Sabotage, de David Ayer

Sabotage, de David Ayer

Imagen del cartel de»Sabotage» de David Ayer

La década de los 80 fue una época única que en lo que al cine se refiere vio nacer un género en el que se ofrecía espectáculo a raudales con secuencias cada vez más imposibles hasta llegar a sobrepasar los límites de lo verosímil, repletas de tiros, patadas y explosiones. Un tipo de cine que, aunque generalmente vapuleado por la crítica, alcanzó una enorme repercusión comercial en las salas de medio mundo, convirtiéndose por derecho propio, pese a quien le pese, en un icono de la cultura moderna cinematográfica más palomitera, marcando tendencia dentro del cine de aventuras y sentando las bases de grandes éxitos comerciales posteriores como la taquillera saga de “A todo gas”. Nos referimos al cine de acción, pero no al cine de acción popularizado durante los 70 del estilo “Harry el sucio” o “French Connection” que a día de hoy se encuadraría quizás dentro del thriller, sino a ese tipo de películas mamporreras con protagonistas hipermusculados en el que destacaron estrellas (pues actores puede ser más discutible) como Sylvester Stallone, Bruce Willis o Arnold Schwarzenegger.

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«Sabotage», de David Ayer

Beneficiado sin lugar a dudas de ese factor tan potente como puede ser la nostalgia, durante los últimos años se ha producido un ligero fenómeno de “revival” en el que varios de estos iconos otrora reyes de la taquilla han tratado de regresar a la gran pantalla, cuyo máximo exponente se ha encontrado en la (por ahora) trilogía de “Los mercenarios”. Dentro de este intento de regreso al cine de una de sus principales estrellas, Arnold Schwarzenegger, se encuadra Sabotage”, una película en la que parece sus responsables han tratado de alejarse ligeramente del estilo cinematográfico antes mencionado, realizando una especie de thriller con tintes dramáticos, por el que deambulan policías corruptos y de moral digamos abierta, mafias sanguinarias como los carteles de la droga, trágicos asesinatos y algunos giros de guión quizás algo predecibles. Un formato muy interesante que obtuvo grandes resultados por ejemplo en Training Day (Óscar a Denzel Washington incluido), pero que sin embargo en Sabotage no se ha terminado de conseguir debido, en mi opinión, a que ha sido rodado de manera algo anodina, aburrida y carente de emoción.

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«Sabotage», de David Ayer

La trama es simple pero atrayente, presentándonos a un equipo de agentes de la DEA comandados por el personaje encarnado por el gigante austriaco, que en una peligrosa misión pierden a uno de sus compañeros, siendo además acusados de apoderarse de manera ilícita de un botín de 10 millones de dólares. A raíz de esto serán investigados por el departamento de  asuntos internos del cuerpo policial, de forma paralela al inicio de una serie de asesinatos entre los diversos miembros del grupo que serán eliminados uno a uno de forma misteriosa por un asesino desconocido, lo que implicará la aparición de una detective de homicidios que se dedicará a investigar al responsable de tan misteriosos y sanguinarios asesinatos.

En su apartado interpretativo la película es correcta sin más, pues sin que destaque ninguno demasiado, la estrella protagonista se ha sabido rodear de actores incipientes, aunque no terminen de arrancar, como Joe Manganiello (True Blood), Josh Holloway (Pérdidos), Sam Worthington (Avatar), Mirelle Eines (Guerra Mundial Z) o Terence Howard (Iron Man); y de algunos más veteranos cuya carrera nunca terminó de despuntar como Olivia Williams (Mensajero del futuro) o Martin Donovan (Lo opuesto al sexo). Sin embargo, sus personajes no terminan de resultar interesantes y poco se puede extraer de ellos pues son excesivamente unidimensionales, sobreactuados en varias escenas y estereotipados (unos borrachos juerguistas y bastante maleducados), con diálogos llenos de tópicos. Al final sus interpretaciones se reducen a ver quién es el más macho de la manada, incluso en los personajes femeninos. A mi juicio, además de esta limitación en el plantel de caracterizaciones, el principal problema del que adolece la cinta es que si su argumento hubiera estado bien conjugado pudiera haber supuesto una muy interesante película de suspense y asuntos policiales, pero acaba perdiéndose en una maraña de situaciones confusas rodadas de manera muy plana y carente de fuerza emocional.

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«Sabotage», de David Ayer

Como aspectos positivos, valga destacar que las escenas de acción sí que están bien “coreografiadas”, siendo este su punto fuerte sin lugar a dudas. No obstante, resulta evidente que en lo que se refiere a Schwarzenegger, este ya peina bastantes canas, quedando bastante lejana aquella época en la que alcanzara un enorme éxito con películas de gran factura como las míticas Terminator 1 y 2, Desafío Total, Depredador o Mentiras Arriesgadas. Por otro lado, lamentablemente debe reconocerse que el nivel interpretativo de Arnold Schwarzenegger siempre ha sido bastante limitado, pues si no fuera por su carisma no creo que nunca se haya podido decir que sea un actor precisamente de método, y en esta apuesta era necesario un personaje principal con mayor brillantez en este aspecto, aun siendo un “tipo duro”, como por ejemplo siempre ha sido el grandísimo Clint Eastwood.

No obstante lo anterior, a mi juicio Schwarzenegger no es un error de la cinta, sino un acierto, siempre que pertenezcas a ese grupo de espectadores que crecimos entusiasmados con sus cintas de puro divertimento y de cara a prolongar su carrera cinematográfica, tras el batacazo de su labor política especialmente en su último tramo, considero que este es el camino a seguir. Sin embargo, quizás sea haya equivocado al elegir este proyecto en concreto pues le falta el gancho de sus cintas de antaño. En definitiva, una cinta que no recomendaría ni tan siquiera a sus incondicionales, caso contrario de la reciente “Plan de escape” protagonizada junto a su compañero de armas Sylvester Stallone que sí que era cuanto menos divertida con una trama más sólida, aunque desde luego esto no fuera lo importante, para que engañarnos.

Sabotage, de David Ayer, se estrenó en España el 11 de julio de 2014

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