En 1951, el gran Luchino Visconti emocionaba a la cinefilia mundial con Bellísima, la historia de una madre italiana, encarnada por la siempre intensa Anna Magnani, que intenta que su hija se convierta en una estrella del séptimo arte. Algo del espíritu de aquella película del maestro italiano sobrevuela sobre Next, la cinta de Elia Urquiza que inauguró la selección de largometrajes que optan al prestigioso premio Rizoma. La realizadora española opta por el documental en vez de la ficción y prefiere centrarse en esas niñas que aspiran a ser conocidas artistas antes que en sus progenitores. No obstante, ambos filmes captan la ilusión y el drama de unos menores y sus padres que viven en ese incierto periodo de espera antes del definitivo salto a la fama o, en la mayoría de los casos, el abandono por falta de resultados. Urquiza muestra el esfuerzo de las jóvenes actrices, capaces de trabajar incluso más que los adultos por lograr su lugar en el sol, y de sus tutores, dispuestos a sacrificar su tiempo y dinero para que uno de sus retoños alcance el éxito.
Quizá lo que más impresione sea ver cómo las aspirantes a celebridades parecen encontrarse un tanto aisladas de los niños de su edad que no se dedican a la actuación. Por otra parte,estas jóvenes intérpretes utilizan algunas expresiones que parecen más propias de personas adultas, aunque en muchas de las ocasiones desconozcan los algos rebuscados y pocos naturales que les toca aprender. Como ocurriera también en el filme de Visconti, os anhelos profesionales de la pequeñas protagonistas parecen en muchos casos proyecciones de los deseos frustrados de aquellos que las concibieron.
En definitiva, Next resulta un retrato emotivo y creíble de esas pequeñas que aspiran a ser las nuevas Milley Cyrus o Lindsay Lohan. Sólo el tiempo dirá si sus esfuerzos fueron en balde o si nos encontramos ante las futuras ganadoras de los premios Óscar de las próximas décadas.
Muy interesante resultó también la conferencia que impartió la periodista Marta Tarín. Bajo el título Tendencias del cine actual en el videoclip, la madrileña demostró que los cortos musicales pueden ser verdaderos prodigios de narrativa cinematográfica que van mucho más allá de los meros soportes promocionales para los que inicialmente concebidos. Con Thriller, el clásico de Michael Jackson que John Landis se encargó de ilustrar en imágenes,como evidente antecedente de un tipo de videoclip donde la trama importa, Tarín puso de manifiesto la fuerza de este formato con ejemplos como Time to dance, donde el director Daniel Wolfe sigue los pasos de un psicópata encarnado por Jake Gyllenhall con la música de The Shoes como banda sonora, o Smooth Sailing, que registra la noche salvaje de un grupo de hombres tomando como pretexto el tema de Queens of Stone Age. Tarín dejó también constancia de la presencia de elementos plenamente cinematográficos, tales como el plano secuencia, en estas pequeñas piezas audiovisuales y la evidente inspiración que tienen las películas en ellas. Así descubrimos que Rabbit in Your Headlighs, el excelente trabajo de Jonathan Glazer para el grupo Unkle, toma como referente el filme Made in Britain, el largometraje que dio a conocer a Tim Roth, o que las imágenes más impactantes de Nostalgia, el clásico de Andrei Tarkovsky, sirven como modelo del videoclip Desaparecer, que dirigió Erik Morales para el grupo Ruidoblanco.