La editorial Siruela nos cita hoy en el Instituto Internacional en la calle Miguel Ángel nº 8, un señorial palacete tan exótico como desconocido para los madrileños acostumbrados a pasar junto a él sin percatarse de su existencia. Y es entre las curiosas paredes blancas y celestes de su paraninfo, donde el escritor de novela policíaca, Domingo Villar, se encarga de presentarnos a una de las autoras de la novela en cuestión: Rosa Ribas que enseguida hace gala de su Don de Lenguas.
Domingo Villar:
A este libro hemos tenido que hacerle un hueco porque es para disfrutarlo, tiene algo que enamora a los lectores. Es una novela negra en la que lo policíaco es una mera excusa para hablar de temas como la gente, las personas que se sienten perdidas o de los viajes interiores de cada individuo. Es un libro en el que sus autoras dejan un hueco al lector, y es en este sentido que Don de Lenguas nos permite imaginar y soñar.
Esta novela también supone un viaje a través del mundo profesional de la protagonista, de Ana Martí, quien se halla en una situación que no esperaba y en su empeño por salir adelante. Al final del relato hay una frase que resume perfectamente el viaje novelístico de esta mujer
«Aunque todo seguía igual, ya nada sería como antes»
Pero al margen de Ana, Don de Lenguas está repleto de personajes llenos de secretos y profundidades, como Beatriz, la prima lingüista de Ana; como los porteros cotillas o héroes, o las putas etc, que como en el cine, dan una singular hondura a la novela.
Don de Lenguas se relee con gusto y se paladea sin esfuerzo alguno. Yo ya había leído sus novelas de Cornelia y supe que Rosa Ribas tenía mucho que decir y contar y Don de Lenguas es la confirmación. Ésta es una novela en la que cada 20 o 25 páginas pasa algo que cambia el panorama, yo lo llamo cambio de vía. La historia va por un lado y de repente el jefe de estación baja la palanca para que el tren se desvié y vaya para otro lado. La novela de Rosa y Sabinne Hofmann va cambiando de vías también.
La literatura es un campo de experimentación constante en el que nunca se termina de aprender ni de sorprenderte con los resultados. En Don de Lenguas se escribe, se crea y se recrea en dos idiomas y a cuatro manos
Rosa Ribas:
Es muy hermoso oír que un libro que has escrito emociona. Para mí es fundamental. Significa que has llegado, que has causado algo. Es muy hermoso también que alguien hable de mis personajes con este cariño y dándoles este perfil y este cuerpo que hace que sintáis que están vivos. Y más en este caso que lo hemos hecho a cuatro manos.
Escribir a cuatro manos es complicado. Es trabajoso y supone salir de este trabajo de uno mismo, pasas de tener discusiones contigo mismo a tenerlas con otra persona. Significa compartir mucha información, significa llegar a acuerdos, negociar, pactar. También significa enriquecer la novela con aportaciones diferentes. Significa tener un primer lector que es también coautor, es decir, que lee todo lo que tú escribes y además aporta algo a las partes que tú has escrito y en nuestro caso significó tomar muchas decisiones juntas; desde lo qué vamos a escribir, o cómo lo vamos a tratar … Cada una tenía una constelación de personajes que eran los que nos resultaban más próximos y les daba voz. Cada una tenía sus personajes. De vez en cuando los intercambiábamos para ver si yo era capaz de escribir un capítulo con este otro personaje, es que le había entendido tal como la otra autora lo presenta.
Hay un especial interés por parte de Rosa Ribas y Sabine Hofmann en una época de nuestra historia en la que la literatura ha pasado de puntillas sin reparar en que es una mina de oportunidades y un hermoso trabajo de investigación
Es mucho trabajo el que hemos invertido en Don de Lenguas, mucho tiempo de pensar y de documentarnos. Es una época que no hemos vivido en persona, es la generación de mis padres… nos contaban cosas de este tiempo, era uno de los objetivos importantes conseguir que cuando los lectores entraran en la novela, tuvieran la impresión, no de que les estamos contando cómo eran los años 50 en España; eso te lo cuenta un libro de historia. La idea era que vivieras en los años 50, que los sintieras, que los olieras, que notaras como era el tejido de las calles. Para esto también trabajamos con los testimonios de personas que nos podían dar estas sensaciones y estas impresiones. Hay un trabajo documental, por supuesto, hay un trabajo histórico… Es una época que nos interesaba muchísimo, ese acontecimiento que supuso el Congreso Eucarístico Internacional, en Barcelona. En ese 1952 se dan dos fenómenos paralelos; por un lado la penuria económica disminuye al terminar los 40, los años más negros. Estos ya no son años tan negros, estos son años grises. Ya no es la negrura, es la grisura de los 50. Desaparece las cartillas de racionamiento, lo que no significa que ya estemos viviendo en la abundancia… paralelamente se organiza el Congreso Eucarístico con lo cual el Régimen se ve refrendado internacionalmente. Si quedaba alguien que albergara la esperanza de que esto se iba a acabar, de que quizás desde fuera podría pasar algo, en este momento se ve que esto va para largo. Nadie se podía imaginar para cuan largo iba a ser.
Don de Lenguas también aborda la heroica incorporación de la mujer al mundo del periodismo de sucesos, un espacio tradicionalmente reservado a los hombres donde ahora las mujeres transitarán manteniendo, en todo momento, un pulso contra la censura franquista.
Es un escenario interesante porque se quiere presentar a Barcelona y a España como perfectas e ideales. Una sociedad donde el crimen no existe. Ana Martí es una periodista que quiere salir de los ecos de sociedad, que es donde la habían condenado por ser chica, le dan la oportunidad de hablar de un crimen cuando había una consigna que era que de crímenes que pasaran en España, no se hablaba. En España no había crimen. En el extranjero todos los que quieras, pero en España no. En cambio aquí sí se le permite porque se trata de mostrar el modélico trabajo policial, y esta forma de hablar: el modélico trabajo policial, también es algo que hemos intentado plasmar en la novela, ese lenguaje de la época, cómo se dicen muchas cosas y se callan tantas otras. Esto es algo que aprenderá Ana, el querer continuar la tradición familiar de padre y abuelo periodistas.
Puede parecer un poco extraño un personaje como Ana, una mujer en el 52 trabajara como periodista; pero teníamos un referente que nos sirvió un poco como inspiración: la famosa Margarita Landi. Una periodista de El Caso que era un personaje extravagante, con su pipa… pero ambas tenían un perfil similar.
Es una novela donde el poder de la sugerencia se erige en el principal recurso narrativo. Las cosas no se cuentan, se viven en primera persona y consiguen introducirte en esa Barcelona de 1952.
Los personajes están inmersos en los años 50, viven esta época y el lector vive con ellos a través de sus ojos. Esperamos haber conseguido que tengan la sensación de que están moviéndose en la época sin que venga nadie a explicarles nada. La época se explica sola a través de los pequeños detalles. El hambre de la época está explicada haciendo que el lector sienta hambre; lo maravilloso que era para una mujer comprarse unas medias de cristal, se cuenta cuando lees que una chica que se ha pintado una falsa costura en las piernas para que parezca que las llevaba. No hace falta decir: tener medias era una cosa inalcanzable … no. Eso es lo que hemos intentado, contarlo de manera que lo vivas, no que te lo cuenten.
No hay rasgos de maniqueísmo en esta novela en la que sus personajes no son ni buenos ni malos, simplemente pretenden ser reales en una dimensión de verosimilitud que abarca toda la historia.
Si Ana quiere ser periodista tiene que vivir con lo que le dice Sanvisens, «esto es lo que hay, o lo tomas o lo dejas», y Ana lo toma y al tomarlo acepta ser parte de este juego. Esto es lo que queríamos mostrar, no hay personajes blancos o negros, los personajes tienen claroscuros, los personajes tienen varias caras como Isidro Castro que es un policía violento que pega, que cumple con su trabajo como un autómata, no se cuestiona estas cosas; pero luego es un padrazo que se preocupa por sus hijos. Todos los personajes tienen muchas caras, tienen muchas capas.
Hubo un trabajo previo a la redacción de la novela en el que las autoras disfrutaron especialmente, una labor que habitualmente se pinta en gris, pero que esta vez adoptó una tonalidad más brillante.
La documentación sobre la novela no fue difícil, fue un trabajo muy placentero. Encontrar información tanto en libros como en hemerotecas, o entrevistar a personas de la época fue un trabajo que a mí me encantó. Tienes que tener cuidado en no enamorarte de la documentación. Coordinar el trabajo es lo más difícil porque los autores suelen ser muy celosos de su trabajo, y aquí es todo compartido.
Escogimos esta época por varias razones. En primer lugar porque es un momento que se ha tratado poco en la literatura. Queríamos mostrar cómo se mueven las personas en una época tan difícil. Hasta donde llegas para conseguir lo que quieres. Como desde el principio era muy importante que el conocimiento de la lengua y la literatura fuera clave para el desarrollo de la historia, no queríamos que la historia transcurriera en la época contemporánea porque eso podría convertir la historia en algo muy técnico; algo así como un CSI lingüístico que no nos interesaba. Queríamos un personaje femenino, pero tampoco queríamos que pensara como una mujer moderna.
Después de haber leído últimamente novelas policíacas de autoras como Asa Larsson, Camilla Läckberg o Unni Lindell, me decido a preguntar ¿Por qué cree que está tan de moda la novela policíaca escrita por mujeres?
No sé si se está poniendo de moda o se está equilibrando la situación. En otros países la proporción es del 50%. Hay tantos autores como autoras de novela policíaca. A veces dicen que es una forma diferente de tratar el género, que la mujer trabaja más la psicología de los personajes. Yo creo que el género ha alcanzado una madurez y se ha establecido de tal manera que están surgiendo más autoras. También hay escritoras tan brutales como el más brutal de los escritores y hay hombres tan cursis como la más cursi de las escritoras. Hay un equilibrio. Me asusta mucho decir que en las novelas de mujeres la psicología está más trabajada, estas cosas a mí me dan un poco de miedo. No sé cómo lo ves tú, Domingo.
Domingo Villar: Yo en general me acerco a los libros con independencia del género del autor. Hay novelistas mujeres buenas y novelistas mujeres malas. No tiene nada que ver el sexo con el talento. Lo que si encuentro, es que las mujeres tienen una relación distinta con el sexo. Saltan desnudas desde el trampolín sin más; mientras que nosotros estamos viéndonos, mirándonos… En eso sí que noto diferencia. Generalmente estos relatos sexuales me resultan más creíbles cuando los escribe una mujer que cuando lo hace un hombre.
Don de lenguas, de Rosa y Sabine Hofmann, Editorial Siruela, 2013