No es difícil. Basta con navegar por la vida como un pasajero curioso, no como un marinero corto de miras. Por modesta que sea una vida, honrarla abrazándola por completo, elevándola como mejor sepamos.
H. D. Thoreau
Es fácil escribir sobre lo que otros deben o no hacer. Sobre lo que el mundo tiene que cumplir para salvarse. Lo difícil, es dejar de lado el discurso de predicador y aplicar la moralina a uno mismo. Tener siempre en la mente aquel proverbio que dice “cuando quieras cambiar el mundo da primero una vuelta por tu casa”. Sin duda uno de los pensadores que mejor representa esta idea es Henry David Thoreau.
Cansado del ruido que los hombres hacen, Thoreau decidió autoexiliarse en el bosque. Allí construyó con sus propias manos una cabaña y vivió durante dos años. Con esta prueba, lo único que quería era encontrarse a sí mismo.
En una visita a la ciudad, y antes de abandonar su cabaña, Thoreau fue detenido por no pagar los impuestos. Él no sólo lo reconoció, sino que también dejó claro porque no los había pagado: con su dinero no se iba a financiar ni la guerra contra México ni un sistema en el que la esclavitud estaba presente. Inmediatamente fue encarcelado y Thoreau se entregó mansamente a su destino. Por intervención de una tía suya, que subsana la deuda, será por lo que salga de prisión. Este acontecimiento es el que le hace padre de eso que se ha conocido como la desobediencia civil. El principio: si uno piensa que una ley es injusta no debe cumplirla. Una idea sencilla que guarda dentro de sí una reflexión muy valiosa: el poder está allí donde los hombres creen que está y basta con dejar de creer para que éste deje de existir.
Hoy tenemos entre manos un cómic que ha editado Impedimenta. El guión y el color es de M. Le Roy y los dibujos de A. Dan. Bajo el título de La vida sublime nos da a conocer la biografía de Thoreau. Una biografía cuya presencia Le Roy justifica de la manera que sigue:
Cuando la vida de un individuo se hermana con su pensamiento, el registro biográfico permite abrir campos de trabajo y propuestas existenciales. Si se la considera desde un ángulo filosófico, político y artístico, puede convertirse en un camino hacia nuestra época. La biografía no remplaza el conocimiento directo de la obra, pero proporciona un entramado teórico que nos guía hacia horizontes prácticos. Desde esta perspectiva, Thoreau conserva intacta su carga subversiva. Contra la mercantilización acelerada de las sociedades y de los hombres que las constituyen, contra el productivismo y el crecimiento desenfrenados, contra el reino de una oligarquía sobre el escenario democrático, contra el dominio de los capitales y de las finanzas sobre la independencia y la soberanía de los pueblos, contra las expediciones imperialistas que se repiten en la más absoluta impunidad, su obra aún tiene algo que hacer. Ya no basta con indignarse
Sin duda, el punto fuerte de esta obra, resaltando también que el texto y las imágenes se funden logrando un todo que es una auténtica obra de arte, es que va más allá que otros textos sobre Thoreau. Frente a la tendencia a quedarse en el episodio del encarcelamiento y la generación del concepto de desobediencia civil, La vida sublime nos muestra al Thoreau que luchó activamente contra la esclavitud. Nos recuerda que ayudó activamente a que esclavos fugados lograran escapar a Canadá. Y también, el papel que jugó en el caso John Brown, un abolicionista que tomó la violencia como camino. Y Si es importante recordar estos aspectos de la vida de Thoreau, es para ver que el pensamiento de este libertario no se quedó sólo en una posición pasiva. Después de encontrarse a sí mismo en el bosque salió al mundo. Primero, a través de la lucha pasiva, eso que se conoce como desobediencia civil, y luego con la lucha activa, dentro de los términos lógicos de un intelectual: conferencias y artículos. Y si esta parte de lucha activa de Thoreau ha quedado en la sombra, no es desde luego por una inocente casualidad, sino porque los que escriben la historia prefieren recordar su Walden y sus Diarios. Sin duda son obras claves a nivel literario y filosófico, pero hay en Thoreau un lado rebelde, irreductible, que jamás debemos perder de vista. Una parte salvaje que nos recuerda los límites que la lucha pasiva tiene. Así, este alumno de Emerson, este naturalista, este hombre que fue leído por Gandhi y Martin Luther King, guarda también dentro de su biografía intelectual dinamita. Y a ella debemos también remitir.