Por NACHO CABANA
A pesar de las numerosas y muy variadas propuestas del Sónar 2018, buena parte del público y de la prensa no especializada se ha centrado en sus comentarios en los mismos nombres y/o en las revelaciones locales. Lo que no deja de ser una pena ya que si algo tiene este festival es su capacidad para descubrir talentos y ofrecer propuestas que difícilmente puedan encontrar acomodo en otro evento el resto del año.
Daedelus es uno de esos nombres. Sus presentaciones tienen un fuerte componente tecnológico como ya desmostró en el 2012 con su espectáculo Archimedes. Este año regresó con un «work in progress» llamado Panoptes e inspirado en un tipo de arquitectura carcelaria ideada por el filósofo Jeremy Bentham a finales del siglo XVIII que permitía al guardián observar a los prisioneros en todo momento sin saber éstos cuándo lo estaba haciendo.
La puesta en escena de este concepto que pudimos ver en el Sónar Hall son unas larguísimas tiras planas enganchadas a un motor en la parte superior del escenario que las hace girar a diferentes velocidades mientras un sistema de iluminación las hace cambiar de color. El resultado final es una suerte de columnas móviles que enmarcan la actuación de Daedelus en la que presentó su nuevo disco Taut, una suerte de sonidos tan laberínticos y envolventes como el recurso técnico que le acompañó.
Bastante más agresivo en su música (y también fuertemente apoyado en la puesta en escena) fue la actuación de Alva Noto que presentó su nuevo espectáculo UNIEQAV, como ya va siendo costumbre en el Sónar Hall, prácticamente a oscuras, con ráfagas de luz inundando súbitamente el recinto y longitudes de onda evolucionando sobre la pantalla según la pieza interpretada. Presentó Glass, disco que ha compuesto con Ryuichi Sakamoto (cerraron juntos el festival en el Grec) en el que da un paso más allá en un minimalismo electrónico que nos hace sospechar (junto a la elección de In C de Terry Riley como concierto inaugural y el anuncio del Palau de la música de varias piezas de Philip Glass en su temporada 2018-19) un revival de esta corriente que puso patas arriba la música contemporánea en los 60 y 70.
Benjamin Damage, acompañado por numerosas máquinas, nos ofreció en el Sónar Pub una actuación altamente bailable donde sus raíces en el underground inglés se combinaron con cierto house noventero en una mezcla bastante emocionante y disfrutable sin agobios.
El 25 aniversario del Sónar reunió en total a 126.000 personas procedentes de 19 países, la cifra más alta de su historia. El Sónar +D ha contado con la participación de 5.900 profesionales de 3.300 entidades y empresas. El Sónar de día le ha ganado al de noche (64.000 frente a 62.000) si bien es cierto que el primero contó con una jornada más.
La noticia bomba para los que vivimos en el año de la marmota ha sido el cambio de cifras de manera excepcional para el año que viene. El Sónar 2019 retrasa sus fechas a los día 18, 19 y 20 de Julio por culpa de una feria de maquinaria agrícola que se celebra en la Fira durante los días habitualmente reservados al festival.
Lo que pueda pasar en el Sónar Village a cuarenta grados a la sombra prefiero no pensarlo.