Hace ya nueve años que Rawson Marshall Thurber debutaba en Hollywood dirigiendo la descacharrante Cuestión de pelotas, una zafia comedia sobre el mundo del dodgeball que protagonizaron Ben Stiller y Vince Vaughn. Al igual que Stiller, el director cuenta esta vez también con otro actor salido de la cantera del mítico Saturday Night Live, Jason Sudeikis, que se pone en la piel de David Clark, un traficante de marihuana de tres al cuarto con ínfulas de perdedor que para saldar una deuda con Brad Gurlinger (Ed Helms, de la saga Resacón en Las Vegas), su “jefe”, deberá viajar a México para traer un “pequeño alijo y medio” de maría. El pequeño alijo será nada más y nada menos que de dos toneladas y la excusa perfecta para pasar desapercibido será la de cruzar la frontera en una roulotte simulando ser una familia de aburridos e insoportables domingueros, tarea para la cual logra convencer a su vecina Rose, una stripper barata interpretada por una desatada Jennifer Aniston que deberá hacer las veces de su mujer; a su otro vecino Kenny (Will Poulter), un adolescente con la palabra ‘virgen’ escrita en la frente que hará de su hijo, y a Casey (Emma Roberts, a quien actualmente podemos ver en la tercera temporada de American Horror Story), una joven rebelde que se ha escapado de casa, que se convertirá en su otra hija. Así pues y tras escoger el apellido Miller como emblema de unión familiar y convertidos en todos unos contrabandistas, una serie de disparatadas situaciones aderezadas con una ristra de gags se irán sucediendo hasta llegar a su culminación en lo que a risas se refiere cuando el falso matrimonio entre en contacto con los Fitgerald, una tan puritana como calentorra familia con la que compartirán parte de su viaje.
Con un mensaje intrínseco (muy al estilo hollywoodiense) en el que nos intentarán hacer creer que en el fondo los valores familiares deben ir por encima de todo (aunque en este caso la familia sirva como pretexto para llevar a cabo labores de narcotráfico internacional) regado con chistes que se escapan de lo políticamente correcto (la escena de la autocaravana con una ‘madre’ e ‘hija’ enseñando a besar a su ‘hijo/hermano’ es impagable) y en la que vemos a una Jennifer Aniston que está correcta en su enésimo papel de Jennifer Aniston y un Jason Sudeikis más bien justo en su papel de conductor de una trama en la que no llega a convertirse en estrella absoluta del film (no sé si por fallos en la construcción del personaje o porque personalmente quien esto escribe no llegó a empatizar con él).
Si hay algo que debo destacar que chirríe estrepitosamente a lo largo de su duración es el nefasto doblaje a la que ha sido sometida; pero pese a ello, Somos los Miller se convierte en la excusa perfecta para pasar un buen rato y que hará las delicias de todos los amantes de la comedia con sello Made in Hollywood.