SÓNAR 2023: De futuros y autotune.

SÓNAR 2023: De futuros y autotune.

Por NACHO CABANA.

¿Han visto ese anuncio de “Nike” en Tokio donde parece que unas zapatillas se salen literalmente de la caja que los contiene? ¿O el de House of dragons en Times Square? Pues esa es la misma tecnología que usó Eric Prydz para dejar a todo el Sónar Club (y eso es mucha gente) boquiabiertos la noche del pasado sábado, cuando se abría la última jornada del 30 aniversario de un Sónar memorable.

Si leyeron, en mi anterior artículo, el comentario que escribí sobre el show de Max Cooper entenderán que este y Halo parten de un concepto estético similar: el músico entre dos pantallas, una trasera y otra delantera, sobre las que se van proyectando imágenes que se complementan y dialogan entre sí.

Lo que hace Eric Prydz es aplicar a este concepto una tecnología holográfica 3D que usa un códec AiM Superstream que permite activar en directo de imágenes de altísimas resoluciones y frecuencias de cuadro con gran capacidad de rendimiento.

Estas imágenes son lanzadas en/desde una gigantesca malla metálica  que va más allá de la boca del escenario y el efecto sorprende incluso a los más descreídos y libres de sustancias. Una mano con un teléfono móvil que graba a los espectadores, un astronauta que se desliza sobre estos, un radar, una ballena que se transforma en robot, un tipo metido en una jaula con rayos en las manos… todo mientras Eric Prydz (que, afortunadamente, ya ha perdido su miedo a volar) lanza sus tan elaborados como accesibles temas de House progresivo.

También, un poco como en el show de los Chemical brothers que vimos el año pasado en este mismo escenario, todo sincronizado con focos, láseres y humos que parecen ser emitidos por las proyecciones.

Incluso en los momentos en que no hay tridimensionalidad, Prydz y Liam Tomaszewski, el director creativo que ha diseñado el show visual para cada tema, logran momentos de enorme belleza como el que tiene una estación de metro de NYC como referencia o el que usa el agua y la lluvia para decirnos que el futuro ya está aquí y no hacen falta gafas para verlo.

Bad Gyal y La Zowie.

Todavía con la mandíbula a la altura del pecho, me acerco hasta el Sónar Pub con espíritu de antropólogo para ver y escuchar a Bad Gyal. Lo primero que me encuentro es a un muchacho de apenas 20 años que no puede parar de gritar “¡¿Cómo se puede ser tan grande?!.

Obviamente, lo que hay sobre el escenario solo se lo puede parecer “grande” a los menores de 20 que ocupan hasta el último rincón (y a algún viejo verde). Porque Bad Gyal canta todo el rato con “autotune”, sigue a sus bailarines solo con un poco más de fluidez que Samantha Hudson a los suyos y, eso sí, ejecuta con acierto el movimiento de nalga independiente (hay tutoriales en TikTok sobre la disciplina). Tiene la hija de Eduard Farelo, eso sí, un físico contundente pero, al contrario que Naty Peluso, carece de su presencia escénica y dudo que pueda lanzarse a terrenos vocales más ambiciosos que: Chulo (chulo, mueve el culo) / Tiene cara que en la cama te da duro (duro, duro, se te ve) / Yo sé, papi, que tú ere’ muy chulo (ay) / Duro (duro).

Claro que la distancia que va de Peluso a Gyal es más o menos la misma que la que hay de esta a La Zowie. Al menos a la primera se le deja de escuchar la voz cuando baja el micro, cosa que a la segunda le parece irrelevante (y a sus seguidores, más).

Sirven ambas artistas, eso sí, para iniciar una reflexión sobre porqué en la sociedad de la cancelación y la hipersensibilidad puritana triunfan mujeres tan hipersexualizadas como Zowie y Gyal.

Menos mal que entre ambas vimos en el SónarCar a Parkineos, dos tipos enmascarados al estilo de las Pussy Riot que reivindican la cultura de polígono y parking bombardeando con sonidos salvajes tanto la locución del metro de Madrid que anuncia la llegada a Humanes como la sesión 53 de Shakira con Bizarrap… o la mismísima Fiebre de Bad Gyal.

Efecto colateral del Sónar noche en mayores de 40.

Autor

Escritor y guionista profesional desde 1993. Ha trabajado en éxitos televisivos como COLEGIO MAYOR, MÉDICO DE FAMILIA, COMPAÑEROS, POLICÍAS EN EL CORAZÓN DE LA CALLE, SIMULADORES, SMS y así hasta sumar más de 300 guiones. Así mismo ha escrito los largometrajes de ficción NO DEBES ESTAR AQUÍ (2002) de Jacobo Rispa, y PROYECTO DOS (2008) de Guillermo Groizard. Ha dirigido y producido el documental TRES CAÍDAS / LOCO FIGHTERS (2006) presentado en los festivales de Sitges, DocumentaMadrid, Fantasia Montreal, Cancún y exhibido en la Casa de América de Madrid. Ganó el premio Ciudad de Irún de cuento en castellano en 1993 con LOS QUE COMEN SOPA, el mismo premio de novela en castellano en el año 2003 con MOMENTOS ROBADOS y el L´H Confidencial de novela negra en 2014 con LA CHICA QUE LLEVABA UNA PISTOLA EN EL TANGA publicada por Roca Editorial. Acaba de publicar en México su nueva novela VERANO DE KALASHNIKOVS (Harper Collins). Su nueva serie, MATADERO, este año en Antena 3 y Amazon Prime.

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