Por Rubén Romero Sánchez
Decía un profesor mío de Principios de Economía que no aprobaría su asignatura nadie que no conociera las letras de Bob Dylan. El mercado fluctúa, las canciones del de Minesota permanecen.
Pedro Letai es un tipo alto, guapo y culto; todas las cartas le tocaron a él, a los demás no nos queda más que ser el amigo gracioso, ni siquiera el amigo sensible: Pedro también lo es, y tímido, lo cual le otorga aún más encanto: «… un poeta que ha encontrado / una chica a la que escribir poemas», dice en unos versos de su úlimo libro. Pero lo mejor de Pedro no es su apostura, ni la calidad de su charla, nada de esas cosas efímeras que a los estetas espantan. Lo mejor de Pedro es que es el hermano bastardo de Dylan, el primo de Kerouac, el sobrino ilegítimo de Leonard Cohen. Ha absorbido toda la tradición de estos caballeros y, a partir de ella, y de Rilke, y de Hemingway, y de Rosales, ha alcanzado una voz propia dentro del panorama poético español. Todos los aviones es una obra personalísima, desacomplejada, auténtica, escrita desde las entrañas. Una obra alejada de la autocomplacencia y delicadamente sincera: «Ahora que tú y yo somos / gente que huye / sé que aquello era verdad: / cuando ardía el león y se quebraba el hielo, / cuando tu corazón se anudaba a la escarcha», escribe. Y cómo.
¿Por qué me estremece la poesía de Letai? Porque es verdad. Lo dijo Keats, cualquiera se atreve a contradecirle: «porque todo se termina / el alcohol / las amantes inoportunas / las carreteras / todo». Cualquiera que haya escrito un verso en su vida sabe de la dificultad de expresar profundidad a partir de la sencillez. Casi es mejor amanecer Sísifo. Uno de los grandes logros de Pedro es conseguirlo. «Todas mis mentiras caben / en una de tus manos», dice. ¿Y qué hago yo después de eso? Subrayar. Subrayar y subrayar y volver a subrayar.
El sábado pasado, 12 de marzo, presentó Pedro Letai su libro Todos los aviones (Editorial Lastura) en la nueva librería Los Editores, que cuidan con mimo sus dueñas en el corazón del barrio de Salamanca. Allí se reunieron familiares, amigos, poetas que han pasado por los micrófonos de Poetas en el aire, ese mítico programa de Radio Vallekas que presentan Sebastián Galán y nuestro autor desde hace tanto tiempo, y gentes que creen que escuchar versos como estos: «Porque yo soy Pedro / y tú el intenso y ardiente vacío / de lo que nunca podré nombrar» son el mejor plan para un sábado por la tarde.
Si creen que en este mundo oscuro aún hay sitio para la luz, no se pierdan este viaje: un libro que habla de aviones y que lleva una moto en la portada. Toda una declaración de intenciones.