La franquicia del agente 007 tiene sus propias reglas. En cada una de sus aventuras no pueden faltar las impresionantes secuencias de acción, los gadgets más o menos aparatosos, las múltiples localizaciones y las inevitables chicas que caerán ante los encantos de un macho alfa como James Bond.
No obstante, cada actor que ha interpretado al espía británico le ha dado su particular toque, así como cada uno de los directores que se han encargado de sus peripecias. Daniel Craig ha otorgado el personaje de una apariencia dura que contrasta con una vulnerabilidad interior que no había en anteriores encarnaciones del agente secreto. Por su parte, Sam Mendes, ayudado por un grupo de expertos guionistas, se encargó en Skyfall de ahondar en el pasado poco conocido del espía y escarbar dentro de la organización para la que trabaja el personaje, aunque sin olvidar que se encontraba ante una película de acción que forma parte de una famosísima saga del cine de acción. Spectre, la segunda incursión del cineasta británico en el rol creado por el escritor Ian Fleming, sigue en cierta medida los pasos de su predecesora, aunque sus resultados sean algo inferiores.
Los responsables de la franquicia enfrentan a su héroe con el dirigente de Spectre, la organización criminal que se encuentra detrás de la mayoría de los villanos a los que ha vencido 007. En el fondo, la película retoma elementos que pueden recordar a Solo se vive dos veces, aunque de ninguna manera nos encontremos ante un mero remake. El villano y el héroe se llaman igual, pero la historia no es la misma.Sin embargo, esta nueva entrega no desmerece ante aquel título mítico de la saga 007 dirigido por Lewis Gilbert. Craig le da un toque más humano y complejo a su espía, aunque no tenga el carisma y el humor que le otorgó el mítico Sean Connery, mientras que Christoph Waltz parece haber nacido para encarnar a otro de sus malvados irónicos, igualando si cabe la icónica interpretación de Donal Pleasence. No obstante, quizá se eche en falta que no aparezca más en pantalla.
Por otra parte, la película parece no haber conseguido ensamblar tan bien sus elementos como en Skyfall y, en ciertas ocasiones, se demora en exceso a la hora de contarnos las aventuras del protagonista. Tampoco acaba de funcionar Léa Seydoux, una estupenda actriz francesa que aquí parece incómoda en el papel de esa compañera que se ganará el afecto del protagonista. Son pequeños defectos de un filme que pretende concluir un ciclo dentro de la serie y que luce impecable en el aspecto técnico, especialmente gracias a la fotografía de Hoyte van Hoytema, que ya demostró su buen hacer en trabajos como Interstellar y Déjame entrar, pero que deja un cierto sabor agridulce si la comparamos con la anterior incursión de Mendes en la franquicia.