SITGES 2024: El llanto, Pepe, Mi bestia.
Por NACHO CABANA.
EL LLANTO de Pedro Martín-Calero.
Pedro Martín-Calero ganó exaquo con Laura Carreira la Concha de plata a la mejor dirección en el pasado festival de San Sebastián con su ópera prima El llanto. Se trata de una producción de, entre otras, Caballo films, la productora de Rodrigo Sorogoyen, escrita por el director junto a la coguionista habitual del primero, Isabel Peña que ejerce, además, funciones de productora ejecutiva.
Viene todo este recordatorio a propósito porque El llanto, película nacional estrella en el tramo final de Sitges 2024, es un film considerablemente deudor de los modos y estrategias del director de As bestas por mucho que Sorogoyen no haya dirigido, hasta la fecha, ninguna película de terror.
Y lo es, principalmente, por la ruptura del relato (y con esta, de la focalización de la historia) en dos partes (más una tercera a modo de epílogo) que consiguen el mismo efecto en el espectador que cuando esto se ejecutó tanto en el último largo estrenado del realizador madrileño como en Que dios nos perdone o Madre.
La acción comienza en Madrid, con una chica en la veintena (Esther Expósito) cuyo novio (residente en Australia) es asesinado por una misteriosa presencia (que solo la primera puede ver) durante una videoconferencia y que después la acechará a ella; la amenaza siempre visible a través de pantallas, nunca en directo.
Justo cuando El llanto comienza a coger vuelo, el quiebro de la narración (que no punto de giro) nos traslada a La Plata años antes, donde a otro personaje de edad similar (Malena Villa) comienza a sucederle lo mismo. Un misterioso edificio (quizás la más inquietante idea de la función) está presente en ambas latitudes y parece encerrar la solución al misterio.
Pero esta no llega. No hay explicación alguna de lo que está pasando ni porqué. Tampoco la mecánica interna de la amenaza es totalmente coherente: ¿si “la presencia” solo afecta a mujeres (como parece indicar el abrazo final)… ¿por qué comienza asesinado al novio de la madrileña?.
Dicho de otro modo: al hurtarle al espectador explicación alguna de lo que está ocurriendo todo el primer acto español de El llanto (o el inicio del segundo, tanto monta) resulta prescindible. Lo que, unido a una escasa evolución de la investigación de la heroína argentina (no puede llegar lejos porque se renuncia a la explicación final) conduce El llanto hacia un terreno una cierta tierra de nadie.
PEPE de Nelson Carlo de los Santos Arias.
Allá por 2017, una película dominicana hizo bastante ruido en el circuito de festivales y llamó la atención sobre su director, Nelson Carlo de los Santos Arias, así como de una cinematografía que, por aquel entonces, estaba dedicándole bastantes recursos económicos tanto a la producción nacional como a la Film Office encargada de atraer rodajes internacionales a su territorio.
Cocote era un muy original cóctel narrativo donde su director mezclaba imágenes de archivo con escenas de ficción recreadas por actores no profesionales más fragmentos de noticieros, programas de televisión, dibujos animados…
Y precisamente con un fragmento de aquel cartoon de Hanna-Barbera que marcó la infancia de los boomers en España llamado Pepe Pótamo (el del “hipoaullido huracanado”) comienza la segunda realización de Nelson Carlo de los Santos Arias, Pepe, que se ha podido ver dentro de la sección Noves Visions del Sitges 2024 y que ganó el Oso de plata al mejor director en el último festival de Berlín.
Pepe parte de una muy original idea: contar la historia de uno de los hipopótamos que Pablo Escobar hizo llevar desde el Delta del Okavango a Colombia para su zoo particular y que, al morir el “jefe de jefes”, escaparon y se reprodujeron haciendo del país sudamericano el único del continente con contar hipopótamos en libertad.
Es además, y esta es el gran hallazgo del film, la voz del propio Pepe (en afrikaans primero y en español después) el que cuenta su peripecia vital hasta que la narración pasa a ser la de los “dos patas” locales que quieren acabar con él.
Pepe resulta mejor en la teoría que en la práctica. Es demasiado solemne y pretenciosa, le falta el sentido del humor que sí tenía Cocote a la hora de desarrollar una premisa que, por mucho que se quiera, no deja de tener un punto cómico.
Y, aunque tiene secuencias poderosas (más cerca del videoarte o del cine de museo que del cine exhibible en salas y no solo las de Sitges 2024) el conjunto acaba pesando tanto… como un hipopótamo.
MI BESTIA de Camila Beltrán.
Mi bestia es una (muy pequeña) película colombiana que cuenta el paso a la preadolescencia de una chica bogotana y que tiene que ver con Tiger Stripes, de Amanda Nell Eu vista en Sitges 2023. Es la que nos ocupa mucho más breve y confía su originalidad en un tratamiento hecho a la imagen que no acertaría a decirles en qué consiste. No está del todo mal, aunque no pasa gran cosa y lo que sucede es previsible, pero se las ingenia para transmitir cierta sensación de caos hormonal mezclado con el urbano a partir de unos cortes de montaje (especialmente el último) que la elevan ligeramente por encima de lo esperado.