Se acabó, de Rafael Caunedo

Se acabó, de Rafael Caunedo

Portada JPEG¿Afán de trascendencia literaria, ganas de escribir una joya de la literatura? ¿Novela erudita, ejercicio de estilo, la deslumbrante obra de un chamán del lenguaje? Pues me temo que no.

Ciertamente, “Se acabó”, la última novela de Rafael Caunedo (Madrid, 1966) no puede ser acusada de defender una posición literaria vanguardista, extremista, culterana, o radical en las formas; aquí no hay un punto de vista que, de un modo u otro, suponga forzar hasta el chirrido el lenguaje, la trama o los personajes, con tal de lograr un resultado artístico o literario –ambos términos, en su peor sentido-. Sin negar que este tipo de esforzada literatura a veces produce hallazgos que brillan con fulgor propio, lo cierto es que en la práctica totalidad de casos ocurre lo mismo: un tostón de libro, escrito por el palizas del autor y sólo comprensible para él y sus avisados amigos. Para el resto de nosotros, un tedio en toda regla.

Pues verán, aquí no hay nada de esto: en su novela, Rafael Caunedo utiliza un lenguaje sorprendentemente ágil, frases breves trufadas de términos coloquiales, un lenguaje cercano al modo en que uno habla, la prosodia como fuente de estilo, llámenlo como quieran: esta novela es como la historia que te cuenta un amigo cuando hace una confidencia, algo cercano y a la vez importante. Y un amigo no pierde el tiempo adornándose.

Ya lo hecho dicho, frases cortas, hechos simples, ideas claras: tan simple como observar una foto de un retrato, como contemplar un detalle de un cuadro, una simple pincelada, lisa. Así es el tono del libro, imágenes engarzadas, una detrás de otra. Un paso atrás, y se obtiene una visión de conjunto.

yo en el coche

La constante reflexión del autor

Ojo, no se lleven a engaño: en “Se acabó” hay una trama perfectamente elaborada, con  unos personajes que tienen algo que decir. Es una buena novela, que quede dicho, con un meticuloso trabajo detrás. Que Rafael Caunedo nos ahorre largas descripciones de amaneceres y paisajes, que omita extensas explicaciones sobre la luz y cómo se refleja en los muebles y su poesía y todo eso es una bendición. Eliminada la paja, queda una novela esencial, que habla de cosas esenciales. No se dice abiertamente, nadie lo nombra, pero en esta novela se hablan de verdades que todos conocemos y nadie quiere mencionar, no vaya a ser que nos ocurra, como que las historias de amor a veces (muchas veces) acaban en depresión; que el éxito a veces (muchas veces) se convierte en una condena; que la vida a veces (muchas veces) exige sacrificar a los que uno más quiere; que el amor a veces (muchas veces) es renuncia, que el mayor acto de amor es ceder y renunciar a lo que uno es y puede llegar a ser, pero que casi siempre, vaya por Dios, suele ser que renuncie ella y no él, y la gran verdad que nadie -absolutamente nadie- dice o cita pero que está ahí en la novela y todos la leemos: que las grandes historias de amor y renuncia acaban mal, acaban en depresión y tristeza por lo que ya nunca tendremos, porque se renunció a ello. Que a lo mejor la más grande historia de amor no existe, y si existe es mejor no vivirla. A lo mejor.

corte2Pero todo eso es una reflexión mía, como ya se ha dicho en esta novela no hay conclusiones ni reflexiones ni juicios ni sentencias, es un álbum de fotos, un carrete de super 8 con imágenes cortas, claras, breves, concisas. “Se acabó” es una novela que trata temas importantes, caramba, a través de recias pinceladas, sin juicios de valor, sin trampas de estilo. “Esto es lo que hay y mira tú”, viene a decir Caunedo, “te he traído unas fotos que hice con el móvil para que lo veas. Juzga por ti mismo”.

La novela es una línea: Los Angeles, París, Esponellá (Girona), Madrid, Estocolmo… en un rigoroso orden cronológico se van exponiendo los hechos y los personajes (Sofía es un amor, por cierto, y tan cercana), pero es una trampa, quizá la única de la novela. Parece que la novela va a tratar sobre la fama, el éxito, y el hastío de quien lo ha conseguido todo (Jean Asperge, compositor de música sinfónica de éxito) y resulta que no, que los retazos entreverados en la historia acaban siendo la sustancia, y no la veta. Sofía Bassols, ya ves tú quien lo iba a decir, acaba siendo el alma de la novela, el motor que logra hacer que uno pase las páginas de la novela. Éxito, fama, gloria y bandas sonoras triunfales de Jean Asperge: a la mierda todo, Sofía, sigue contándome más sobre ti y tu renuncia, tú eres la que me conmueve, tan cercana, tan real. Eso es “Se acabó”, la historia de algo conmovedor.

No hay prisa, ni falta que hace. “Se acabó” está trufada de personajes y situaciones de segundo orden (Miguel y Camila, los guardeses; el matrimonio holandés vecino; los partidos de tenis entre amigos interrumpidos durante años y súbitamente retomados… ¡si hasta aparece una canción de Gabinete Caligari berreada a dúo!) que hacen que su lectura sea un disfrute continuo. Qué caramba, si alguna de estas cosas nos han pasado a todos, como volver al lugar de veraneo de la infancia cuando se es adulto y ver que todo es igual y todo tan distinto a la vez, uno cierra el libro y descubre que acaba de terminar una historia en la que se ha hablado de cuestiones eternas y de pequeñas historias, lo grande y lo pequeño a la vez. Bendito libro. Ojalá todo en la vida fuera un placer así, cercano en la forma y cálido en el fondo.

“Se acabó” es la tercera novela de Rafael Caunedo. Acaba de salir a la venta.

Se acabó”, de Rafael Caunedo, Editorial Última Línea, 2014.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *