlo -“He de besarle… solo una vez… suavemente en la boca”-, resume a la perfección su necesidad de ser deseada a toda costa, su intento desesperado de detener el tiempo, de conservar el poder que cree haber perdido.

En esta versión contenida, David Serrano no grita: susurra. Y eso, en un texto tan conocido, es una forma de valentía. La obra de Williams sigue viva porque nos confronta con verdades incómodas: que todos, incluso los más dañados, pueden herir. Y que a veces, juzgar con desprecio —como hace Blanche— es la forma más elegante y silenciosa de ejercer violencia.

Serrano sitúa el drama de Williams, el espacio escénico de Ricardo Sánchez Cuerda, iluminado por Juan Gómez-Cornejo, subrayado por el espacio sonoro de Luis Miguel Cobo.

Serrano sitúa el drama de Williams, el espacio escénico de Ricardo Sánchez Cuerda, iluminado por Juan Gómez-Cornejo, subrayado por el espacio sonoro de Luis Miguel Cobo.

 

Un tranvía llamado deseo está programado del 12 de junio hasta el 27 de julio de 2026  en la Sala Grande del Teatro Español, de Madrid, más información AQUÍ.

Dirección y adaptación: David Serrano

Reparto: Blanche Dubois: Nathalie Poza Stanley Kowalski: Pablo Derqui  Stella Kowalski: María Vázquez Harold Mitchell: Jorge Usón Eunice Hubbel: Carmen Barrantes Pablo: Rómulo Assereto Steve: Mario Alonso Joven: Carlos Carracedo

Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda Vestuario: Ana Llena Iluminación: Juan Gómez-Cornejo Espacio sonoro: Luis Miguel Cobo Movimiento escénico: Carla Diego Luque

Ayudante de dirección: Montse Tixé Ayudante de vestuario: Tania Tajadura

Producción Ejecutiva: Lola Graíño

Una producción deProducciones Abu,Milonga Producciones, La Casa Roja Producciones, Teatro PicaderoyGosua

 

Autor

Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.

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