Mientras el público ocupa sus asientos, el escenario permanece en penumbra. La luz asciende lentamente hasta revelar la inconfundible silueta de Hernán Gené, de espaldas al público. A través de un recurso metateatral surge un profesor teatrólogo que introduce la premisa: el protagonista ha sufrido una pérdida irreparable y quiere contarnos su historia, aunque no sabe si debe empezar por el día de su muerte o por el instante en que la conoció.
En Tsunami, Hernán Gené se mueve entre la rutina teatral de un director, el homenaje al teatro a través de La tempestad de Shakespeare y una reflexión sobre el sentido de la escena. El relato se sitúa en una ciudad asediada, donde se finge normalidad para seguir creando, y desde ahí brota la pregunta: ¿cómo contar una historia cuyo final conocemos desde el inicio?
Gené construye un paralelo entre su papel como director y la figura de Próspero, el mago shakesperiano capaz de manipular personajes y crear ilusiones, del mismo modo que un director organiza lo que ocurre en escena. En este diálogo se confrontan la creación y la crítica, la poética y la política: el teatrólogo, voz de la conciencia, cuestiona la utilidad del arte, mientras el director encarna la obstinación de vivir solo para el teatro.
La obra avanza una vez hallada a la actriz adecuada, los ensayos en sótanos bajo las bombas y la persistencia del teatro en medio de dictaduras o conflictos bélicos. Como telón de fondo, figuras grotescas irrumpen para recordar que la violencia siempre acecha: la invasión de un pueblo puede resonar tanto en Sarajevo como en Gaza. Gené no desarrolla estos temas de forma exhaustiva, los abre al espectador, como heridas que no cierran pero que encuentran eco en el escenario.
Más allá de las ideas que se sugieren, lo que permanece es la potencia de su presencia en escena: su gestualidad, su baile y su manera de andar transmiten ligereza, como si el cuerpo no pesara. Gené es pura teatralidad y ofrece una lección magistral de movimiento y expresión. A su lado, Esther Acevedo encarna a la musa: la compañera que baila, guarda silencio o recita fragmentos de La tempestad. Dotada para el teatro cómico, despliega su versatilidad cuando la música cambia y el director impulsa su declamación subiendo en calidad del cero al cien. Se convierte en su sparring, su espejo, su réplica y contrapunto.
La música, escogida con precisión, sostiene la atmósfera y acompaña breves números musicales que intensifican la emoción y son un aliciente. El teatro, nos recuerda la obra, no cambia la vida del espectador antes ni después, pero actúa como un médico que, aunque no siempre cure, consigue aliviar. Esa es su verdadera fuerza: recordarnos, aun en medio del horror, que la vida puede transformarse en arte.
Tsunami es, así, un espectáculo impecable y conmovedor, donde Hernán Gené confirma que no interpreta: él mismo es teatro.
Tsunami, se estrenó el 11 de octubre de 2025 en la Sala El Umbral de Primavera -Madrid- / Dramaturgia y dirección: Hernán Gené / Intérpretes: Hernán Gené y Esther Acevedo / Ayudante de dirección: Esther Acevedo / Segunda ayudante: Laura Ubach / Máscaras: Raquel Alonso Romero / Diseño de iluminación: Juan Miguel Alcarria / Espacio sonoro: Juan Bellia / Fotografías: Take Rosell / Diseño de producción: Francisco García-Muñoz (Teatro Vivo) / Gracias también a ciertos autores de quienes tomé algunas palabras para construir esta dramaturgia: Juan Carlos Gené; Harold Bloom, Wilson Knight, Oriana Falacci, Jan Kott / Gracias a: Andrea Alvarez, CELCIT-Teatro La Veleta, Espacio La Ventana, Joaquín Hinojosa, África Lafite, Marta Larralde, Vanessa Rasero, Isabel Velarde.
