«Sólo con tu amor no es suficiente«, de Íñigo Guardamino, es una función seductora, un rico conteiner de ideas, imágenes y puesta en escena.
Escribir sobre esta obra es complicado, porque el autor-director lanza ideas y pone corporeidad a las carencias. Va de la reseca muerte al dibujo animado, del drama a la comedia musical, de la sinrazón que araña la conciencia a la dulce razón de la palabra ordenada que pacifica, aunque no se crea. No en vano, Íñigo Guardamino nos presenta tres historias con seis protagonistas unidos por un paisaje tan devastado de principio como es la orfandad de madre.
Elije ir de la denuncia a la parodia, denunciado la lamentable decisión del Papa Juan Pablo II que arrasó con la labor del jesuita Pedro Arrupe, Prepósito General de la Compañía de Jesús, tornando en un acto inútil la sangre vertida por muchos de los suyos, como el caso de los jesuitas Rutilio Grande o Ignacio Ellacuría.
Juega a la parodia simbólica con los personajes inventados como Pablo, un joven que se niega sin éxito a perder a su madre y cae en manos de un chamán juguetón y travieso, o la disparatada historia dibujada como una broma de Megumi y Edurne, «Las famosas siamesas de Hiroshima», huérfanas, chispeantes y pizpiretas. Su madre se suicidó en el cuarto de la plancha, al poco de dar a luz a sus criaturas, ocho meses después de que estallara la primera bomba atómica, que las da nombre, no sabemos bien, si por ver la peculiaridad de sus niñas o los rasgos occidentales que delataban una coyunta tan poco patriótica.
El corpus central está en la complicada relación del Jesuita vasco y el Papa polaco, el afán de cada uno les sitúa de espaldas, revestidos con la única sotana que reviste la fe verdadera. Por razones obvias se rompe la costura por el ímpetu revolucionario del padre Arrupe, desprendiéndose del todo poderoso Papa y quedando fuera del fresco, con su lucha social y guerrilla.
Sin duda, Arrupe representa el ideal de la utopía de la igualdad, defendiendo el pedazo de pastel de la justica social que ha de disfrutarse en la tierra, y no esperar al desconocido mas allá para catarlo, y Karol Wojtyla representa al hombre de estado que conoce el nazismo y el comunismo, y ejercita su poder con una conveniencia, que precisa, que todos los jugadores usen la baraja del capitalismo para que la madre Iglesia pueda seguir ejerciendo su papel regulador de la sociedad secular.
Ganar, ganó sin duda el polaco al padre Arrupe, apartado de su cargo y con la amargura de haber enterrado cadáveres ensangrentados en un acto en vano; y en las iglesias de Sudamérica se dejo de rezar credos como este:
(Yo creo en vos compañero,
Cristo humano, Cristo obrero
de la muerte vencedor.
Con tu sacrificio inmenso
engendraste al hombre nuevo
para la liberación.
Vos estás resucitando
en cada brazo que se alza
para defender al pueblo
del dominio explotador.
(Letra del Credo de la misa campesina de Carlos Mejía Godoy)
La primera escena proporciona la primera sorpresa: un joven Karol Wojtyla en 1942 ensaya con una compañera una pieza de Teatro Rapsódico, que se representa por las casas con el fin de no perder durante la ocupación nazi la raíz polaca. Por un lado, llama la atención que Íñigo Guardamino fije su atención en el vasco universal, bilbaíno como él, y en unos hechos de los que apenas queda el recuerdo La teoría de la liberación fue sin duda un soplo de aire fresco en la lucha armada de un continente que no sólo ha tenido como enemigos a los conquistadores, dado que aún se debate entre la lucha armada y el linchamiento de quienes espolian a fecha de hoy sus riquezas.
La puesta en escena cuenta con un potente soporte de imágenes. Se inicia la función con la imagen de la Virgen Negra de Częstochowa, se habla de ella, de su cara marcada, de que los polacos son los negros europeos. El soporte visual nos acompañará durante toda la función y será fundamental para situar el hilo conductor de la HISTORIA y de las tres historias.
Guardamino no se pone límite, y unifica la forma de hacernos llegar su propuesta con un ritmo que a veces recuerda el alegre e imprevisible gorgoteo de la sopa de las brujas, en una función elegante y sin fisura, y la muerte del padre Arrupe podría tener un símil con Monty Python. Wojtyla, actor y dramaturgo, es blanco, pero el Papa Juan Pablo II es negro. Arrupe tiene uno de los momentos más divertidos de la función cuando intenta catequizar a una joven japonesa. «Las famosas siamesas de Hiroshima» deambulan por el escenario, andando como una suerte de araña de dibujo animado, y llegado el momento cantan. Poseedoras de todo el simbolismo de la dualidad expuesto en la obra, y finalmente separadas en un acto que también resulta inútil. Pero si de algo va «Sólo con tu amor no es suficiente«, como su nombre indica, es del lugar que ocupa todo lo que nos falta.
La función proporciona mucha información en las dos horas que dura, pero está bien medida y Guardamino demuestra ser un ágil fajador con el público, sacando y metiendo elementos de su cajón de sastre. Con todos los personajes consigue arrancar alguna sonrisa al público, que llega a la carcajada. Al joven Wojtyla, a Pablo y al joven que chulea el Chamán les pone cara y voz el actor Javier Prieto, brilla mas como hijo desesperado que tiene que atender las caprichosas y demandas de un Chamán hilarante que compone estupendamente Elton Prince.
Elton Prince interpreta con todo acierto también al Juan Pablo II negro, que dibuja el autor como taimado hombre de estado. Juana Cordero pone largura al padre Arrupe, y realiza un alarde de interpretación vital a cara lavada. Los dos clérigos están revestidos, Arrupe en la sobriedad y Wotyla en la opulencia, con total acierto por Pier Paolo Alvaro, responsable de la dirección artística y del vestuario.
Esther Acebo y Ana Del Arco son «Las famosas siamesas de Hiroshima», y están esplendidas, da gusto verlas, oírlas e interpretar los temas con música de David Ordinas y letra del autor.
Sin duda es una función que rompe monotonías, demuestra la voz propia del autor, arropado por un buen equipo, y el sentimiento al salir es de haber asistido a una función en forma y fondo objetiva, expuesta con encanto y sin tibieza en un elegante rojo y negro.

Esther Acebo y Ana Del Arco, consiguen una interpretación gozosa como «Las famosas siamesas de Hiroshima»,
Texto y dirección: Íñigo Guardamino / Reparto Juana Cordero, Elton Prince, Esther Acebo, Javier Prieto y Ana Del Arco / Ayudante de dirección Yaiza Ramos / Diseño de iluminación Pedro Guerrero Dirección artística y vestuario Pierpaoloalvaro / Concepto y escenografía Roger Portal / Técnico de luces Rodrigo Algar / Espacio sonoro María José Pazos / Canciones David Ordinas (música) e Íñigo Guardamino (letra) / Fotografía Carmen Prieto / Diseño gráfico Andrés Sansierra / Audiovisuales Una Moneda para Rodar / Comunicación Laura Maure – ComsiComsa /Productora ejecutiva Sara Luesma /Producción La Caja Negra Teatro y Tinglao Producciones
«Sólo con tu amor no es suficiente«, de Iñigo Guardamino, se estrenó en Nave 73 Madrid, el 2 de octubre de 2015 y estará en cartel en la Sala los viernes y sábados 2, 3, 9, 10, 16, 17, 23, 24, 30 y 31 de octubre a las 19: 30 horas