Un caballito soñado, una creación de Sigco, Babel y Cartoni, para BisturíEnMano

Un caballito soñado, una creación de Sigco, Babel y Cartoni, para BisturíEnMano

En la imagen Darío Sigco, Arturo Babel y Alessandra Cartoni, creadores e intérpretes  de Un caballito soñado, para BisturíEnMano. Foto Mario Martín

 

Por Luis Muñoz  Díez

 

La compañía BisturíEnMano representa de nuevo Un caballito soñado, una creación de Darío Sigco, Arturo Babel y Alessandra Cartoni. Un caballito, que conjuga con brío realidad y ficción.

En su forma acompañamos a Darío, Arturo y Alessia, que trabajan barajando ideas para crear una función, que se ponga luz sobre la precariedad de medios en que vive su generación, formulándose la pregunta: Que significado tienen hoy las palabras: Casa, familia, trabajo y futuro.

Trabajando sobre su idea irrumpe la vida real de una forma tajante: la madre de Arturo ha sufrido un ictus, para Arturo cae un velo que no le permite ver el color de la vida.

En una reunión perciben como coincide realidad y teatro. Su precariedad es similar al momento que vive Caridad Velasco Novillo, madre de Arturo. El ictus conlleva la perdida de funciones, y la necesaria readaptación para volver a la vida cotidiana.

A partir de ese momento Caridad Velasco Novillo será el eje de su trabajo. Caridad es una mujer que nació en la posguerra, que vivió el franquismo, la transición y la Movida en primera persona, asumiendo que lo provisional de nuestra existencia, nos deja en un estado constante de “precariedad”.

El planteamiento está propuesto con la pericia de la mejor dramaturgia, pero quiero resaltar que lo importante de Un caballito soñado es la forma en que se llega al fondo.  La función tiene magia y luz.

En la imagen Darío Sigco, Arturo Babel, Alessandra Cartoni, creadores e intérpretes Un caballito soñado, para Bisturí en mano. Foto Mario Martín

En la imagen Darío Sigco, Arturo Babel, Alessandra Cartoni, creadores e intérpretes Un caballito soñado, para Bisturí en mano. Foto Mario Martín

Darío, Arturo y Alessia hablan de su temblor, y su fuerza. Allando la notable similitud entre sus afanes y los de Caridad. En cada recoveco de su historia se encuentran con su propia emoción, y sus temblores, porque la seguridad, el sustento, el techo y la ancestral necesidad de ser  amados, es una demanda universal, que no le es ajena a ninguna condición social, ni punto geográfico en que se haya nacido.

BisturíEnMano ha creado un espacio mágico, que sublima el sentimiento y lo cotidiano, es una obra aceradamente tierna. Tierna por la sensibilidad con la que encaran Darío en blanco, Arturo en amarillo y Alessia en verde el avatar de su vida, y acerada por el rigor y franqueza de cómo lo cuentan, sin caer en lo fácil.

Darío Sigco es un actor excelente, con una trayectoria coherente, común a sus trabajos de creador y director, que en esta obra vuelve a ponerlo de manifiesto.

Arturo Babel para mí, ha sido una grata sorpresa conocer su faceta de actor, tiene una habilidad especial para componer voz y figura, se nota que ha tenido un buen maestro, y un gran talento para conectar con el público, una cualidad que no se aprende, se tiene o no se tiene.

Alessia Cartoni es energía en estado puro, aporta una historia que podría haberle sumido en el mayor desasosiego, pero su objetiva mirada, rescata el avatar de un padre escritor y alcohólico, en positivo.

La función filtra el pensamiento de que nada nos es ajeno, que la inquietud personal casa con la común, aunque no se vivan en los mismos tiempos, y sea preciso que ese conocimiento nazca en nosotros mismos.

Un caballito soñado es una función mágica, porque vivir es sí, es algo tan inexplicable como extraordinario. Enhorabuena Darío, Arturo y Alessia, es muy grato acompañaros en vuestra evolución creativa.

Un caballito Soñado es una creación de Darío Sigco, Arturo Babel y Alessandra Cartoni para BisturíEnMano

En cartel miércoles y jueves hasta el 19 de diciembre en la Sala Nave 73 -Madrid- más información de fechas, horarios y compra de entradas aquí

Autor

Desde que me puse delante de una cámara por primera vez a los dieciséis años, he fechado los años por películas. Simultáneamente, empecé a escribir de Cine en una revista entrañable: Cine asesor. He visto kilómetros de celuloide en casi todos los idiomas y he sido muy afortunado porque he podido tratar, trabajar y entrevistar a muchos de los que me han emocionado antes como espectador. He trabajado de actor, he escrito novelas, guiones, retratado a toda cara interesante que se me ha puesto a tiro… Hay gente que nace sabiendo y yo prefiero morir aprendiendo.

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