Por NACHO CABANA
El África negra ha sido uno de los grandes protagonistas del Sónar de día, algo muy razonable dado que el afrobeat encaja perfectamente con el calor y las ganas de sudar que presiden el césped artificial del Sónar Village.
KOKOKO! son una formación de Kinshasa (Congo) formateados por el productor francés Débruit basada en el ritmo que tocan sobre objetos de reciclaje, sobre todo botellas de plástico y latas acompañando a una improvisada batería, un bajo tradicional (al menos en apariencia) y un ordenador que hace bailable todo ello.
El cantante principal anduvo muy entregado y se bajó a cantar entre el público para cerrar una actuación algo breve, dejando al personal con ganas de más, algo estupendo teniendo en cuenta que actuaron el jueves a la hora del café.
También el mismo escenario (pero el viernes y algo más tarde) acogió a los sudafricanos Distruction Boyz, un dúo que mezcla el kwaito con el house bajo la etiqueta del Gqom. Más “occidentalizados” que los anteriores (son de Durban), su actuación comenzó con uno de los dos miembros lanzando los ritmos desde su ordenador para luego incorporar al segundo cantante y a dos bailarinas no excesivamente sincronizadas pero sí entusiastas.
El gran Tony Allen, el hombre que mezcló la tradición yoruba con la percusión jazzística de Art Blakey, batería habitual de Fela Kuti y coinventor con éste del afrobeat actuó junto a Amp Fiddler, teclista de George Clinton y colaborador de Prince. Fue una irresistible sesión de baile, la mejor del Sonar Dome conjuntamente con la que ofreció Tony Humphries, mítico DJ residente del club de House Zanzíbar de Newar, NJ mezclando como solo una leyenda como él puede hacer clasicos del soul y el funk con ritmos electrónicos que justificaban de sobra su presencia en el Sónar 2018.
La DJ original de Kampala (Uganda) Kampire fue el eslabón que unió a la música africana con la generada por mujeres reivindicativas que llenaron el Sónar 2018 más allá de la muy comentada actuación de Rosalía. Su sesión fue del electro al boot y y el tropical bass y sirvió de prólogo perfecto a la de Mr. Eazy, crooner nigeriano que mezcla ciertos vientos de jazz con guitarras y patrones rítmicos africanos.
Y es que las mujeres también reinaron en este 25 aniversario del certamen. El jueves, en el escenario XS caracterizado por ser el más pequeño lo que supone no obligar a los músicos a llenar el espacio con elementos ajenos a la música, tocaron Cyber, un trío de chicas anunciadas como dúo y procedentes de Islandia que en sus propias palabras hacen trash-metal-pop-rock-disco-rap. Juegan con una puesta en escena entre sexy y teatralizada que ellas mismas no parecen tomarse demasiado en serio pero que resulta completamente coherente con sus escasas pretensiones.
Después fue el turno de Muévelo reina, un duo español entre el trap y el chonismo, salido de las entrañas de Youtube que haría las delicias tanto de Hidrogenesse como de Fabio Mcnamara pasando por Ojete calor. Karma Cereza, salida directamente del polígono, juega al más absoluto descaro mientras Joaco J Fox trapea y suelta elementales bases rítmicas a unas canciones pegadizas y algo minimalistas. Karma Cereza, todo dominio escénico, acabó su actuación dando respuesta positiva a una histórica reivindicación del público en las fiestas de pueblo. Divertidos y, nos tememos, efímeros.
Tan buen y consecuente nombre como los anteriores tiene la DJ colombiana ubicada en Ciudad de México Rosa Pistolas, que cerró la edición del viernes en el Sónar de día con una sesión donde regattón es tratado como si fuera punk de barrio bravo y el perreo, el nuevo swing. Para quedarse más rato pero había que ir a ver a Gorillaz.