«Transrealidades», una idea con dirección escénica de Camilo Vásquez, es un acto en que cuatro transexuales, debería decir mujeres, pero como orientación para navegante ecribo transexuales.
Estas cuatro mujeres nos cuentan su avatar particular, un avatar complicado porque si en la vieja Europa es aún un tema tabú por total desconocimiento, en los países de origen de tres de las chicas es prácticamente inconfesable.
En el teatro testimonial persona y personaje son uno solo, porque narran su propia historia, aunque algo o mucho tiene de teatro dado que todo lo resentido o narrado adquiere un carácter de fábula, por otro lado aunque el recuerdo tiene mucho de engañoso es difícil de convertir un testimonio en una función teatral, no como el documental que por muy real que sea y lo cuenten con toda certeza sus protagonistas está filmado, y al verlo en un soporte de imagen la historia está trascendida y de alguna forma envuelta en un celofán para el consumo como espectáculo.
«Transrealidades» de Camilo Vásquez, es un testimonio, y como tal hay que aceptarlo, no un espectáculo, expone cuatro historias contadas por sus protagonistas, obvia temas sexuales y no cae en ningún momento en el morbo, para el profano es difícil, por no disponer de información diferenciar entidad con preferencia sexual, como es el caso María Alejandra Huertas, una arquitecta colombiana que nació hace 36 años en un cuerpo de hombre que no le correspondía y cambio su apariencia para que casara con su sentimiento, consciente de que su opción sexual eran las mujeres. María Alejandra es quizá la persona con más entidad de personaje, con un sentido del humor tan agudo como naif, es la que tiene todo más claro y no sólo su entidad.
Ángela Florez de 33 años colombiana y es el caso más evidente de cómo se pueden equivocar los cromosomas, es fina como una perla y estudia filología inglesa.
En la función de Camilo Vázquez, con sus testimonio quiere hacer un muestreo y en este muestreo igual que nos presenta a María Alejandra y a Ángela, dos mujeres que sólo quieren correr su destino y hacer casar el significado con el significante de su propia vida, también nos ofrece la otra cara de la moneda y es precisamente de la que más información tenemos. Nos presenta en una mujer peruana que no quiere confesar su edad, llamada Inca Princess, que aún está por encontrar su hueco y el significado de su propia existencia y lo busca por medio de ser actriz, el arte si es arte debe ser bálsamo para nuestros desvelos y si no, no lo es. La cuarta mujer Nayra Sánchez de 45 años española y meretriz, es sin duda la más perfeccionista, quizá porque su cambio es una prioridad tan única como necesaria, y no duda en someterse a una operación para oírse como mujer, que le cuesta perder en parte la voz.
El testimonio es un acto muy limpio de artificio y no está teatralizado más allá del talento de las cuatro mujeres, lo que es un arma de doble filo, porque al ser una mirada en la que el director obvia su opinión para que el protagonismo séa lo que cuentan las chicas, es muy desigual y el acto tiene picos unos altos de interés y otros obvios.
Pero el resultado es valiente y necesario, y muy valientes son las cuatro chicas, porque siguen a rajatabla el famoso dicho: Si tus sueños están en las nubes, no renuncies a ellos ponles patas»
Ángeles, María Alejandra, Inca y Nayra, sin duda lo han hecho, hay que exponer todo lo que quiera ser comprendido y las tablas son un lugar idóneo para tomar la palabra tanto para hombres mujeres, sea cual sea su nacimiento o su opción sexual, solo por ello estas «Transrrealidas» merecen un lugar y atención.
Y no nos engañemos está todo por hacer.
Titulo: «Transrealidades» / Dirección Escénica: Camilo Vásquez / Ángela Flórez , María Alejandra Huertas , Inca Princess y Nayra Sánchez.