ROTA -Frida frente a Frida- escrita y dirigida por Asu Rivero, es una apuesta de la Compañía Cuarta Pared, en la imagen las actrices Luciana Drago y Raquel Sánchez. Foto ©David Pérez y ©Javier Sánchez-Guerrero
Por Luis Muñoz Díez
ROTA -Frida frente a Frida– escrita y dirigida por Asu Rivero, es una apuesta de la compañía de la Compañía Cuarta Pared.
ROTA, Frida Kahlo no estaba enferma, estaba rota, por dentro y por fuera. Hizo de su vida una “performance” que la convirtió en un ícono universal. Como artista, trabajó sobre lo que más conocía: su propio cuerpo, limitado, pero lleno de una infinita expresividad. Se pintó sin descanso, inmortalizando su ceja unida, como una mártir profana que hizo del dolor una bandera.
Los títulos de sus obras revelan momentos clave de su existencia: La mesa herida, La columna rota, Autorretrato con collar de espinas, Sin esperanza… Cada cuadro requería un proceso lento y profundo, no eran meros reflejos de pensamientos fugaces. Eran declaraciones de una vida marcada por el dolor, pero también por la resistencia.
Frida tenía una línea de fuga que le permitía escapar de la aplastante realidad: su amiga imaginaria, Casilda, que podía hacer todo aquello que ella no alcanzaba. En ROTA, Luciana Drago interpreta a Frida de manera mimética, en el centro del escenario, inmóvil, rodeada de flores, espejos y botellas de tequila. Es la imagen del “icono” que el merchandising ha reducido a un logotipo, como sucedió con Marilyn o el Che Guevara. Sin embargo, Casilda, interpretada por Raquel Sánchez, es su antagonista: una figura libre de ornamentos, con la cabeza rapada, pantalones cortos y una camisa blanca sencilla. Sin corona ni símbolos, Casilda representa lo opuesto al icono: la esencia desnuda de Frida.
La obra, dirigida y escrita por Asu Rivero, no se detiene en la biografía ni en los nombres célebres que rodearon la vida de Kahlo. En lugar de ello, profundiza en su mundo interior, donde habitan la frustración y los sueños. Si bien se nos presente a Frida coronada con su moño en todo lo alto, como la reina que sentía ser. Sin duda se sentía reina, reconocerlo no es difícil ante la pasmosa dignidad con la que asumió su destino hasta que la Caraca la redimió de un dolor punzante y permanente, y del lacerante castigo de ser mal amada y maltratada, por el hombre con el que se casó dos veces. Amó a las mujeres y a los hombres, por los que sintió antojo, y siguió saciando esa sed, en la medida que le permitió su cuerpo ROTO, pero al que llego a nombrar “cara de sapo y cuerpo de elefante” fue el único que habitó su corazón roto.
Asu Rivero nos libera de la lista interminable de nombres ilustres que cruzaron la vida de Frida, ese parnaso de artistas e intelectuales que gozaron de una inmunidad para abusar de su entorno mientras el mundo celebraba sus obras. En su lugar, la obra se enfoca en la mujer rota y en la feroz luchadora, en el dolor que la definió y la fuerza que la elevó.
El trabajo de Raquel Sánchez como Casilda es fascinante. Su cuerpo, en constante movimiento, es un lenguaje en sí mismo. Cuando se columpia, cuando toca el acordeón, cuando canta una conocida canción mexicana, llega a lugares profundos dentro de nosotros, lugares que sentimos pero que no siempre sabemos nombrar. Casilda es una performance viva, una extensión de Frida, con un refranero propio lleno de sentencias y sabiduría popular, que dialoga constantemente dúrate toda la pieza con su otro yo.
Desde el principio, la puesta en escena nos da pistas, las flores, que para Frida siempre representaron el Día de los Muertos, nos sugieren que ya ha muerto. Lo que vemos no es una narración de su vida, sino el espacio que preparó para su continuidad, un altar que refleja su visión de la muerte como una parte inseparable de la vida. En esta transición, Casilda la acompaña: su otro yo, despojado de adornos, desnudo en esencia, pero siempre presente.
Asu Rivero ha contado con un equipo estupendo que es un suma y sigue de aciertos, como los asesores de dramaturgia Quique y Yeray Bazo, y para recrear un ambiente tan onírico y peculiar con requería la pieza, como la Iluminadora Nuria Henríquez, y el escenógrafo y figurinista David Utrilla.
ROTA nos recuerda que Frida Kahlo no solo fue una artista o un icono. Fue un ser humano roto que transformó el sufrimiento en arte y lo personal en universal. Una mujer que, incluso desde su vulnerabilidad, sigue inspirándonos a mirar dentro de nosotros mismos y encontrar fuerza en nuestras propias grietas.
ROTA -Frida frente a Frida- se ha estrenado en la sala Cuarta Pared, y ha permanecido en cartel hasta 7 de diciembre de 2024
Autora y directora: Asu Rivero
Reparto: Luciana Drago y Raquel Sánchez
Iluminadora: Nuria Henríquez
Iluminadora: Nuria Henríquez
Escenógrafo y figurinista: David Utrilla
Asesores de dramaturgia: Quique y Yeray Bazo
Fotografía: David Pérez y Javier Sánchez-Guerrero
Producción y comunicación: Cuarta Pared