Por NACHO CABANA
Hay quien lleva años aprovechando cualquier actuación de The Chemical brothers para dárselas de moderno llamándolos antiguos. Una polémica bastante inútil dado lo rápidamente cambiante que es el mundo de la electrónica, cuánto se ramifica y subdivide y, sobre todo, la excelencia de los shows en vivo del dúo de Manchester. Tanto por su popular repertorio (en su actuación dentro del Sónar 2022ni siquiera sonó el último tema publicado: The darkness that you fear) como por el apabullante trabajo audiovisual realizado por Adam Smith y Marcus Lyall (échenle un ojo a su web: https://www.smithandlyall.com/).
Si los láser que se escapaban del escenario para formar una suerte de falso techo verde sobre los asistentes dominaron su anterior presentación en el Sónar, en esta ocasión fue la perfecta sincronización entre unas imágenes generadas a tanta definición que parecían haber alcanzado el ansiado 3D sin gafas y una batería de haces de luz escondidos tras la pantalla y que se disparaban hacia los asistentes cuando lo grabado así lo reclamaba.
Bailarines en “motion capture” en diferentes momentos de su desarrollo virtual, momias que parecían una versión estilizada de la representación del mito en la saga Hotel Transilvania, estética anime, máscaras inspiradas en el teatro Noh, efectos estroboscopios, los dos robots (físicos) que cerraron su anterior espectáculo ahora relegados a una sola canción a la mitad del show e incluso globos gigantes lanzados al público al más puro estilo Crystal fighters.
Todo esto y mucho más para acompañar a un repertorio que, por sí solo, ya hubiera prendido al público que abarrotó un Sónar Club convertido en la sauna más grande del mundo. Desde Block rockin’ beats (tema con el que abrieron su concierto y que aprovecharon para celebrar el 25 aniversario de su segundo álbum Dig your own hole) hasta Eve of destruction (de su último álbum No geography) pasando por Hey boy hey girl o Galvanize.
Mucho más centrado en lo estrictamente musical estuvo la actuación de Bonobo, un artista que ha ido llenado su electrónica de elementos analógicos como una sección de vientos y la presencia de una cantante en alguno de los temas. Si bien los primeros incorporaron su sonido de manera muy orgánica a las composiciones de Simon Green, la segunda llevó la actuación a un terreno más cercano al atardecer del Sónar de día que a la madrugada del Sónar de noche.
Moderat, el supergrupo compuesto por Sascha Ring de Apparat y Gernot Bronsert y Sebastian Szary de Modeselektor, también gozó de un fuerte apoyo visual y se hizo ligeramente más pop en las partes cantadas un tanto al estilo del Thom Yorke. Eso sí, el sonido fue impecable, probablemente el mejor de los que el que esto escribe tuvo ocasión de escuchar en el Sónar Club.
En lo que a sesiones de DJ se refiere, La Fleur supo mantener animado al respetable que se quedó en la pista tras el concierto de The chemical brothers; Batu hizo que sus minimalistas ritmos no lo parecieran y Polo & Pan nos trasladaron a la Costa Azul con su muy entretenida fusión de electro-swing y sampletrónica.
Lamentar que la actuación de Nihiloxica, banda resultante del encuentro de los ugandeses Nilotika Cultural ensemble con los británicos Spooky J y pq coincidiera con la de The Chemical brothers. No estaba el aforo como para andar moviéndose a mitad de concierto de un escenario a otro…
Cierra el Sónar esta su edición del reencuentro postpandémico con el 70% de un total de 122.000 espectadores conformado por público local (chocante, por cierto, el número de asistentes con muletas, piernas inmovilizadas y demás). 44.000 visitantes en Sónar de Día y 78.000 en el Sónar de Noche.
Un año más, el trato dispensado a la prensa por parte de los responsables del Sónar 2022 no pudo ser más generoso y exquisito.
Esperando ya la edición número 30 que tendrá lugar los días 15, 16 y 17 de junio de 2023.