Un invierno en la playa, de Josh Boone

Un invierno en la playa, de Josh Boone

Cuando una película versa sobre un conjunto de temas tan espinosos como la reconstrucción de toda una vida tras un dramático divorcio, el rechazo a cualquier atisbo de romanticismo como arma autodefensiva ante posibles futuros daños, el poder autodestructivo de las drogas o la incapacidad para asumir los cambios inevitables de la vida, es más que probable que el director en cuestión acabe naufragando en su pretenciosa empresa. Y terminará haciéndolo no por la incapacidad del espectador de captar los mensajes de su obra cinematográfica, sino muy especialmente porque el tratamiento de ciertos temas requiere de los creadores unas mayores dosis de empatía que aquella que la mayor parte de directores y guionistas están dispuestos a asumir con cada uno de sus espectadores. Cuando además enfocamos estos temas desde el prisma de una comedia romántica, la empresa se antoja si cabe mucho más compleja. Sin embargo existen historias que convencen, que, aún con sus muchos defectos, consiguen despertarnos un cierto atisbo de reflexión o, en su defecto, lograr que, al menos por unos momentos, tan sólo por unos  instantes, consigamos captar la esencia de aquel mensaje que en su día alguien con buena intención elaboró para nosotros. Hace algunos meses llegaba a nuestra cartelera un título que, aún tratando temas bien distintos, conseguía con creces un mismo objetivo. Su nombre: Amor y letras, de Josh Radnor. Ahora podría ser el turno de Un invierno en la playa. Una cinta que, aún estando a mucha distancia de la obra de Radnor, por momentos parece devolvernos a ese cine con mensaje y con ciertas dosis de sentido que tanto se echa de menos en la comedia romántica.

Puede que muchas de las situaciones de Un invierno en la playa estén cargadas de un exceso de artificialidad, que una vez más el director en cuestión (en este caso el debutante Josh Boone) opte por utilizar un buen puñado de recursos fáciles con el único objetivo de tocar la fibra del espectador, que su previsibilidad sea más que manifiesta no sólo en los compases finales de la película, pero no por ello la construcción de los personajes, el trasfondo en sí de la historia (no exenta de una cierta carga moralista) dejan de funcionar y convencer. A esto ayuda en gran medida el trabajo de un Greg Kinnear quizá demasiado encasillado en el género de la comedia, pero que una vez más nos demuestra que su abanico interpretativo resulta mucho más amplio que aquel que en su día, ya desde la recordada Mejor imposible, alguien pareció haberle asignado de un modo casi vitalicio.

Un invierno en la playa tiene momentos brillantes. Y los tiene tanto en su dimensión más cómica como sin duda en la más dramática. Lo acertado de muchos de sus diálogos se combinan con algunos guiños sin duda reseñables (sirva de ejemplo la conversación telefónica con ese Stephen King real a quien, como es lógico, sólo se podrá escuchar en su versión original). Y esto resulta meritorio si tenemos en cuenta que Josh Bonne afronta con la misma su debut en el largometraje. En su contra, sin embargo, parecen jugar demasiados factores… Lo hace un final de historia no a la altura de todo su planteamiento, lo hace un plantel de actores con no pocas limitaciones (Jennifer Conelly y Lily Collins se encuentran a años luz de Greg Kinnear), o un guión  irregular con demasiados altibajos.

Una película, en definitiva, que hace honor como ninguna otra a la esencia de su propio título. Y es que los inviernos en la playa resultan perfectos para observar el mar desde una cierta distancia, incluso para disfrutar de interminables paseos a escasos metros de su orilla, pero adentrarnos en sus gélidas aguas, aún pese a los numerosos rayos de sol que pudiesen insistir una y otra vez en acariciarnos el rostro, resultaría una idea tan desafortunada como lo es ahora profundizar en las entrañas de este título; una narración plagada de méritos y atractivos pero poco hábil en esos momentos que a muchos ahora se nos antojan clave.

 

Un invierno en la playa (2013), de Josh Bonne, se estrena en España el 14 de junio de 2013

Autor

Licenciado en Comunicación Audiovisual. Ha sido guionista y director de diversos cortometrajes amateur y presentador de diferentes programas para radio y televisión local. Trabajó en el departamento de dirección en series de TVE y Antena 3, así como ha escrito diferentes artículos de cine en guías y revistas especializadas, tales como lanetro o Travelarte.

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