Por NACHO CABANA
El 51 festival de Sitges 2018 comenzó su andadura con emocionantes puntos de giro. A la rueda de prensa de Suspiria estaban anunciados Tilda Swinton, Luca Guadagnino, Mia Goth y Jessica Harper y se suspendió mientras el film abría las proyecciones del Auditori. La protagonista de Orlando había rechazado hacer entrevistas, el director no estaba y la actriz del original de 1977, Jessica Harper, tampoco. De la Goth, ni rastro. ¿Qué había pasado? En la gala de la noche se iba a entregar el primero de los premios honoríficos a la actriz Tilda Swinton . ¿Sería posible que acabara recogiéndolo su representante o el distribuidor de Suspiria en España?
El misterio se resolvió en la inauguración cuando la ganadora de un Óscar por Michael Clayton, de un rojo apabullante que destacaba sobre el blanco de su piel, rompió a llorar al recoger el galardón. Su padre había muerto esa misma mañana tras una semana en coma en la que había sido acompañado por la actriz en todo momento. Se planteó no acudir a aceptar el galardón pero lo hizo por la fantasía. Emocionante y sincero comienzo,
Tras los aplausos comenzó la película.
Hoy la danza no es alegría ni fiesta: es dolor
Lo más interesante de la Suspiria de 1977 fue el virado de colores y la música absolutamente demencial que Argento combinaba para ilustrar una historia que realmente daba bastante igual. Argento, su montador y sobre todo, los autores de la banda sonora arremetían sin piedad y con delirio contra la ortodoxia gramatical cinematográfico para entregarse a una orgía de excesos.
¿Qué sentido tiene en 2018 hacer un remake de Suspiria adaptando el argumento en lugar del delirio? Pues muy poco. Lo que hace Lucas Guadagnino es básicamente hincharlo con tramas colaterales que poco tienen que ver con la principal y que alargan el relato hasta las dos horas y media sin aportar demasiado y, sobre todo, sin justificar la recuperación del clásico del giallo.
Guadagnino convierte el personaje del explicador (que en la película original lo hacía un joven Udo Kier en apenas 5 minutos) en secundario de peso dándole una trama completa que además cierra el film; introduce constantes referencias a la situación político terrorista en la Alemania de 1977 donde sigue transcurriendo la acción y mete unas (acertadas) secuencias oníricas. Se queda a medio camino de una posible lectura sexual, escamotea justificaciones que sí estaban en el film de Argento, combina una planificación siglo XXI con panorámicas al vacío y zooms setenteros y divide la narración en capítulos como si estuviera filmando Dogville. Al final la mezcolanza de pretensiones no logra salvar un argumento que sigue siendo de serie Z y no de las mejores. El final, a pesar de que vira al rojo algunos planos, recuerda más a Jodorowski y La montaña sagrada. Eso si deja alguna secuencias memorables como la el baile de Dakota Johnson mientras otra de las bailarinas se rompe en la habitación contigua, literalmente.
Es matemáticamente más fácil encontrar un planeta habitado en el universo que encontrar el amor.
Esta es la premisa básica de la que parte director y a la que es fiel todo el metraje Clara de Akash Sherman. Una historia romántico científica en la línea un poco de aquella Orígenes o de Another Earth en la que se mezclan con mucha habilidad y talento los devenires una pareja reunida por motivos profesionales ( y los traumas biográficos de cada uno) con una investigación contrarreloj para ser los primeros en poder proponer a un nuevo super telescopio la investigación de un planeta posiblemente habitable. Las dos tramas están muy bien entrelazadas y la película consigue que no te pierdas en la jerga científica y que incluso esta, debidamente aderezada, llegue a emocionar. Lástima, terrible error, que todo se viene abajo en 3 últimos minutos absolutamente patéticos, obvios, cursis y que se prestan a todo tipo de memes. Una vez más, Bob Dylan amarga cualquier fiesta.
No entres a la habitación prohibida.
Elizabeth Harvest de Sebastián Gutierrez es una película muy pequeña con un muy ajustado diseño de producción y un guion que juega a parecer convencional hasta que empieza a saltarse las previsiones, logrando intrigar en el desconcierto. No se sabe por donde va a salir el director y eso siempre está bien en un film de género. Y por dónde sale no está mal aunque Gutierrez se excede en explicaciones y dedica casi todo el tercer acto de la película a verbalizar lo que antes había únicamente he dejado intuir. Tan guapa cómo mala actriz la protagonista.