“Suspensión” mucho más que una excelente función de “Circo” de Nueveuno

En la imagen Josu Montón, Jorge Silvestre, Miguel Frutos y Fernando Santaolalla, parte del elenco de la Compañía de Circo Nueveuno, en un momento de la función “Suspensión” Foto Daniel de la Iglesia.

Suspensión es una propuesta de teatro vigente y valiente de la Compañía de Circo Nueveuno. Se trata de un espectáculo de circo con una dramaturgia de concienciación para los hombres que lo realizan. La función no busca solamente la excelencia en la ejecución de los números, también se ocupa de quién los lleva a cabo. Afrontando como han sido las relaciones de unos hombres que trabajan con una complicidad física y una dependencia emocional imprescindible para su trabajo, y por su condición de varones han de mantener una distancia opaca sobre sus verdaderos temblores e inquietudes.

El título de Suspensión se debe al momento en que la pelota -protagonistas de la función- está en el aire, sin conocer exactamente su destino, con el aliciente de que todo puede ser. En el escenario Miguel Frutos, Josu Montón, Isaac Posac, y Jorge Silvestre, cuatro hombres que dejan literalmente con la boca abierta al público con su impecable manejo de malabar, presentado con una coreografía de movimiento realmente espectacular.

Se podría considerar un excelente espectáculo de circo, sin “peros”, pero la propuesta va mas allá planteando como manifiestan sus emociones, y cómo se relacionan estos hombres que realizan con destreza su trabajo. Para ello han incluido su mundo anterior y exterior, con las voces de sus padres, abuelos, hermanos y parejas, en un discurso común que les estimulan a salir del modelo machista arcaico, y aprendan a expresar unos sentimientos, que hasta ahora se les ha negado por el mero hecho de nacer varones, para que, con esta manera directa de comunicarse, se pueda establecer una confianza de apoyo, sin rivalidades.

El mensaje de Suspensiónse podría resumir en ese padre que habla a su hijo, y le confiesa la gran alegría que supuso para él, cuando pasada una crisis le dijo que había decidido ser malabaristas, porque entendió que se había reencontrado con el niño que era, y a partir de ese momento todos disfrutaron con tenerle.

El espectáculo en forma mantiene al publico en una tensión expectante hasta caer derrotado por la emoción. El juego de las pelotas o el diablo cuando toman decisiones por ellos mismos, son un regalo para los sentidos sin percibir donde termina el truco y dónde comienza la magia.

Hay un numero de una gran belleza plástica en su movimiento, y lleno de significados en su mensaje. Cuando uno de los artistas tutela el movimiento del otro desde la posición cero. Lo endereza para subirlo a sobre una mesa y guiar su ejercicio, al tiempo que le acomoda la camisa o le abrocha un botón, en un juego de cuidado y docencia realmente emotivo.

Es complicado escribir sobre una función como Suspensión, en que es imprescindible resaltar el poderoso mensaje del montaje. Sin restar espacio, para nombrar el virtuosismo del malabar dirigido por Jorge Silvestre. Un trabajo tan enorme como el que materializan sus intérpretes Miguel Frutos, Josu Montón, Isaac Posac y el propio Silvestre, sobre el escenario. Los cuatro acunados en todo momento por Carlos Marcos, diseñador de la iluminación y, presente en el escenario, con un trabajo tan minucioso que es capaz de carga con un foco para iluminar a determinado detalle del trabajo de un artista.

El público admira la excelencia en el trabajo, pero se entrega sin límite cuando entre el escenario y el espectador se establece una corriente de empatía. En Suspensión los artistas ejecutan sus números sin fisura, logrando un verdadero espectáculo, pero se muestran también a sí mismos en su vulnerabilidad, con una honestidad que desarma.