La vida profunda, el hombre profundo. Y cuando se quiere profundizar en la vida uno debe asumir sus riesgos. Así nos habla Ángel Guinda en sus versos, porque los versos de Ángel Guinda viven de su vida. Una palabra puede definir la poesía de Guinda: realidad. Pero la realidad como una experiencia vivida no, sí la realidad intrínseca de su cabeza, de su cuerpo, de su ser y hasta de su muerte:
Toda la vida he sido un moribundo
a puñetazos con el vandalismo
de la banalidad
Su realidad es profunda. No es una realidad de mercado y quiosco, la vida de Guinda ha sido tan intensa que no necesita voltear una paloma sensitiva mirando los piojos de una espuma marina. No es querer decirte, es querer decirte buscándose mientras te dice.
Ahora ya sí podemos empezar a hablar de su último libro, donde tengo el orgullo de haber aportado mi granito de arena en su título final, y digo título final, porque el autor llegó a encontrarle hasta doce títulos, algo que no le había ocurrido en su vida, como él mismo me confesó. Se llama Rigor Vitae; pero busquemos su verdadero nombre en sus páginas…
Es la poesía de este libro una intención clara de prender sombras, ¿pero cómo se puede quemar una sombra? Así habla Ángel Guinda sobre la muerte, porque su hálito de fondo es la muerte; la valentía de Guinda para vivir es la valentía de Guinda para morir. El problema es cómo morir y dónde está la muerte. Aquí está el desasosiego de este gran libro lleno de compromiso, desesperación y dolor que interpreta a nivel formal con casi constantes anáforas, como un pulso cardíaco intentando sobrevivir, así se percibe exitosamente lo agónico de sus versos: arder, arder, arder nos dicen los versos de Ángel Guinda pero ahí llega la clave de su desesperación, de su dolor; que hace que este libro sude, se arruguen sus hojas en nuestro pensamiento: Guinda es un hombre con mucha vitalidad: arder, sí, pero sin consumirse. Esto hace que este libro consiga un ritmo muy fuerte, y no un ritmo entre versos sino un ritmo entre poemas. Ritmo bien acertado para interpretar aún más lo que ya está interpretado en este libro: el correr y correr de la vida con sus arritmias injustas y su velocidad fofa y con pasos en la nada:¡Haz esprintar al tiempo para que este calvario acabe ya!
«¡Trotan y trotan caballos avanzando, avanzando hacia la lejanía;
atados a sus sombras, sin un destino fijo, cegados por el sol!»«¡No sé a dónde ir por caminos de humo!»
Hay un “yo” muy especial en este libro, no es un “yo” lírico o de propia observación. Hay una clara intención de desgarrarlo para mirarlo desde fuera, así, como buscando una búsqueda objetiva de sí mismo. Mirar estos versos, porque hay que mirarlos, no leerlos:
Hoy me acuesto en el techo, vigilo la cama. Si mi muerto se mueve
le dispararé al hígado con la botella.
Los poemas de Rigor Vitae sufren de urgencia, Guinda ha sido demoledor con su vida y con la propia vida, son muchos libros de este autor hablando de la muerte. Los poemas de este libro sufren de urgencia, de hartazgo, quieren encontrar una puta respuesta, sí, así, con esa expresión nos acercamos más a su verdad. He de ahí que sea tan rico en interjecciones. Es cierto, parece como si al autor se le acabara el tiempo, esa es la sensación holística de los versos de Rigor Vitae . Pero a Guinda no se le acaba el tiempo, es incombustible a pesar de su arriesgada vida, además, en sus libros nunca se nos acabará el tiempo de Guinda. Él y sus libros son más especiales que su propia vida.
Un gran libro: comprometido con la sociedad unas veces y con una conciencia colectiva en otras que no producen obstrucción en su temática más interna, ya dicha anteriormente, que es su yo; todo a su vez, con una acertada imaginación:
«Se hunde mi cuerpo.
Mi sombra flota.»«Las linternas del cielo encendían pelambreras de nubecicas
blancas, pañuelos de vapor recogidos con pulseras de brisa.»«Estoy en el atolladero como una grieta en el aire, como una costra
en la luz.»
Y es que hablamos de uno de los poetas más importantes de este país porque ha sabido coger la tradición y mezclarla con la modernidad actual.
Esta Guinda está en el pastel y desde hace tiempo.
Callaré con este verso:
¡Para que no me mate la muerte me mato!
Y callaré con este poema:
El Coartado
Yo soy el coartado entre el mundo y la muerte.
Me tambaleo sobre el puente de los ecos.
Oscura es la sombra, pero es muy clara la palabra sombra.
(En una de estas líneas aparece y desaparece el rayo.)
La tempestad se refugia en mi interior.
Hoy me acuesto en el techo, vigilo la cama. Si mi muerto se mueve
le dispararé al hígado de la botella.Tiemblan cadalsos en mi cabeza.
¡Destruiré el mundo y asesinaré a la muerte!
¿Cómo salir de aquí?
Buscaré una “Entrada de emergencia” que desgarre el atolondramiento
y alcance la lejanía.Hasta embocarme ira de sangre que chorrea sangre, ¡o romperme
la sangre chorreando bocas!(Ángel Guinda)
Graciasssss, hermano. agudo y generoso.
Si, sombras en llamas que nos iluminan. Asi son los poemas de Angel Guinda.