Desde hace ya algunos años Rob Zombie se ha ido perfilando como eso que llamamos «un culo inquieto», uno de esos artistas que comprenden que su arte y creatividad no nació para conocer límites y que apenas le tiembla el pulso cuando se enfrenta a un nuevo proyecto, ya sea componer una pieza de heavy metal satánico como dirigir una película. No seré yo quién opine sobre su trabajo en el mundo de la música. No sólo tengo claro que en ese tema soy un absoluto profano, sino que ya contamos en esta revista con compañeros muchísimo más aptos para ello, cuya experta opinión sin duda tendría más valor que cualquiera de las mías. Sin embargo, cuando Rob Zombie se «empeña» en hacer una película, ahí es cuando difícilmente consigo permanecer indiferente. Y es que tras trabajos como La casa de los 1000 cadáveres o Halloween, el origen, dos cosas tenía ya bastante claras del director de Massachusetts: una, su evidente predilección por el género de terror (inclinación que desde luego comparto), y la otra su absoluta falta de pulso a la hora de afrontar el rodaje de una película. Y es que una vez visionada The Lords of Salem sólo me queda una duda por resolver: si la obra fue perdiendo vida a los pocos minutos de ver la luz o si simplemente la criatura ya nació muerta.
The Lords of Salem ya parte con cierta desventaja. Y es que una historia como ésta, que vuelve a resucitar a las viejas brujas de Salem de aquel averno donde no deberían ya salir, resta varios enteros de interés a una película muy alejada, más en la forma que en el fondo, de lo que hasta hoy habíamos visto de ellas.
Como ya sucediese en La casa de los 1000 cadáveres, The Lords of Salem se presenta como una cinta en apariencia clásica, sin embargo no ha de pasar mucho tiempo para que la misma comience a mutar, tanto en tratamiento como en estética, hacia un extraño collage que bebe y no poco de esa cultura musical que lanzó a la fama a su propio director. Abusando en exceso del mundo de las alucinaciones y las pesadillas, las diferentes capas y realidades con las que Rob Zombie intenta envolver su película (responsables de que en muchos momentos a éste se le escape la historia de las manos) se terminan enredando entre sí de un modo tan fallido que difícilmente conseguimos ver lo que la misma guardaba en su interior. Sin una estructura clara The lords of Salem ni siquiera peca de pretenciosa, simplemente se convierte en el fiel espejo en el que Rob Zombie ve reflejado su arte. Un arte en ocasiones estridente, desordenado, casi desafinado… pero arte al fin y al cabo.
Se intuye (y no poco) la afición del director por el cine de serie B; lo hace en su factura, en su fotografía, en algunos de los decorados… Como también está más que clara la influencia de un Polanski en cuyos guiños a La semilla del diablo encontramos un flaco homenaje a la mítica obra del director polaco.
The Lords of Salem se antoja excesiva, de una psicodelia tal que termina resultando cargante. Toda una oportunidad perdida para un «Zombie director» incapaz de desligarse de ese modo tan particular que tiene de concebir el arte.
The Lords of Salem (2012), de Rob Zombie, se estrena en España el 17 de mayo de 2013
Vaya peli¡¡¡