En la imagen los actores Juan Silvestre y César Oliver.
Un Corazón Normal es la adaptación al castellano de la obra teatral The Normal Heart, que Larry Kramer escribió en 1985, basada en su vida y considerada una de las piezas claves para la visualización de la tragedia que supuso para la comunidad gay el VIH y SIDA, y la controversia que causó en su propio seno.
La obra salió de los circuitos off y gay cuando el realizador Ryan Murphy la convierte en exitoso telefilm con actores del circuito comercial como Mark Ruffalo, Matt Bomer y Julia Roberts, con guión del propio autor. Así, un texto que era un grito de denuncia ante la intolerancia social y la política del colectivo, entró en la alfombra roja de la aceptación. Fue galardonado con premios tan alejados de la marginalidad o el off como el Globo de Oro, pero para que eso pudiera pasar hubo que esperar hasta el año 2014. Exactamente 33 largos años despues de que millones de hombres iniciaran su particular bajada a los infiernos.
Larry Kramer narra la experiencia que vivió a comienzos de los años 80 en la ciudad de New York cuando se diagnostica por primera vez una enfermedad desconocida, que ejercía efecto devastador en el fisico de los afectados con un final de muerte, que mermaba y aterrorizaba al colectivo homosexual.
En 1981, de pronto y sin precedente en EEUU, se corre la voz de alarma de una enfermedad que fulmina a todo el que la contrae. En un principio se consideró como algo ajeno a las personas de bien, dado que todos los enfermos eran maricas, en América también llamados «comemierda».
Si hoy en 2016, que se ha dado un paso de gigante, aún vivimos en una sociedad machista e intolerante, en los 80 del siglo pasado la opinión de la sociedad se dividía en dos bandos: los que consideraban que las relaciones homosexualidad era una práctica de degenerados y había que recluirlos en prisiones, y los más avanzados que lo consideraban una enfermedad mental, de hecho hubo que esperar al 17 de mayo 1990, que es cuando La Asamblea General de la OMS elimina la homosexualidad de su lista de enfermedades psiquiátricas.
Larry Kramer en su función cuenta para quién lo ignora lo mucho que ha costado cada pequeño logro de un colectivo estigmatizado historicamente. Valga como ejemplo: en la Europa de mediados del siglo pasado fue perseguido y castigado con igual saña en los campos nazis como en los gulags soviéticos. Kramer en Un corazón normal sitúa el epicentro de la historia en 1981, cuando la doctora Brookner pide a Ned Weeks que le ayude a informar de la grave situación a un colectivo que no deseaba ver lo que estaba pasando.

En la imagen los actores David Simón, José Guélez, Juan Silvestre y Pelayo Rocal. El director Jesus Amate ha sabido restar hierro a la obra.
Algunos activistas se negaban a renunciar a lo que poco que se había logrado para redimir de la culpa a los miembros de un colectivo con un alto índice de suicidios, por no aceptar algo tan irrenunciable como es ser como eran. Pero es difícil aceptar el miedo inoculado desde el primer biberón de leche templada a una condición condenada como nefanda, por las mismas personas que te quieren y te cuidan. Es imposible aceptar que lo que sientes sea bueno o normal, si a todo en el que confías les produce no sólo rechazo, también asco.
Si ya de por si aceptar la simple opción sexual era dar un paso de valentía, con el estigma del VIH y consiguiente SIDA, lo poco avanzado se retrocedió de golpe, parecía que la amenaza del castigo divino anunciada desde los púlpitos durante siglos se había cumplido, con un diagnóstico tan duro como era una muerte segura e indigna, porque primero arrasaba con el cuerpo, convirtiéndolo en el autentico pozo de miserias que es la enfermedad.
Había que sumar la falta de ayuda del exterior, que los miembros del mismo colectivo sentían culpa y no confesaban la enfermedad, incluso morían solos. La situación llevó a sus miembros a ser implacables entre ellos mismos, unos defendían el derecho a la privacidad, y otros eran de la opinión que había que visibilizar la homosexualidad, aunque fuera sacando a los gay de empellones de sus armarios.
Un Corazón Normal es un valioso documento, con una mimbraría dramática muy sólida, y si soportó bien el paso a la pantalla aquí no deja cabos sueltos. A pesar de que ha sido reducida la duración, la obra cuenta con unos personajes espléndidos, totalmente representativos del colectivo, que permiten al autor expresar todo lo que quiere decir.
El alter ego de Kramer en la obra es Ned Weeks, un personaje con mucha luz y muchas sombras, combativo. Un hombre de acción, perfecto para la reivindicación, pero sin capacidad negociadora, porque aún guardaba mucho rencor en su interior que necesita ser aliviado. El autor nos presenta un Ned que ha vivido una infancia complicada, igual que su hermano Ben. Los dos habían pasado por los divanes de los psiquiatras.
Su adorado hermano Ben, referente para Ned, sin duda víctima de la educación tradicional y machista, cuando supo de su preferencia sexual había permitido que lo hormonaran y le inyectaran testosterona, convencido de que la homosexualidad se podía curar como el catarro, ahondando en Ned el sentimiento de culpa.
César Oliver da vida al protagonista indiscutible de una obra por otro lado coral, porque todos los personajes son imprescindibles. Oliver pone voz y físico a un Ned encorsetado en su afán de ser recordado como un hombre, inquieto en todo momento, que clama justicia y reconocimiento. Enamorado por primera vez, y a punto de perder al ser amado, se implica con el apasionamiento que le mueve en la difusión de los riesgos del llamado «cáncer de los gay», y eso le acarrea enemigos dentro de sus propias filas.
Toda esa desazón esa inquietud que habita en Ned la sabe encarnar y trasmitir César Oliver, recreando un personaje doliente desde el segundo cero a que cae el telón, logrando un buen trabajo.
Igor Estévez es Ben, el hermano de Ned, el actor realiza un trabajo estupendo y muy difícil, porque representa a un arquetipo de persona educada en el machismo y la homofobia, que reacciona como tal, pero a su vez quiere a su hermano por encima de todo. Igor Estévez otorga un porte y una naturaleza al personaje, que lo hace improcedente pero humano.
Los actores César Oliver e Igor Estévez tienen química cuando están en escena juntos. Se retroalimentan, logrando una de las escenas más hermosas de la función, cuando César, en boca de Ned, pide como único deseo «que se le recuerde como un hombre», y no es difícil de entender que para Ned si su hermano lo considerase un hombre estaría redimido de la culpa que arrastra desde niño.
Diego Santo-Tomás es Félix Turner, el novio de Ned, un homosexual con su travesía de aceptación realizada. Con un pasado heterosexual, casado, padre de un hijo, asentado y reconocido, dirige la sección de moda del Times. Es la contra de Ned, que aún tiene mil gritos en el interior, y claro Ned se enamora del él. Diego Santo-Tomás aporta a su personaje calidez y confort. Como todos los personajes de la obra tiene su momento cumbre, y para Félix es cuando Ned vuelve a casa lo encuentra en el suelo y con la cara con sarcoma. El actor desgrana con un tacto exquisito unas emociones tan contradictorias como son la impotencia, la rabia, necesitar culpables y buscarlos en su ser amado, querer ser cuidado y rechazarlo al tiempo, por no poder aceptar su propio cuerpo llagado, con el telón de fondo la muerte. Diego Santo-Tomás realiza un delicado trabajo del que sale airoso.

En la imagen la actriz Amaya Halcón, que da vida a la doctora Brookner de espaldas el actor en su papel de médico inspector.
La actriz Amaya Halcón es la doctora Brookner, que pide ayuda a Ned para informar a la comunidad gay de lo que está pasando, lo que dice es lo que nadie quiere oír de un médico. En su mensaje está la alarma de la gravedad del VIH y su consecuencia el SIDA, en ese momento sin cura, sin poder dar contestación a las mil preguntas que se le hacen, porque no conoce las respuestas. Amaya Halcón da un punto perfecto a su personaje en el que no quita hierro pero estimula al paciente a afrontar la situación sin tirar la toalla.
David Simón da vida a Tommy, uno de los personajes mejor trazados: representa a esos homosexuales de físico delicado y voluntad de hierro, que saben poner color a la vida sin perder jamás el pie en la tierra. David Simón está entrañable, siempre brillante, como el personaje que interpreta, y tiene un monólogo en que está perfecto. Vestido como para llevar los anillos en una boda, vestido así para el funeral de un amigo, dando medida de la fortaleza y la gran capacidad de estar confortables en las perores circunstancias de la que gozan algunas personas.

En la imagen el actor Pelayo Rocal, que interpreta a Bruce Niles, se quita la presidencia del colectivo a Ned, porque es más guapo y da mejor imagen.
Pelayo Rocal es Bruce Niles, un hombre que es nombrado presidente de la asociación por su buen perfil, guapo, rodeado de guapos, en un momento en que los activistas quieren dar una imagen atractiva a la sociedad y al mismo colectivo. Pelayo Rocal lleva el papel de rival y contenedor de Ned con dignidad, pero tiene un momento en que se se hace dueño del escenario y emociona. Cuando narra la trágico viaje que realiza para acompañar a uno de sus amantes a rencontrase con su madre. El amante era un famoso modelo de ropa interior, que la enfermedad ha trocado su «belleza» por eritemas, y narra el avatar que tiene que vivir junto la madre del enfermo, porque no les permiten ni enterrar al cadáver.
Juan Silvestre interpreta a Micley Marcus, que trabaja en el departamento de medicina del ayuntamiento de New York. Se siente impotente al ver que no sabe nada, que no puede ayudar. Es consciente de que hay tal aluvión de datos y tan contradictorios que puede hacer daño con cualquier cosa que diga, por no ser cierta. Es un personaje muy rico, representa al hombre concienciado y riguroso. Juan Silvestre recrea con acierto la risa, la seguridad y la confusión de Micley, en todo el rico recorrido del personaje.
Toño Balach es Hiram Keebler. Toño Balach es la cara de la administración, dobla papeles, pero con todo acierto porque cualquier problema humano en cuanto que se enfrenta con la administración choca y rebota. La escritura de Kramer es generosa, porque crea personajes representativos pero no cae en tópicos como no lo hace con Ben, el hermano de Ned, tampoco con estos fríos personajes de la administración, y en las dos ocasiones Toño logra que debajo de la careta del personaje se vea una persona.
José Guélez dobla varios papeles, Grady y Craig, enfermero y es el otro chico guay, en todos cumple y ayuda.
El director Jesús Amate contaba con un buen texto, pero su puesta en escena entrañaba sus riesgos, por una parte es una obra documental, y a parte del público les puede sonar raro lo que ven y oyen, sin entender la dimensión del drama, al pensar erróneamente que sólo es un historia del pasado. Por otra parte, es un reto para cualquier director encauzar un personaje como Ned, que desde el principio precisa trabajar en un registro alto, simplemente porque el personaje es así, y modular personajes como el de la doctora, que es como un oráculo de la muerte, sin olvidar, que en obra todos los personajes tienen mucho peso. Conformando un cuadro de personajes muy variado, en forma, color y fondo. Realmente se precisaba de un director diestro para rasar cualquier exceso, y para mí el trabajo que ha realizado Jesús Amate con los actores es realmente brillante. El texto que llega al espectador en un buen punto, hay emoción cuando la tiene que haber, pero también distancia y elegancia para modular el ritmo dramático.
Un trabajo realizando, con las limitaciones de espacio y medios con los que cuenta el teatro off, sin que esto sirva de crítica para un circuito al que pertenezco de corazón, porque sin él, obras como Un corazón Normal no llegarían al público.

En la imagen los actores Igor Estévez, Diego Martínez Santo-Tomás, Amaya Halcón, Toño Balach, Jose Guélez, Juan Silvestre, César Oliver, David Simón y Pelayo Rocal.
Título Un Corazón Normal / Autor Larry Kramer / Dirección: Jesús Amate / Intérpretes: César Oliver, Amaya Halcón, Diego Santo Tomás, Pelayo Rocal, Juan Silvestre, David Simón, Igor Estévez, José Guélez y Toño Balach / Iluminación y Sonido: Matyssa Pérez.
En Sala AZarte -Madrid- jueves de mayo de 2016 a las 21 horas.