En 1967 el general Suharto dio un golpe de estado en Indonesia, el país musulmán más poblado del mundo, y diseñó borrar de la faz de la tierra a su importante partido comunista. Grupos paramilitares actuaron con total impunidad, entre otros la milicia Pemuda Pansaquilla presente en este film, y se dedicaron durante un largo año a exterminar físicamente a los comunistas o a los que ellos creían que lo eran. El saldo aterrador de aquella matanza se cifra en un millón de personas asesinadas, aproximadamente. Ese crimen, como otros muchos de la Humanidad, quedó impune y no fue muy aireado en los medios ya que se produjo en plena guerra fría y la lucha entre el bloque comunista y Estados Unidos se llevaba a cabo en terceros países. Tampoco el cine se ha acercado mucho a esa masacre, sino de forma tangencial, como hiciera el australiano Peter Weir en su película El año que vivimos peligrosamente, interpretada por Sigouney Weaver y Mel Gibson. Joshua Oppenheimer, hijo de judíos asesinados en el Holocausto nazi, Christine Cynn y un director indonesio que prefiere mantenerse en el anonimato por miedo a represalias, son los directores de este docudrama producido por Reino Unido, Noruega y Dinamarca que recoge esa atrocidad adoptando un punto de vista muy original que distancia al espectador del horror: los verdugos asesinos de aquella época interpretan sus propios papeles y representan las tropelías que realizaron para una hipotética película que ellos creen les puede catapultar a la fama.
La estética marcadamente kitsch del film, con abuso de colores centelleantes y apoteosis de mal gusto, como una película de John Waters (uno de los “actores”, adicto a travestirse, parece el doble de Divine), los dos números musicales que abren y cierran The act of killing, lo ridículos que están los verdugos representando sus papeles y las chistes que van desgranando alrededor de las espantosas atrocidades que cometieron, y por las que no han pagado ningún precio, sumen al espectador durante los ciento quince minutos que dura este documental en un estado de desasosiego absoluto que llega a la náusea. Vemos a unos tipos vulgares, brutales, con encefalograma plano, cuya única habilidad ha sido torturar, estrangular, violar o decapitar, interpretar con orgullo y sin un ápice de arrepentimiento sus papeles reales treinta y tantos años después de las masacres y eso hiela la sangre del espectador.
The act of killing, título explícito donde los haya, trata de la banalización del mal y del crimen sin castigo. Los protagonistas de este documental que filma la película que ruedan los asesinos, un curioso cine dentro del cine, no se han arrepentido ni tienen conciencia de sus atrocidades ─ en algún momento ironizan sobre los derechos humanos que ellos pisotearon ─ sencillamente porque nadie les castigó por ello.
El film de Oppenheimer se centra en los peones de esa masacre, los que se tiñeron de sangre camisa y manos e hicieron el trabajo sucio de matarife que manchaba, pero se olvida de sus autores intelectuales, los que la diseñaron desde cómodos despachos en Yakarta y en capitales del mundo occidental, a los que la sangre no les salpicó físicamente y que tampoco se han arrepentido del monstruoso crimen que orquestaron.
The act of killing (2012), de Joshua Oppenheimer y Christine Cynn se estrenó en España el 30 de agosto de 2013
*José Luis Muñoz es escritor. Sus últimos libros publicados son, Llueve sobre La Habana (La Página Ediciones, 2011), Muerte por muerte (Bicho Ediciones 2011) Patpong Road (La Página Ediciones, 2012) Bellabestia (Sigueleyendo.com 2012) y La invasión de los fotofóbicos (Atanor 2013) y El secreto del náufrago (Libros del Serbal, 2013)
Supongo que no te has visto el documental entero. La parte más importante la omites.