Se lleva tiempo hablando (y mucho) de los nuevos tipos de familia (homosexuales, monoparentales… ) y de lo que ello implica en el desarrollo y educación de los hijos. La pregunta que se hace Ursula Meier en su última película Sister es ¿qué ocurre cuando todos las variaciones posibles de los lazos que construyen una familia están completamente pervertidas? No es que no existan (huérfanos y niños desamparados siempre ha habido) sino que los vínculos han mutado hacia algo que contradice completamente cualquier concepto de unidad familiar (tradicional o no)
Todo ello enmarcado dentro de la crisis económica que asola Europa y que provoca que incluso en la “civilizada” Suiza existan ciudadanos que viven de lo que los miembros infantiles de su familia roban a los turistas que van a esquiar y se encargan luego ellos mismos de vender.
El resultado es interesante primero porque elude tanto el melodrama como el discurso político. Retrata con cercanía y empatía al niño protagonista englobando en su personaje todas las contradicciones existentes a una edad en la que no se es ni bueno ni malo sino que todo está condicionado por el mundo que vas conociendo según creces. Cuenta para ello con un actor infantil excepcional, Kacey Mottet Klein, con el que la directora eluda caer en todo tipo de conmiseración. A su lado está la actriz de moda Léa Seydoux, a la que Meier dirige eludiendo el fácil rol de malvada al que la historia le aboca. Y acierta también la realizadora en la materialización de esa madre ideal que no existe en la vida del pequeño al elegir a la distante Gilliam Anderson para el papel de una de esas turistas que durante sus vacaciones redimen el sentimiento de culpa que les provoca disfrutar de su dinero invitando a un sandwich a cualquier niño pobre que se le acerque en el camino (presuponiendo que todos son buenos).
En manos de un director con peores intenciones que Meier (es brutal pensar lo que habría hecho, por ejemplo, Todd Solondz con este material) la película podría haberse adentrado en territorios crueles llenos de humor negro, pero la directora de Home ¿dulce hogar? (2008) prefiere situarse en la estela de los hermanos Dardenne y elegir un tono realista (que no gris) que deja implícitas cuestiones como la (falta de) escolarización o los servicios sociales que no parecen existir en una sociedad que quiere mantener apartado del turista a todas las personas que trabajan para él, creando un mundo perfecto y público (el del que paga) y otro caótico y secreto (el de las cocinas y servicios que viven del primero)
Un componente fundamental de Sister y uno de sus grandes aciertos son sus localizaciones, empezando por ese edificio de suburbio aislado bajo las imponentes montañas que roban toda la atención. Una cordillera cuyo deshielo marca el final de la temporada de invierno y da paso a preguntarse qué harán a partir de entonces los dos personajes protagonistas, de qué vivirán cuando ya no haya turistas.
Lamentablemente, la copia exhibida en el pase de prensa fue un blue-ray que mata por completo colores, contraste e iluminación. No sé si para su estreno comercial contará la distribuidora con algún DCP o copia en 35 mm porque, desde luego, no se puede cobrar una entrada por una proyección como la que yo vi.
Sister, (2012), de Ursula Meier, se estrenó en España el 15 de noviembre de 2013