Por Luis Muñoz Díez
Eduardo Mendoza ha realizado la adaptación de True West –El auténtico Oeste-, con el talento de “médium” para que la obra escrita en inglés, se escuche en castellano con la intención integra que, su autor Sam Shepard quiso dar a su comedia negra.
La pieza escrita en 1980, y ambientada diez años antes. El autor la sitúa a 40 millas de los Ángeles, entre desiertos, casas de lujo blindadas, contra la cara B de la vida, con sonido de fondo grillos familiares, y amenazantes aullidos de coyotes.
La negra comedia se centra en dos hermanos, diferentes en forma, similares en fondo cuando se enfrentan a situaciones límites. Austin es un guionista meticuloso, con éxito, y su Lee, que desafiando al tiempo y al espacio, ha vivido en el desierto con incursiones en la ciudad como una alimaña para calmar alguna necesidad.
La diferencia entre hermanos, y que la familia es el germen en que arraiga lo mejor y lo pero que somos, está ya contado, y los desiertos nos pillan lejos, tanto como el sueño de Hollywood. Pero el acierto de Shepard, es que la presencia de una persona suscite tanta inquietud, en su hermano, y más cuando el terror lo infunde por la vía de lo cotidiano, queriendo conducir su coche, compartir espacio, y conocer a la gente de la industria del cine, con la que se mueve.
La marginalidad puede ser muy seductora, para los que viven sujetos a normas, y ese vivir el momento sin usura, y sin freno para la demanda envuelve, porque no se tiene capacidad de respuesta ante alguien con el que no se tiene códigos comunes.
La pieza arranca situándonos en la cocina de un chalé. Amplia luminosa con una zona para estar con librerías y plantas. Al lado izquierdo de la acertada escenografía de Sebastià Brosa, y bien iluminada por Rodrigo Ortega. Vemos por primera vez a Austin, que escribe a máquina, impecable y bien peinado. Sobre la mesa ordenada, al lado de la máquina de escribir, arde una vela. Todo parece ser armonía para el guionista, hasta que irrumpe de manera imprevista Lee, su hermano. Sucio tambaleante con una verborrea imparable que, Lee intentará normalizar encorsetado por el terror, sabe que la irrupción de su hermano en su vida, será como el paso de un elefante por una cacharrería.
La enjundia de la obra es permitir un duelo interpretativo para los actores, potente por su lenguaje, y en el plano físico, «in crecendo», de la apacible imagen del escritor, a su intención de ahogar a su hermano con el cable del teléfono, en un juego cómico, al que nos invitan para que podamos transitar junto a Lee y Austin, en su viaje por sus desiertos interiores
El alcohol y los alcohólicos, están presente en las manifestaciones artísticas, para marcar lo imprevisible, para dibujar con trazo más fuerte a un personaje. Evocarlo, significa que cualquier situación puede tener un final imprevisible.
En True West, ocurre los hermanos tienen un padre alcohólico, Lee lleva camino, y Austin se vuelve imparable, a poco que bebe. Esa condición que si reconocemos. Nos lleva a apreciar el trabajo enorme de los actores, en un suma y sigue van construyendo ese lugar que los hace sentirse acreedores, y con la fuerza los da esa razón se permiten barra libre para faltar, zarandear, romper y humillar al objeto de nuestra ira, situándose en una situación irreconocible, la mañana anterior de los hechos, y pasada la resaca.
El trabajo de Tristán Ulloa y Kike Guaza, es minucioso, administran muy bien los tiempos para llegar con fuerza hasta el final, en su lucha de rivalidad sin tregua, con ese odio tan alambicado que no se da, si no es entre miembros de una familia.
Hay dos personajes más en la obra el productor de cine, para el que trabaja Austin, al que Lee le pasa con vuelo rasante. Bien interpretado por José Luis Esteban, y la mamá de los niños que aparece en la escena final, para desaparecer de inmediato. No alcanzo a entender la necesidad de este personaje fuera de tiempo y lugar, al que no se le mueve un pelo ante nada, y nada aporta. Interpretado con toda credibilidad por la actriz Jeannine Mestre.
Montse Tixé, es una mujer de teatro, y eso se nota en los detalles de su puesta en escena. Asume el reto de dirigir un texto rico en lenguaje, firmado por un autor de prestigio, pero su acción se limita a la rivalidad entre los hermanos.
El trabajo de los actores está tallado en humo, se entregan para asumir sus miedos que, sazonados con el combustible del alcohol son abismos. No solo aportan su voz y su gesto, también vierten su sudor y sus lágrimas. Para logra una interpretación tan visceral, hay que contar con dos actores excelentes, pero también es imprescindible un buen director que, de ritmo a la lucha fraternal, y redondee los picos.
A mí me resultó especialmente atractiva la forma con la que acota el escenario valiéndose de las cortinas, maneja un lenguaje similar al cinematográfico, con sus planos cortos, medios y largos, y hasta el final tiene un punto cinematográfico, con la explosión de luz, que acaba con un fundido en negro.
True West, está programada del 28 de octubre al 27 de noviembre en Naves del Español en Matadero / Sala Fernando Arrabal (Nave 11)
De Sam Shepard Adaptación: Eduardo Mendoza Dirección: Montse Tixé Con Tristán Ulloa, Kike Guaza, José Luis Esteban y la colaboración especial de Jeannine Mestre
Diseño de espacio escénico: Sebastià Brosa Diseño de iluminación: Rodrigo Ortega Diseño de espacio sonoro: Orestes Gas Diseño de vestuario: Reme Gómez
Una producción de Octubre Producciones, Tanttaka Teatroa y Bitò