Tú necesitas música

Tú necesitas música

Todavía no puedo creer lo que pasa en ciertos lugares. Agradezco al cielo los amigos que tengo, entre otros motivos, por su respeto profundo por la música, y se que ellos la utilizan, pero saben controlar el exceso de tecnología, la verdadera pandemia de nuestro tiempo, una mezcla entre droga dura impuesta y virus controlado desde la macrociencia del capitalismo devoratodo. Por desgracia me doy cuenta que mucha, mucha gente está perdiendo la perspectiva, no podemos tirarnos al río y esperar que nos guíe la corriente; se lo están llevando crudo y a la gente posicionada supongo que le dará más o menos igual, algo de romanticismo quedará tras el dinero, eso no lo sé, lo que si sé es que a la gente que empieza nos están jodiendo vivos.

Odio Spotiflay por encima de todas las cosas, es el antiritual, el agujero negro de lo instantáneo, y no me gusta un pelo. Si lo encuentro por la calle puedo asegurar que tendremos un charla de aproximadamente tres puñetazos, y ya lo dejaré después dormir tranquilo. Me acuerdo cuando hace años, en La Coquette, por cierto, un garito de blues que flipas, en pleno centro con cerveza de trigo y pipas, que Josu García, actual guitarrista de Loquillo y con una carrera digna de respetar  me hablaba de aquello con una ilusión y una alegría tremenda… “¡Tio, sabes que han sacado una historia donde puedes escuchar lo que quieras cuando quieras y gratis! Por ahora es privado y va por invitaciones, yo ya no tengo más, tendrás que buscar cómo hacerlo, porque es la hostia!”. Yo con cara de circunstancia pensanba, “Venga, no me jodas…” No se que opinión tendrá Josu actualmente sobre la vorágine spotifariana, daos cuenta que empezaron como si fuera algo cool, solo para gente que mole, con invitación y eso. En serio, ¿cómo vas a creer en algo así? Bueno, creo que Pink Floyd, supongo que Waters, no lo vieron del todo claro, no se si a estas alturas del partido habrán claudicado, algo que entendería perfectamente, deben tener mucha familia.

Creo sinceramente que a la peña se le ha ido de las manos, no estamos hablando de comodidad y gratuidad, esto está muy bien, ¿en teoría todo tendría que ser cómodo y gratis verdad? Hay que cuidar la intrahistoria de un país, de una ciudad, es nuestra opción primera, podemos conocer a gente y empezar desde abajo a generar un cambio de conciencia en relación al papel de músico, el papel que cumplen las canciones, los conciertos y festivales dando ejemplo. Ya que las leyes no van a cambiar acorto plazo habrá que intentar crear unas nuevas a nuestra talla y al margen de las establecidas cuya base sea la educación, en ningún caso la prohibición, ni la obligación.

Ayer pasé por la plaza de Sol de madrugada, donde los hippys levantaban sus manos en asambleas inútiles; me encontré a un lobo blanco con parkinson, arrastraba una maleta roja…, pasé las siguientes dos horas junto a él y a una nueva amiga que nos encontramos comiendo chocolate con almendras y batido de vainilla, y mientras nos reíamos y reíamos también flipamos con las chapillas del edificio ahora de la Comunidad de Madrid. Son dos chapas, una conmemorativa a los caídos en la guerra de la independencia en 1808, y otra a las victimas de los atentados del 11M. El lenguaje y el contenido es insultante, uno no puede ser patriota y ensalzar el valor de los que un día nos salvaron el culo ante los franceses y llenarse la boca con palabras como justicia, libertad, etc…, mientras su patria se va al carajo descaradamente.

Uno se da cuenta que tiene que cuidar lo bueno e intentar abrir conciencias para generar un cambio útil, de base y fondo, de acción y violencia contra todo aquel que se deje llevar por la corriente de los días y de su tiempo. “No tío, hay que adaptarse, es el futuro”. A mi no me gustan los futuros impuestos, parece como si fuera un nuevo tiempo verbal de nuestra era y estoy empezando a estar muy cabreado. Todo el mundo escucha y necesita música pero luego no se es consecuente con la manera con la que se acerca a ella. Se ha perdido el ritual, la calma, el aprendizaje y el respeto por un oficio antiguo que ayuda a levantarse de la cama, hacer más llevadera la jornada de la gente que se va a partir el lomo por el país, o que genera ese exquisito baile lento antecesor de la cama o que te acompaña en viajes iniciáticos en una primera escapada con los colegas. Solo la gente triste no posee la capacidad de escuchar música, ya sea por dentro o fuera de la cabeza. Incluso sea preferible no hacer que hacerlo mal, antes estoy con los tristes que con los tontos que no se dan cuenta que se están cargando todo lo bello del arte a base de putas aplicaciones.

Autor

Autor e intérprete de canciones interesado en todo lo que se mueve alrededor del mundo de la creación artística, con especial devoción por el lenguaje musical, cualquiera que sea su fórmula o dirección. Sensible al cambio y a la tradición a partes iguales, es consciente de los rangos de calidad e importancia social de cada estilo y disciplina. Busca diferenciarse del modelo clásico de periodista especializado para sustituirlo por el de músico infiltrado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *