El Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF) ofrece cada temporada la mejor cosecha de películas realizadas en el viejo continente durante los doce meses previos. Desde hace 15 años, el certamen andaluz se encarga de recolectar aquellas cintas que han destacado en alguno de los festivales de referencia en el panorama internacional añadiendo algunos trabajos de interés que todavía permanecían inéditos hasta esa fecha
Two Friends abrió la Sección Oficial de esta décimo quinta edición. Ópera prima como director del actor francés Louis Garrell, conocido principalmente por su participación en Soñadores, la película sigue los pasos de dos amigos enamorados de una chica a la que se ha concedido el tercer grado penitenciario. Con lejanos ecos de Jules y Jim, el filme nos muestra la atípica relación entre los miembros del particular trío, tres personas desnortadas con problemas psicológicos y sentimentales. El intérprete metido a director, que se reserva uno de los papeles protagonistas para él mismo, destaca especialmente cuando plasma en imágenes los momentos más íntimos de unos individuos que todavía no han superado el complejo de Peter Pan a pesar encontrarse en la treintena, aunque su debut adolezca de excesiva verborrea y de ciertas reiteraciones a la hora de abordar los dilemas afectivos de sus personajes. En resumen, Two Friends pone de manifiesto que Garrel es un cineasta con sensibilidad y talento que necesita un mayor bagaje para limar algunos defectos propios de los principiantes.
Sobre la amistad también trata The Trip to Italy, secuela de The Trip que se vio dentro de la sección Special Screenings. Michael Winterbottom se encarga de dirigir otra vez a unos espléndidos Steve Coogan y Rob Brydon en un largometraje que resume en un montaje de menos de dos horas una miniserie de la BBC. De nuevo nos encontramos a estos dos actores, que se interpretan a ellos mismos, realizando una particular ruta gastronómica como parte de un encargo del periódico The Observer, aunque en esta ocasión ambos abandonan Reino Unido para viajar por Italia. Su particular aventura vuelve a ser una mera excusa para que los dos charlen sobre literatura, cultura pop, cine o sus propias vidas en un conjunto donde realidad y ficción se mezclan. Como ya ocurriera en su precedente, las imitaciones que ambos intérpretes realizan de sus colegas de profesión acaban siendo lo mejor de esta simpática comedia de innegable sabor british.
De viajes, aunque no precisamente turísticos, habla también Babai, el largometraje dirigido por Visar Morina que se proyectó dentro de la sección Nuevas Olas. Premiada en los festivales de Munich y Karlovy Vary, la cinta parece una versión dura de las aventuras de Marco, aunque aquí el chaval protagonista busque a su padre y no a su madre. El filme, ambientado en los años noventa, cuenta el duro periplo del chaval desde su Kósovo natal hasta Alemania, donde su progenitor se ha ido a trabajar. Morina indaga en la personalidad de un crío algo retraído que ve la marcha de su padre como una traición y madurará antes de tiempo a causa del trato vejatorio que recibirá en su particular odisea. Sin resultar apasionante en ningún momento, Babai se sigue con cierta curiosidad gracias a la magnética interpretación del niño Val Maloku, dueño de una inquietante mirada que parece juzgar sin piedad el comportamiento reprobable de los adultos que tiene a su alrededor.
Dentro también del apartado Las nuevas olas se pudo ver Dead Slow Ahead, cinta firmada por el español Mauro Herce que logró el Premio Especial del Jurado en el pasado Festival de Locarno. El director nos introduce en el día a día de un carguero con tripulación mayoritariamente filipina. Herce presta especial atención a los martilleantes sonidos, las sombras o los juegos de luces para ofrecer una película que desprecia casi completamente la narrativa y prima una inquietante atmósfera más propia del cine de terror o de ciencia-ficción que de un filme realista. No es un trabajo para todos los públicos y no pretende en ningún momento entretener al espectador, pero sería injusto negar el poder casi hipnótico de sus imágenes.