En la imagen Dan Stevens en «The Guest» de Adam Wingard
Uno de los largometrajes que más éxito ha tenido en las proyecciones de público y prensa del Festival de Sitges 2014 es The Guest de Adam Wingard, director que hace tres años logró el reconocimiento entre los aficionados al “slasher” gracias a la conversión de las víctimas de su You´re the next (2011) en seres inteligentes. The Guest, digámoslo ya, no tiene nada que ver con el título que le hizo famoso y tiene su mejor baza en dedicar al “McGuffin” de la historia el mínimo tiempo posible. Wingard se esmera como director y guionista para convertir el desconcierto del espectador ante las expectativas desplegadas en elementos de suspense. Protagonizada por Dan Stevens (al que muchos ven ya como el nuevo Ryan Gosling) y escrita por Simon Barret, The Guest aporta además una visión distanciada e irónica sobre del material que maneja lo que dota de comedia al conjunto sin mermar por ello intensidad a la trama. Una lástima que el clímax, algo forzado en su desarrollo espacial, no esté a la altura del resto.
The guest tiene un planteamiento similar al del excelente documental El impostor (2013) de Bart Layton. Cuenta la historia de una familia de la América profunda que recibe la visita de un marine que luchó en el mismo batallón que su hijo, muerto en Afganistán. Todo lo que desencadena esta visita así como lo realmente ocurrido en el frente es lo que vertebra esta firme candidata a premio.
Y otro visitante no deseado es el protagonista de The stranger de Guillermo Amoedo segundo largo como director del guionista habitual de Nicolás López el director chileno (Aftershock -2012- , The Green inferno -2013-) que ha tenido la enorme suerte de cruzarse en el camino de Eli Roth (Hostel -2005-) y con el que forma una extraña pareja cómico-cinéfila (cualquiera que haya asistido a una presentación conjunta de ellos dos sabrá a lo que me refiero). The stranger es una película con vampiros, pero no de vampiros. Su mayor acierto es focalizar la historia a partir del conflicto de un personaje que visita una remota localidad para saber qué ha sido de la mujer que amó y del hijo que ésta llevaba en su vientre cuando ambos dejaron de verse. La condición vampírica de los personajes se va adivinando poco a poco y es parte del entramado dramático principal, no su marco. The stranger adolece de una fotografía bastante fea, unos actores no del todo inspirados y, sobre todo, de una falta de adscripción a una geografía concreta (está rodada en Chile pero todo el mundo habla en inglés) que distancia al espectador de lo narrado.
Esto último también le ocurre a la otra cinta de vampiros que hemos podido disfrutar en el Festival. A girl walks home alone at night de Ana Lily Amirpour se desarrolla en un “no lugar” en el que se habla farsí y habitado por iraníes pero cuya geografía y “landmarks” son claramente estadounidenses. Esta abstracción incide negativamente en su propuesta de contar una historia de vampiros persas que probablemente hubiera sido mucho más interesante de haberse ambientado en el Irán actual (independientemente de su lugar de rodaje). No creo que a su autora le diera tiempo a ver Sólo los amantes sobreviven (2013) antes de realizar su largo, pero seguro que ha dedicado tiempo y esfuerzo a estudiar la composición de los planos, el uso de la música y el tempo narrativo de Jim Jarmush a la hora de planificar el suyo. Con una exquisita fotografía en blanco y negro obra de Lyle Vincent, A girl walks home alone at night se resiente y mucho del poco original paralelismo que establece entre vampirismo y heroína y que su directora parece creer estar descubriendo a estas alturas del siglo XXI.