Por NACHO CABANA
Ryan Murphy es un creador tan prolífico, brillante y ocurrente en sus planteamientos como poco riguroso en el desarrollo de las temporadas de sus series. O al menos lo era hasta las dos temporadas de American Crime Story donde, especialmente en la brillante segunda parte, cuenta con rigor y originalidad sendos casos criminales que de tan conocidos podrían dar pereza.

The politician, su primer serie para Netflix dentro de su recién estrenado millonario contrato, parece, al menos en su primer episodio (que es el que ha proyectado en primicia el Serielizados Fest 2019 en su edición catalana) estar más cerca de Glee que de Feud. Centrada en esa élite de la población gringa que tiene todas las opciones posibles a su disposición desde la cuna y que puede plantearse como meta profesional llegar a presidente de la nación, The politician apuesta por un tratamiento deudor de aquella Election (1999) de Alexander Payne al trasladar al ámbito estudiantil los tejemanejes y zancadillas de la política profesional.

Con Jessica Lange y Gwyneth Paltrow en un reparto encabezado por la estrella de Broadway y “the next big thing” Ben Platt; Murphy, Brad Falchuk y Ian Brennan se apuntan el mérito y tienen la osadía de seguir celebrando la diversidad sin caer en lo políticamente correcto con situaciones y personajes discapacitados a medio camino entre un sketch de Little Britain y los Campeones de Javier Fesser,
Habrá que verla entera The politician (ya está disponible en Netflix) y con los dedos cruzados para que la rapidez con que sus autores queman tramas no provoque la gratuidad a mitad de temporada.

El mismo día se proyectó en el Serielizados Fest 2019, Twin de Kristoffer Metcalfe, una serie noruega que parte del ya muy trillado tema de los gemelos idénticos para tramar con ingenio y credibilidad (en sus dos primeros episodios) un thriller emocional que se toma su tiempo para llegar a donde quiere llegar y que coloca a personajes en un punto de partida que, aunque rebuscado, no resulta ni forzado ni gratuito (sin sacrificar a ningún carácter por el camino). No arrebata pero es un buen ejercicio de escaleta.

Tiene que tener cuidado el Serielizados Fest con las sesiones que cede a canales como Cosmo para que presenten algunas de sus novedades. No es que Flack de Oliver Lansley o Pure de Michael Amo sean productos deficitarios (están los dos muy lejos de ello) pero sí resultan tan convencionales como bien ejecutados; tan previsibles como complacientes con el público al que van dirigidos.

Como dijo Lorenzo Mejino en la presentación de Flack, se trata de un cruce entre Scandal (2012) y Ray Donovan (2013) que por momentos recuerda a la (muy inferior) producción francesa para el mismo canal Call my agent pero que cuenta con una personaje central (la omnipresente Anna Paquin) tanto más interesante cuanto más lo acercan sus guionistas al límite. Por cierto que Flack está dirigida por Peter Cattaneo, el de Full Monty (1997).

Pure es una convencional serie policíaca canadiense con traficantes de droga que tiene su originalidad en que transcurre en una comunidad menonita, una suerte de amish presentes también en México (recuerden Luz silenciosa de Reygadas (2007) de donde precisamente procede la coca con la que algunos de estos enemigos de la modernidad se enriquece.
Tiene Pure una buena fotografía y además sale Rosie Pérez, pero la distancia física entre ambos polos de la acción (con el mexicano ausente de la pantalla al menos en el primer episodio) disminuye la sensación de peligro al tiempo que complica los movimientos de los personajes.



