Fotografía de portada «Pareja bajo la lluvia» © Alexandre
Cuando tras tantas horas de vigilia consigue al fin dormirse se sueña como un chaval de doce años. Por primera vez se ha atrevido a cogerle la mano a Jenny al salir de la escuela, y juntos cruzan el parque en un silencio sólo roto por los latidos alocados de sus corazones y los truenos que llegan del oeste. La lluvia que difumina en grises el atardecer no logra eclipsar la delicada luz azul que brota de los ojos de Jenny. El chaparrón arrecia. Al otro lado del parque, la marquesina del autobús se abre como un refugio acogedor y corren hacia ella, chapoteando entre risas. De repente, la cabeza le estalla en una marea de dolor fulminante. Cae derribado. Se lleva la mano a la frente, aturdido, y los dedos se le manchan de rojo. Ha debido de ser una pedrada, pero ¿de dónde ha venido? Levanta la vista. Jenny no está. Los goterones le resbalan por la cara. Le saben salados al entrarle en la boca. Tiene el uniforme empapado de agua, sangre y barro. Los fogonazos asoman por el borde de la trinchera. La metralleta lo remata de una ráfaga en el pecho. Diluvia.
Qué bien llevado el tránsito del sueño a la realidad. Está perfectamente logrado. Qué maravilla, Ana.
Muchas gracias, me alegro de que te haya gustado.