Por NACHO CABANA
Dos elementos importantes condicionaron el visionado en salas en su estreno del pasado mes de octubre de Blade Runner 2049. El primero de ellos, el estar ante la continuación de una película clave para la generación que nacimos a finales de los 60 y principio de los 70 y que nos quedamos absolutamente fascinados con la mezcla de ciencia ficción y cine negro que proponía Ridley Scott; un título que no había sufrido en 35 años ni secuelas ni precuelas ni reboots ni spin offs. El segundo de los handicaps para ver tranquilos el nuevo trabajo de Denis Villeneuve era que el director canadiense venía de firmar la que para muchos es su mejor trabajo hasta la fecha (en una filmografía plagada de títulos brillantes): La llegada (2016) que a su vez era una versión actualizada y mejorada de Encuentros en la tercera fase (1977) de Steven Spielberg.
La necesariamente apresurada percepción tras aquel primer contacto era que los responsables de la secuela no habían caído en la tentación de la acción por la acción pero que tampoco estábamos ante una película de cine negro ambientada en un mundo futurista. Había tirado de un hilo argumental no demasiado arriesgado y la película se asemejaba a uno de los hologramas que aparecen en el hotel de Las Vegas donde está escondido Deckard. Casi perfecta, pero fantasmal.
La edición digital de la película así como la exposición que hasta el 3 de junio se podrá ver en la FNAC de Callao (Madrid) nos ofrecen una excelente oportunidad para volver sobre el film y llegar a conclusiones que se nos escaparon la primera vez que los vimos. En primer lugar, lo indispensable que resulta para una cómoda comprensión de la trama los tres cortometrajes (el primero de animación y los otros dos de imagen real) que se lanzaron en internet antes del estreno de la película y que cubren tres hechos básicos ocurridos entre el 2019 en el que se desarrollaba la cinta clásica y el 2049 en el que se ubica la secuela. Luego, el acierto de ampliar geográficamente los lugares donde se desarrolla la acción al no limitar esta a la ciudad de Los Ángeles, especialmente una radioactiva Las Vegas. Finalmente, el no haber planteado un mundo totalmente digital sino haber imaginado una posible evolución del mundo analógico planteado en el film de Scott (que a su vez nacía de las predicciones futuras existentes a finales de los 70).
Tal y como se explica en el más interesantes de los extras que contienen las ediciones no básicas en Blu Ray, todo ha ido a peor ecológicamente hablando en el sudoeste de EE.UU. La atmósfera en Los Angeles se ha vuelto tan densa que es posible proyectar hologramas publicitarios en ella (una idea que ya aparecía en Autómata -2014- de Gabe Ibañez), la ciudad ha ampliado su exceso de población, el mar permanece contenido y oculto por unas gigantescas presas (impresionante la carrera de los protagonistas por la carretera de circunvalación), la lluvia constante deja paso en ocasiones a la nieve ( Villeneuve lo explica en una de las piezas: “Scott llevó a Los Ángeles la lluvia londinense y yo la nieve de mi Canadá natal») mientras que Las Vegas tiene una luz naranja que contrasta visualmente con la megaurbe. Para el diseño de esta última, Villeneuve recurrió a Syd Mead, director artístico del film original, quien explica en el extra arriba mencionado los consejos que le dio a la producción para hacer de Las Vegas una ciudad abandonada.
Pero sin duda, el gran acierto de Villeneuve es haber prescindido “por su salud mental” lo máximo posible de pantallas verdes y haber dado a los actores un entorno real en el que desenvolverse. Consciente de que su película no podía convertirse en un film de dibujos animados, Villeneuve mandó construir decorados físicos (en Budapest) tanto interiores como exteriores así como ropajes y mascarillas diferenciadas para los figurantes. La secuencia del basurero/orfanato está llena de atrezzo real encontrado en los mercadillos y tiendas de la capital húngara mientras que los vehículos están customizados pero son reales (no así los drones de vigilancia que incorporan). De esta forma, hereda y actualiza el acierto de Scott de rodar el título original en los decorados del “Old New York” que los estudios Universal tiene en Los Ángeles, eso sí, debidamente llenos de elementos retrofuturistas.
No se incluyen en la edición digital secuencias eliminadas y se echa en falta alguna explicación más técnica de cómo se realizó la milagrosa secuencia en que los personajes de Ana de Armas y McKenzie Davis se sincronizan para el trío sexual con K.
Se han lanzado, además de la básica, dos ediciones en steelbook con una portada exclusiva cada una. En una de ellas está la película en 4K y en la otra en formato 3D (además del blu ray normal). Hay también una edición que viene con una réplica de una pistola y con la película en todos los diversos formatos lanzados. Las ediciones no básicas vienen con un disco especial con extras entre los que se encuentran los tres cortos mencionados así como las piezas “Ser humano, el casting de Blade Runner 2049” (que no aporta nombres descartados), “Peleas futuristas: la acción de Blade Runner 2049” y “Dos en uno y Vestuario: la moda de Blade Runner 2049”.
En la exposición de la FNAC madrileña podremos ver el vestuario completo que llevaron en el rodaje Ryan Gosling, cazadora de cuero incluida; Ana de Armas con su impermeable amarillo en la escena de la huida aérea así como piezas lucidas por Harrison Ford, Robin Wright y Sylvia Hoeks.