Por NACHO CABANA
Ser de los primeros en llegar al Sónar noche tiene la ventaja de poder disfrutar de algunas propuestas que el festival de música avanzada considera minoritarias para su público y hacerlo a la par en la intimidad y en un escenario de considerables dimensiones.
Eso es lo que sucedió el viernes cuando la joven sudafricana Sho Madjozi abrió para la edición de este año el a menudo saturado de público escenario Sónar Lab. Madjozi es una compositora y actriz perteneciente a la etnia tsonga que propone una versión siglo XXI de la mezcla de ritmos africanos (más o menos tradicionales) con electrónicos que hace ya casi 20 años popularizó en Occidente Frederic Galliano con The African Divas.

La actuación de Maya Wegerif (tal es su auténtico nombre) fue espectacular. Se presentó acompañada por dos incansables bailarines y otra mujer a los mandos de la música (y suponemos que de las excelentes proyecciones). Ataviada con una reinterpretación algo folclórica del uniforme de cheerlader, no paró de bailar ni un segundo mientras cantaba sobre diferentes cadencias del gqom, ritmo originario de Soweto y popularizado por Nonku Phiri, Moonchild o Madala Kunene. Colorista y alegre manera de inaugurar la noche.

También de Sudáfrica llegaron al escenario Sónar XS Faka, dúo integrado por Fela Gucci y Desiré Marea (no, no son sus auténticos nombres pero no me negarán que molan). Faka es algo así como si Ojete Calor estuviera formado por unas versiones africanas de Fabio McNamara y Conchita Wurst. Con una propuesta musical basada también en el rtimo gqom (pero esta vez vaciado de las influencias de lo que se denominó World Music) el dueto improvisa una pose tras otra (uno de ellos llegó incluso a perder la peluca) mientras rapea o canta o hace algo parecido. Son divertidos, son para un rato.

La tarde de apertura del Sónar de día y con la fira de Montjuic aún a medio gas tuvimos la oportunidad de escuchar al nigeriano educado en el Reino Unido Obongjayar. Con una propuesta muy poco electrónica (apenas un ordenador) basada en colchones sonoros formados por la combinación de acordes de guitarra enredados en el ritmo marcado por una bateria acústica, Steven Umoh rapea con suave convicción un fraseado que no tarda en convertirse en canción. Importante presencia escénica la de una artista a seguir.

Aunque Henrietta Smith-Rolla haya nacido en Inglaterra sus raíces están en Ghana y de esa mezcla surge su nombre artístico Afrodeutsche. La artista convoca suaves acordes de teclado tradicional sobre los que ir variando la intensidad y velocidad de secuencias solo a veces melódicas y siempre instrumentales que sirven tanto para bailar como para escuchar mientras se trabaja. Una versatilidad encomiable en estos tiempos de nicho y fragmentación. Le falta un poco de presencia escénica pero le echa ganas y le sobra talento.

No son africanos sino israelíes, pero Red Axes bucearon en los ritmos etíopes y de Costa de Marfil en su último trabajo, Trips, que demuestra lo tremendamente eficaz que resulta para la música de baile combinar los BPM con un buen batería. Pusieron a bailar a todo el Sónar Village justo cuando empezaba a bajar el calor lo que fue tan de agradecer como sus originales proyecciones.



