Este artículo pretende acercarse al escritor José Zurriaga con motivo de la publicación de su segundo libro, «Gota a gota» (2016, Editorial Antigua, Buenos Aires), pero también a la persona y al amigo.
Zurriaga nació en Bilbao el año 1961. Volvió a nacer en un cine años después cuando vio la película “2001, una odisea en el espacio”, de Stanley Kubrick, algo que marcaría su subconsciente y su tratamiento racional del mismo. En esa ciudad solo tenía raíces lejanas entreveradas del color blanco del “Zuri” de su apellido originario. Su familia reemprendió el camino de Barcelona, de donde había partido, y él se instaló en un bachillerato francés, laico y republicano y unos posteriores estudios universitarios.
Licenciado en Psicología por la Universidad de Barcelona no prosiguió su vida por ahí y dejó de lado esos años de lecturas intermitentes. Se embarcó en trabajos de supervivencia (traductor y profesor particular de matemáticas) y pasó unos años de aprendizaje posadolescentes que servirían para amueblar su subconsciente literario. En esos años perpetraría, según sus propias palabras, un «crimen nefando», la preparación y posterior superación de unas oposiciones al Estado. Lo que daría un nuevo norte a su vida a partir de ese momento. El tránsito se hizo «lentamente» de Barcelona a Madrid, ciudad donde reside desde entonces.
Fueron años de aprendizaje literario mediante la escritura de aforismos filosóficos, que no se llegaron a publicar y, posteriormente, de unos aforismos de sesgo más literario que hallaron cabida en el seno de la Fundación Olivar de Castillejo, bajo el rótulo de “Salvavidas para un instante”. A partir de aquí, hacia el año 2005, se abrió el ciclo de escritura de relatos breves que han desembocado en los que componen el presente volumen, “Gota a gota”.
Desde el año 2013, colabora con la Revista digital Tarántula, www.revistatarantula.com, en secciones diversas que incluyen crítica de cine, relato breve y pensamiento. Además, está ocupado en la redacción de un libro de diálogos, lo que le llevará a transitar al menos durante unos años por ese particular género.
Su libro está estructurado en tres apartados, ensoñaciones, zarpazos y premoniciones, y juega con la vista puesta tanto en el pasado como en el presente y el futuro. Así, la primera parte alude a una visión más poetizada de cierto aroma del pasado. La segunda es el desgarro presente de una vida de funcionario, que se resuelve siempre con disipación de energías y cierta calma entrópica. En la última sección aletea el futuro, soñado o vislumbrado, con un aura de «ciencia ficción» que lleva a reinterpretar la realidad presente y real como la vida misma de todos nosotros.
“Gota a gota” trasluce la perennidad de ciertos escritos que nunca van a dejar vivir con tranquilidad al lector, pero de una forma amable y casi se podría decir que hasta beatífica, aunque por momentos no esté exenta de acidez o ironía. Así pueden leerse momentos propicios a la pérdida, al descuido ocioso nunca compungido y a la claridad en la percepción de las ideas que traspasa todo el libro. Los temas son variados y amenos, dulces y serenos.
De la lectura de esta obra me quedo con el buen sabor de boca que dejan los breves relatos, de página y media a lo sumo, siempre con el «ay» de las vueltas que da la vida. Cada uno de ellos nos descubre algo, en cierta medida, y siempre bajo el control de la inteligente mano del autor. El estilo es relampagueante, con fogonazos de luz cálida o ácida pero siempre bien moldeada y torneada. En este libro Zurriaga nos presenta claridades, radiantes o no, pero dotadas del fulgor del día atravesado por rayos de luz. La sensación ambiental es de escasa zozobra y buen tino. El autor ha seguido sus inclinaciones, cómo no, a la hora de trazar sus relatos, pero siempre con la buena educación que comporta haber leído mucho, mitigando de esa forma los posibles horrores que anidan en toda vida de hoy en día.
(La foto de portada del artículo es en la terraza de calle del Círculo de Bellas Artes de Madrid, en la esquina más bonita de la ciudad, entre la Gran Vía y la calle de Alcalá).
El último libro GOTA A GOTA de José Zurriaga (un gran pensador y excelente escritor) destaca por su calidad literaria y técnica estructurada en tres partes bien definidas: ensoñaciones, zarpazos y premociones. En la primera parte, Ensoñaciones descubrimos pinceladas del sueño que flotan en el inconsciente individual y colectivo de cada ser humano. Así, en Las Perseidas, ubicado en un tiempo repetitivo, los acontecimientos siguen su rumbo, surgen instantes donde el amor aparece como un contrato. Quizás esos instantes, esos ahoras sean una parte del tiempo entre el pasado y el futuro, un límite entre ambos conceptos. Ese «ahora» no puede tener duración porque si así fuera, compartiría una parte en el pasado y otra el futuro. Un intervalo por tanto de «ahoras» no tendría duración, sería un continuo de infinitos ahoras, tal y como pensó y se planteó Borges.
¿Somos verdaderos paseantes de la vida o simples prisioneros del tiempo? A nuestro paso por ella nos asalta la belleza y la hermosura pero ¿nosotros somos capaces de percibirla? Esas sensaciones y percepciones nos asaltan con dudas a través de las metáforas y los símbolos que José Zurriaga nos presenta en cada uno de sus relatos.
¿Qué es la continuidad, acaso algo perenne en la vida? ¿Una eternidad? Así lo demuestra el autor en su relato Le philosophie, donde el protagonista de la historia se desvela fiel amante no correspondido de esta disciplina. El tiempo pasa y trascurre lento, entre ensoñación y ensoñación; el sueño reparador descansa al hombre como un bálsamo semejante a los relatos remansos de paz de José Zurriaga.
Sin embargo, en la segunda parte Zarpazos según leemos los relatos que la componen, nos preguntamos, – ¿El camino del ser humano tiene un destino prefijado? – tras leer el primer relato de esta parte La buena vida, nos asalta esa idea a la cabeza. Las imágenes y los símbolos aparecen como signos de la posmodernidad donde el tiempo al igual que en Borges, lo desintegra, lo desgasta, lo bifurca.
¿Los paraísos existen o tal vez son los polos opuestos a los infiernos? Se asemejan los dos conceptos como parte de una sucesión que pudiese ser ilimitada de tiempos y nunca tuviera un fin, quizás la eternidad, el continuo retorno, un ciclo continuo de la Humanidad…volver al inicio, a lo primigenio, al origen y seguir.
Al igual que otro relato de esta segunda parte, Los juegos de manos, el autor sigue jugando en la textualidad de sus relatos con escenarios abiertos, inacabados y de amplio recorrido en los que nosotros, los lectores, nos convertimos en productores del texto – como dirían Roland Barthes (S/Z) o Michel Foucault (La arqueología del saber).
Y ya en la tercera y última parte, en las Premociones, el autor extrema las precauciones en deslizar su propio pensamiento en hilvanar las telas de la eternidad, donde la propia máquina del tiempo del ser humano no se detiene jamás…y el mundo sigue girando en circular. Existen las casualidades y las probabilidades de los mundos narrativos que el autor nos expone a través de entramados científicos, existenciales y metafísicos.
Excelente crítica del libro querido Justo. Gracias por tu lenguaje, tu sinopsis del libro y por dar a conocer el libro GOTA A GOTA de un gran filósofo y escritor como es, José Zurriaga.
Muchas gracias a la escritora Almudena Mestre por su preciso y precioso comentario a la crítica de Justo Sotelo a mi libro «Gota a gota». Saja con ahínco y buen hacer cada una de las tres partes de que consta mi libro de relatos, Ensoñaciones, Zarpazos y Premoniciones . Al final de su lectura uno queda complacido y satisfecho por tan buen libar y yantar.