Santiago Molero y Rulo Pardo son Rinconete y Cortadilla. Foto César Urrutia
La obra Rinconete y Cortadillo, estrenada en Madrid el pasado 17 de febrero en la Sala Negra de los Teatros del Canal, cuenta de entrada con cuatro atractivos: El referente de Miguel de Cervantes, el texto de Alberto Conejero, la dirección de Salva Bolta y en el escenario la compañía Sexpeare, que es lo mismo que decir Santiago Molero y Rulo Pardo.
Sobre la novela de Rinconete y Cortadillo de Miguel de Cervantes, Alberto Conejero escribe un texto teatral que indaga en los dos personajes para hacer una reflexión sobre como creemos que somos, como creemos que nos ven, y como nos perciben realmente. Una trinidad que nos conduce a actuar de determinada forma bajo el condicionamiento de lo que sentimos realmente, y la tiranía de como creemos que debemos actuar para no defraudar.
A Rinconete y Coradillo, Cervantes con su escritura les ha otorgado una eterna adolescencia, nunca pasarán de los 14 15 años. Alberto Conejero nos plantea como lo han aceptado ellos mismos, nos los muestra como a dos personajes que emplean el resto de su vida en que se les reconozca como creen ser, cayendo ellos en su trampa, porque de esa manera siguen anclados, sin juventud ni figura ya, en esos años como percibe Cortadillo antes de morir, que confiesa la necesidad de olvidar, porque los recuerdos le hacen daño.
Tendemos a vivir de lo que fuimos ayer, y más si se nos reconoció y nos sentimos amados por algún rasgo de nuestra persona, sea belleza, abnegación o talento y a partir de ahí, vivímos como auténticos restauradores y conservadores de ese icono para no decepcionar y que nunca nos dejen de amar. Nos negamos a vivir cada tiempo con un pulso diferente, porque nos cuesta caminar por la fina línea de la inseguridad y aceptar que al ser seres vivos evolucionamos constantemente con el saldo de ser diferentes a lo que somos o a lo que fuimos.
El querer modificar la imagen de nuestro pasado, solo conduce a reforzarla. Se da en hijos, que se pasan la vida reclamando el reconocimiento de sus padres, aunque estos hayan muerto, lo que los deja siendo niños eternamente. Todos recordamos el afán de una estrella infantil, que se negaba a que se la recordara en su faceta de niña prodigio, sin advertir que el conflicto era solo suyo. El público la recordaba así cada vez que emitían una película suya en tv, pero con la misma facilidad la olvidaban y volvía a su afán personal, igual que ella podía disfrutar de su presente con toda libertad, sin importar en exceso, que la alquimia del celuloide la devolviera a la infancia.
El problema es que nos negamos a vivir el presente aunque el pasado duela y asumirnos tal y como somos. Ovejero nos presenta a Rinconnete y Cortadilo, que llegan a Madrid cuarentones y maltrechos el día del entierro de Felipe III, para pedir que se olvide la imagen de eternos pícaros adolescentes en la que les dejó instalados Cervantes y se les restituya la honra.
Ovejero, ha escrito un texto muy lírico con un lenguaje hermoso, y nos dibuja un panorama desolador de los dos pillos, que han perdido su vida en la quimera de que se olvidase una imagen de ellos, cuando son ellos los que no se permiten olvidar. Es cierto que hablar de reyes, picaresca y monipodios, es difícil no hacer paralelos con lo que está ocurriendo hoy en el reino de España, a febrero de 2016, pero al estar trufado el texto de hechos de tanta actualidad, sin bien crea una empatía con el público excelente, evita la vigencia del texto para un futuro, cuando olvidemos a algunos mequetrefes que jamás pasarán a las historia.
Salva Bolta, nos presenta a los maltrechos pícaros en un salón del palacio real Madrileño, que no es otra estancia que en la que mucho después pintaría Velázquez sus Meninas, lo que unido al texto y al vestuario, marca una imagen de atemporalidad. El trabajo de Bolta, del que sale airoso y por la puerta grande, consistía en trasladar al público un texto aparentemente cómico, con un leguaje poético, sazonado de derrotas y añoranzas, recreado por unos dignos cómicos de la legua, maestros en estos palos como son Santiago Molero y Bulo Pardo. El saldo es un trabajo brillante en el que el público participa y disfruta.
Rinconete y Cortadillo, de Alberto Conejero a partir de la novela de Miguel de Cervantes / Dirección: Salva Bolta / Compañía: Sexpeare / Intérpretes: Rulo Pardo y Santiago Molero / Vestuario: Tatiana de Sarabia / Diseño Iluminación: Marino Zabaleta / Realización Escenografía: Sfumato / Música: Mariano Marín / Fotografía: César Urrutia / Asistente de Dirección: Jose Carrillo / Producción Ejecutiva: Jorge Palomar / Distribución: Cámara Blanca
En los Teatros del Canal -Madrid- del 17 de enero de 2016 al 13 de marzo de 2016