“Robert Redford, mucho más que un objeto de deseo”

“En la imagen Robert Redford fallecido a los 89 años, el actor y director dejó tras de sí una carrera marcada por el encanto en pantalla y un compromiso real con la industria, al destinar su fortuna a impulsar el cine independiente desde el Festival de Sundance.”

El actor, director y productor Robert Redford falleció el 16 de septiembre de 2025, a los 89 años. Con él desaparece una de las presencias más conocidas del cine de la segunda mitad del siglo XX.

Nacido en Santa Mónica, California, en 1936, Redford se convirtió en uno de los rostros más emblemáticos de Hollywood gracias a una filmografía que abarcó más de medio siglo. Supo ser muchas cosas en pantalla. En Dos hombres y un destino (1969), fue el rebelde carismático, un forajido encantador junto a Paul Newman que encarnaba libertad y picardía. En El golpe (1973) volvió a compartir pantalla con Newman, esta vez como un estafador ingenioso y elegante. En Tal como éramos (1973), con una de las actrices que llevaba mas público a las sala, la super estrella Barbra Streisand, con ella mostró su faceta de romántica de hombre codiciado e ideal en una de las historias de amor más conocidas del cine. Años más tarde, en Memorias de África (1985), interpretó al aventurero libre y apasionado que conquistaba a Meryl Streep, consolidando su imagen de “hombre ideal”, con la actriz por excelencia, y como escenario, como indica el título, el continente que los ingleses, con sus colonias cuando eran imperio, han  elegido como marco para las grandes aventuras, que los escritores nos han descrito en innumerables libros.

Robert Redford bajo la dirección de George Roy Hill rodó Dos hombres y un destino (Butch Cassidy and the Sundance Kid, 1969) con Paul Newman, en la imagen, y Katharine Ross. Western que convirtió a Redford en estrella mundial. El carnaval de las águilas (The Great Waldo Pepper, 1975) Redford interpreta a un piloto acrobático en los años 20 y El golpe (The Sting, 1973), de nuevo junto a Paul Newman. Ganó 7 premios Óscar, incluido Mejor Película.

Pero Redford no se limitó al encanto romántico: en Todos los hombres del presidente (1976) encarnó al periodista Bob Woodward, comprometido y serio, que destapó el caso Watergate o En El mejor (1984) fue el héroe mítico, un jugador de béisbol casi legendario. Más allá de sus papeles y de los premios, Redford encarnó una forma de entender el cine: popular, atractivo y a la vez comprometido.

En esa trayectoria compartió cartel con actrices de renombre y construyó romances inolvidables, aunque las imágenes de esas parejas de ficción son curiosamente escasas. Con Jane Fonda, Barbra Streisand o Meryl Streep dejó huellas profundas en la memoria cinéfila, pero el archivo gráfico lo muestra menos junto a ellas de lo que cabría esperar. En contraste, con los actores abundan las fotografías con Paul Newman forman parte de la cultura popular, lo mismo que con el actor Dustin Hoffman. Trabajó bajo la dirección de cineastas como George Roy Hill, Alan J. Pakula o Sydney Pollack, esas asociaciones consolidaron una iconografía que lo vinculaba más con los “grandes” de su generación que con la galantería aislada de “hombre ideal”.

Redford representó integridad, libertad y sensibilidad. Fue capaz de ser, a la vez, rebelde, romántico, héroe y creador. En 1980 debutó como director con Gente corriente, cinta que le valió el Óscar a la mejor dirección, confirmando que su talento trascendía la interpretación. Además, su compromiso con el cine independiente cristalizó en 1981 con la fundación del Festival de Sundance, convertido con el tiempo en la cuna del cine alternativo y en un espacio esencial para nuevas voces.

La muerte nunca puede tratarse con banalidad, y la de un icono como Robert Redford menos aún. Aunque solo lo hayamos conocido a través de la pantalla, su estrellato —tan largo y fértil— se entrelazó con nuestras propias vidas. Con su partida, su familia y allegados pierden su compañía, pero para el resto su legado y él mismo siguen vivos en la pantalla.

“La película Nosotros en la noche (2017), dirigida por Ritesh Batra, abordaba la vejez y la soledad y reunió de nuevo a Robert Redford con Jane Fonda. Ambos habían coincidido antes en La jauría humana (The Chase, 1966), dirigida por Arthur Penn y coprotagonizada por Marlon Brando; en Descalzos por el parque (Barefoot in the Park, 1967), dirigida por Gene Saks a partir de la obra de Neil Simon; y en El jinete eléctrico (The Electric Horseman, 1979), de Sydney Pollack, donde Redford interpretaba a una exestrella de rodeo y Fonda a una periodista.”