El cortometrajista Gerardo Herrero (Oviedo, 1979) estrenará su último cortometraje, Safari, en la 53 Semana Internacional de la Crítica, la sección paralela al Festival Internacional de Cine de Cannes, que este año celebra su 67 edición. La película es una de las diez candidatas a llevarse el premio de una Semana donde se han dado a conocer grandes directores como Bernardo Bertolucci, Wong Kar-Wai, Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu o Jeff Nichols.
Safari está protagonizado por Leonard Proxauf, quien trabaja en La Cinta Blanca (2009), aclamada película del austriaco Michael Haneke. Los actores Helen Kennedy, Tabitha Wells y Joey Jarossi completan el reparto.
La obra de Gerardo Herrero se adentra en el horror de las matanzas que ocurren en los institutos estadounidenses como Columbine o Sandy Hook.
Gerardo Herrero: “Es muy difícil resumir en unas cuantas líneas lo que significa para mí esta pequeña historia a la que he dedicado tanto tiempo y energía durante el año pasado. Pienso que Safari es ante todo una dramática confesión. No es una historia de buenos y malos. Aquí todos son víctimas que tienen algo que decir. A todos los entendemos. Incluso comprendemos. Tenía unos veinte años cuando sucedió la matanza de Columbine. Me impactó muchísimo. Había pasado poco tiempo desde que había dejado el instituto y, de repente, los informativos me descubrían algo aterrador en un escenario que me resultaba muy familiar. Estos sucesos me han interesado desde entonces. Reflexionar con rigor y profundizar sobre este tema en un cortometraje es complejo porque estás limitado a un máximo de diez o quince minutos. Cuando escribí el guión me pareció importante trabajar narrativamente con el punto de vista de los personajes para evitar enfoques simplistas. Me propuse sumergir al espectador en lo intenso, claustrofóbico, violento, surrealista y deshumanizado que puede llegar a ser un suceso como este. Pero no lo hice desde un enfoque realista. Me resultaba interesante moverme entre el realismo y la pesadilla, así que me concentré en trabajar un lenguaje expresionista y recursos como la elipsis y el fuera de campo para enlazar directamente con el misterio. Consecuencia de esto es que, de algún modo, Safari apela al deseo que tenemos todos de querer saber más. Anima a descubrir qué enigmas se esconden detrás de toda esa violencia que no llegamos a comprender y nos empuja a reflexionar sobre el sin sentido de estas matanza.»