THE PRODUCERS en el Tívoli de Barcelona.
Por NACHO CABANA
“Haga cola o mátese” titulaba un diario neoyorquino su crónica del estreno del musical The producers en Broadway allá por el año 2001. Protagonizado por Nathan Lane como Max Bialystock y Matthew Broderick como Leo Bloom, la obra era una traslación sorprendentemente literal del film original de Mel Brooks de 1967 (responsable también de la producción teatral) a los escenarios. La obra tuvo tal éxito que se hizo después una segunda película con el mismo reparto dirigida por Susan Stroman.
En Madrid, Los productores se estrenó en el 2006 en el Teatro Coliseum protagonizada por José Mota y Santiago Segura; es decir, dos actores sin cualidades musicales que llevaron el show a un discreto fracaso.
Ahora se estrena en Barcelona una nueva versión a cargo de Àngel Llàcer, y Manu Guix, que vienen de hacer una excelente versión de Cantando bajo la lluvia en la que parecían haber dejado de lado para siempre algunos de los tics que catapultaron al éxito su anterior producción, La jaula de las locas.
The producers, al menos tal y como se pudo ver el día de en estreno en el Teatro Tívoli, se sitúa en un punto medio entre los dos espectáculos citados. Mantiene la grandiosidad y la ambición en los números musicales de la mas reciente producción a los que añade la brocha gorda y el humor propio de una “revista musical” (los más jóvenes no sabrán ni qué es ese subgénero) que tanto hace reír a determinado público.
De esta forma, el número de apertura es ya en sí mismo el anuncio de una ambiciosa producción; algo que se va confirmando sucesivamente con Antes era el rey y y Es posible dentro del cual se inserta el Ser productor es mi sueño (donde brilla un excelente Ricky Mata), confirmando de esta forma que Nostromo Producciones sabe moverse en el terreno de los grandes musicales.
Y se mantiene el saber hacer durante la práctica totalidad de la parte musical, incluyendo el Der guten tag hop-clip (maravillosos los pájaros bailando y haciendo el saludo fascista), Más vidilla (aunque juraría que en el original de Broadway, las viejitas se marcaban un número más largo de claqué con el “taca-taca”), La vi (excelente la idea de duplicar a los bailarines), culminando el Flores para Hitler (donde se echan de menos las esvásticas con bengalas, aquí sustituidas por dos proyecciones sobre el telón).
¿Cuál es el problema, entonces, de esta nueva versión de The producers?. Pues que la parte cómica no musical se ha llevado a un terreno donde reina la sobreactuación y el humor grueso cuando no abiertamente sonrojante.
Y es que el dominio escénico de Llàcer le permite afrontar su escena de presentación como si estuviéramos en un espectáculo de drag queens y salir más que airoso del empeño, algo que no se puede afirmar de Mireia Portas (muy popular en Cataluña por sus imitaciones en el programa de TV Pòlonia) que parece estar únicamente pendiente de las risas del respetable para repetir una y otra vez sus líneas.
Se crea de esta forma un curioso efecto en el espectador. Es como si Àngel Llàcer y Enric Cambray sintieran la necesidad de boicotear sus innegables aciertos y talento con gracietas impropias de la tradición en que se inscribe el show que representan. Eso sí, han tenido el talento de no ubicar el texto en nuestro país.
Armando Pita está extraordinario como Max Bialystock. Brilla absolutamente en el dificilísimo (y lucido) número carcelario, donde resume en clave de monólogo casi rapeado toda la trama, al tiempo que interpreta y baila de manera excepcional. A su lado, ya lo hemos dicho, Ricky Matas permanente entre la ternura y el exceso, borda los números musicales donde, ahí sí, Mireia Portas está estupenda.
¿Merece la pena hacer cola para ver The producers en el Tívoli?. Sí. ¿Matarse?…. pues no.